El paisaje humano de España ha ido variando paulatinamente desde la década
de los ochenta, fecha en la que empezamos a vislumbrar una tímida presencia
de personas venidas de fuera. El número de residentes extranjeros ha ido
en aumento desde entonces, creciendo en diversidad étnica, laboral, residencial.
Así, en la actualidad, la presencia de trabajadores de origen extranjero
no es monopolio de las grandes ciudades españolas: el aumento del nivel
de vida, la mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral, la necesidad
de mano de obra no cualificada, etc., son factores, entre otros, que permiten
el asentamiento de los trabajadores migrantes a lo largo y ancho del país.
Hoy en día, pues, no es ni novedad, ni resulta en absoluto exótico
ver a personas chinas por las calles de nuestros barrios, ciudades y pueblos.
Atrás quedaron los años en que su presencia era invisible –no
se les veía, no se les oía, no molestaban–, asociada solamente
al restaurante chino del lugar. Ahora, sigue habiendo restaurantes, pero se han
insertado también en otros sectores económicos y podemos encontrarles
en las tiendas de regalos de objetos baratos –las tiendas de “todo
a cien” que para muchas personas es la “de los chinos”–,
supermercados, zapaterías, peluquerías, tiendas de ropa, de frutos
secos, etc. Actualmente son más y necesitan más espacio geográfico,
económico y social.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS: ENTRE LA
DISPERSIÓN Y LA CONCENTRACIÓN
En la tabla 1 podemos ver cómo ha evolucionado la población de residentes
chinos en el Estado español y en las comunidades autónomas donde
su presencia es mayor. Desde 1961 el crecimiento ha sido sostenido tanto en el
ámbito estatal como regional, destacándose el quinquenio 1995-2000
que experimenta un gran aumento de residentes chinos en España. No olvidemos
que estamos analizando los datos de residencia y que durante estos años
se produjeron dos procesos de regularización (1996, 2000) en el Estado
español. Desde el año 2000, el número de ciudadanos chinos
no ha dejado de incrementarse, si bien es cierto que en los últimos años
lo hace a menor ritmo.
Por comunidades autónomas es reseñable que hasta 1995 Madrid se
situaba en el primer puesto en cuanto a residentes chinos y, desde entonces, Cataluña
la ha superado. Canarias experimentó un fuerte crecimiento de presencia
china en la década de los ochenta, y también lo hicieron la Comunidad
Valenciana y Andalucía cinco años después, siempre con menor
volumen absoluto que las dos grandes, Madrid y Cataluña. Así pues,
el asentamiento chino en el Estado español ha seguido una pauta más
o menos constante en torno a los territorios que concentran más población:
las grandes ciudades y el litoral mediterráneo.
La dedicación de las personas chinas a la restauración ha influido
en su distribución geográfica. A pesar de que su presencia se remonta
a principios del siglo XX, no será hasta la década de los ochenta
cuando los restaurantes chinos empiezan a ser familiares a la población
española, debido a dos factores fundamentales: el punto de saturación
alcanzado en Europa por la restauración china, y el incremento del nivel
de vida del Estado español que supone cambios en las prácticas dietéticas,
como comer fuera de casa y la degustación de “sabores exóticos”.
El típico restaurante chino es un negocio cuya mano de obra, en primera
instancia, la componen los propios miembros de la familia. Así, para que
el negocio prospere requiere una cuota de mercado –un número mínimo
de clientes por debajo del cual no resulta rentable– que se consigue gracias
a una localización estratégica del local, para asegurarse la menor
competencia posible, de ahí que la población china se distribuyera
y dispersara por los grandes municipios y las ciudades del litoral, pues son los
que reciben más visitantes –turistas– a lo largo del año.
Sin embargo, el incremento persistente de residentes chinos también se
ha dado en las ciudades españolas del interior –representado en la
tabla por la Comunidad de Castilla-León–, lo que ejemplifica la necesidad
de ampliar el mercado cuando el crecimiento de la oferta es constante. Así,
a lo largo de la primera parte de la década de los noventa la distribución
geográfica de la población china alcanzó a todas las provincias
y ciudades grandes del Estado español, en lo que podríamos denominar
la primera expansión hacia el interior de la población china (para
el caso concreto de Cataluña, véase Beltrán y Sáiz,
2001).
La segunda mitad de la década de los noventa se caracteriza por el gran
crecimiento de la población residente china que es incapaz de absorber
en su totalidad el sector de la restauración, por lo que fue necesario
diversificar las actividades económicas en las que insertarse. Desde comienzos
de los años noventa se detectaron trabajadores chinos en el sector industrial
de la confección, en un primer momento dispersos por la geografía
estatal. Sin embargo, durante la segunda mitad se apreció una cierta concentración
de residentes chinos en ciudades del área metropolitana de Madrid y de
Barcelona fundamental- mente, fenómeno que se hace “espectacularmente”
visible ya entrados en el siglo XXI.
Si la restauración exigía una ubicación dispersa, la confección
requiere una mano de obra intensiva, concentrada, disponible, y así surgieron
zonas donde los residentes chinos alcanzan un porcentaje con respecto al total
de población muy por encima del promedio. No obstante, estas concentraciones
son escasas en todo el Estado español –básicamente Lavapiés
y Fuenlabrada en Madrid, Santa Coloma de Gramenet en Barcelona– y en lugar
de constituir la norma, son la excepción a la estrategia de asentamiento
de la población china.
La concentración es un fenómeno que favorece la aparición
de pequeños comercios étnicos, es decir, tiendas regenteadas por
personas chinas con independencia de la nacionalidad de sus productos. Así,
el comercio étnico es diverso en relación con sus clientes pues
junto a supermercados, peluquerías, restaurantes de comida china, destinados
fundamentalmente a compatriotas, aparecen tiendas de alimentación, fruterías,
zapaterías, etc., que necesitan de la clientela local –autóctona–
para prosperar. En este sentido, concentración no implica (auto)exclusión
o “guetización”, el comercio necesita de clientela, cuanta
más mejor, para ser rentable.
La concentración ha dado lugar a una nueva fase en la distribución
geográfica. Muchas familias han recurrido al trabajo en la confección
como un medio relativamente rápido para la acumulación de capital
con el objetivo de invertir posteriormente en la apertura de negocios, generalmente
relacionados con el comercio. Estas empresas, al igual que la restauración,
necesitan una cuota de mercado que se consigue en “territorios de frontera”,
es decir, en barrios y ciudades donde la competencia no existe o es mínima.
Así, a comienzos del siglo XXI, asistimos a una segunda fase de expansión
hacia el interior de la población china, en esta ocasión con la
apertura de tiendas de regalos, principalmente. No hay que olvidar que el comercio
étnico se desarrolla gracias, y paralelamente, al cambio generacional en
el mundo laboral que en muchos sectores no encuentra recambio entre la población
autóctona y deja libres espacios económicos y comerciales que están
siendo ocupados por la población migrante.
PROCEDENCIA Y ESTRUCTURA DE POBLACIÓN DE LOS RESIDENTES CHINOS: UN ASENTAMIENTO
FAMILIAR
La población china residente en el Estado español tiene distintas
procedencias. En la actualidad la mayoría de los ciudadanos chinos en todo
el Estado español son del sur de la provincia de Zhejiang, del distrito
de Qingtian, y de sus distritos vecinos pertenecientes a la municipalidad de Wenzhou.
Aproximadamente el 70% tiene su origen en estas pequeñas comarcas meridionales
de China, especializadas en la migración internacional desde las décadas
de los veinte y los treinta.
Qingtian es un distrito rural de 2.500 kilómetros cuadrados, que ha prosperado
gracias a la migración internacional y que cuenta con emigrantes con un
gran éxito económico repartidos por todo el mundo, aunque se concentran
especialmente en Europa occidental. España es el país que cuenta
con la mayor proporción de chinos procedentes de Qingtian con respecto
al total del conjunto de los residentes procedentes de aquel país.
Los originarios de Taiwan están presentes en el Estado español desde
el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República
de China en Taiwan y España (1953-1973), lo que supuso la llegada de estudiantes,
algunos de los cuales acabaron estableciéndose aquí y abrieron pequeñas
empresas, como restaurantes, durante los años setenta y ochenta. Muchos
de estos restaurantes cerraron ante la nueva competencia de los continentales
a comienzos de los años noventa. Taiwan ha continuado enviando estudiantes;
algunos se han establecido en el Estado español regentando negocios como
la importación y venta de material informático.
Los ciudadanos chinos procedentes de Hong Kong, muchos de ellos a su vez emigrantes
desde la China continental, llegaron por primera vez a partir de reemigraciones
desde el Reino Unido, los Países Bajos y Bélgica, donde se asentaron
previamente. Los chinos de Hong Kong han mantenido vínculos muy estrechos
con sus parientes de China y se convierten en la plataforma para su emigración
hacia otros países. De este modo llegaron también a España
los procedentes de la provincia de Guangdong, vía Hong Kong.
De los grupos que también tienen su origen en la República Popular
China, cabe destacar la importancia de los de la ciudad de Shanghai, por un lado,
y en menor medida, de Beijing, la capital. También los hay de otras provincias
como Fujian, Anhui, Jiangsu. De cualquier modo, lo más destacable en la
actualidad son las nuevas corrientes migratorias que proceden o bien de la provincia
de Shandong, o bien de las tres del noreste chino: Liaoning, Heilongjiang y Jilin,
región conocida anteriormente como Manchuria. Este nuevo grupo de Shandong
y del noreste está cobrando importancia porque su volumen y proporción
dentro de la comunidad china ha aumentado de forma significativa en los últimos
años y son fácilmente identificables como grupo, en tanto que se
les asignan características comunes por el resto de los residentes chinos,
como lo son, por otra parte, los procedentes de Qingtian y Wenzhou.
El grueso de los residentes chinos en el Estado español son personas en
edad laboral (81,1%, en 2004). Aunque la razón entre los sexos es favorable
a los varones, las mujeres chinas cada vez son más y el grupo de edad menor
de 16 años ha experimentado el mayor crecimiento interperíodo en
el 2004.
Se dice que la migración es una estrategia familiar de movilidad social
ascendente, con independencia del número de miembros familiares que emigren;
la migración filipina al Estado español se ha caracterizado por
estar muy feminizada, es decir, por ser las mujeres las que han venido a trabajar
quedándose el resto de la familia viviendo en su país; por el contrario,
en el caso de la migración pakistaní son los varones los que están
aquí trabajando. En el caso chino, la migración tiene una estructura
familiar de tipo nuclear –padres e hijos menores de edad– pues las
personas mayores de 64 años son muy pocas –los abuelos–, grupo
de edad que ha ido perdiendo peso porcentual en el total de la población
china, a pesar de que ha aumentado en términos absolutos.
Es el grupo familiar, y no las personas, la unidad básica de movilidad,
con lo que ello supone para la sociedad de acogida en cuanto a servicios para
toda la población: escuelas, atención sanitaria, etc. La población
joven china, los menores de 16 años, suponen el 16,7% del total de los
residentes, porcentaje muy similar al mismo grupo de edad del Estado español,
en torno al 17%.
La importancia del grupo familiar como unidad básica de movilidad hacia
el país de destino, lejos de desaparecer –porque los hijos ya nacen
aquí por ejemplo– se mantiene, ya que todavía hay descendientes
en China que van llegando poco a poco. Así, el orden de llegada es primero
los adultos, los que están en edad laboral incluidas las mujeres, y después
los menores de edad; pero la tendencia es a reunirse aquí, por lo que la
reunificación familiar sigue siendo un aspecto importante de la llegada
de ciudadanos chinos al Estado español.
EL TRABAJO: EL EMPRESARIADO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL NICHO ECONÓMICO
ÉTNICO
La población china en el Estado español ha constituido un nicho
económico étnico desarrollado en los intersticios de la economía
nacional, que ha tratado de evitar la competencia directa con el mercado laboral
local1. El nicho étnico surge cuando las personas de un mismo origen se
concentran en un sector económico donde controlan la propiedad de empresas
y/o de una parte importante de la fuerza de trabajo. Para el caso chino, en general,
cuenta con una importante y significativa tasa de trabajo autónomo porque
tienden a ser propietarios de empresas, a menudo de carácter familiar,
dentro del ámbito de la industria (talleres de confección) y de
los servicios (hostelería y comercio).
Los datos de la tabla 3 confirman la tendencia de los trabajadores chinos a tener
una tasa mayor de trabajo por cuenta propia que la media de extranjeros e incluso
mayor que la del promedio de los migrantes asiáticos, tendencia que crece
con los años.
Sin embargo, a pesar de la tendencia a la autonomía laboral de parte de
los trabajadores chinos, los asalariados constituyen el grueso de la contratación
laboral porque en el nicho económico la mano de obra empleada y/o asalariada
es fundamentalmente coétnica, circunstancia evidente en el caso de la empresa
familiar, pero también en empresas no familiares que han reclutado a trabajadores
coétnicos mediante el despliegue de redes sociales que incluyen a parientes,
amigos y vecinos.
El trabajo asalariado en el nicho étnico proporciona, por una parte, la
experiencia y el conocimiento necesario para después independizarse dentro
del mismo sector; y por otra, el capital para hacerlo mediante el ahorro de sus
ingresos y/o de créditos que se pueden obtener dentro de la comunidad étnica.
Por lo tanto, el nicho económico se va reproduciendo y recluta a nueva
fuerza de trabajo hasta que satura su oferta, momento en que hay que buscar nuevos
mercados o nuevos sectores para invertir.
El nicho étnico ha mostrado el camino a seguir para la movilidad social
ascendente, motivo básico del proyecto migratorio familiar chino. Sin embargo,
en la actualidad el crecimiento de la población china es mayor de lo que
el nicho étnico puede absorber por lo que desde hace unos años se
observa la presencia de trabajadores chinos en el mercado laboral nacional, fenómeno
novedoso tanto en nuestro país como en otros europeos (Ceccagno, 2003).
La presencia de trabajadores en industrias autóctonas, como las cárnicas,
fábricas de embalaje, sobre todo, también coincide con la llegada
de chinos del noreste de China, que presentan características diferentes
a los qingtianeses, para quienes por proceder de un qioxiang o comarca de migrantes,
la migración como proyecto vital familiar es algo que afecta a todos sus
residentes, pues la mayor parte de ellos tienen parientes trabajando e incluso
establecidos en los países de destino, es decir, son propietarios de sus
empresas, ya sea un restaurante, una tienda de ropa o una empresa de exportación/importación.
Para los chinos del noreste la migración adquiere otro significado. Muchos
de ellos ya han sido asalariados, con un nivel educativo más alto y con
un estilo de vida más urbano. No todos los procedentes de esta zona vienen
con sus familias; también hay muchas mujeres y hombres solteros, algunos
de los cuales, especialmente ellas, establecen relaciones sentimentales y matrimoniales
con personas autóctonas. Algunos trabajan para sus compatriotas del sur
–los qingtianeses–, bien como trabajadores en los talleres de confección
o como servicio doméstico. Otros se encuentran en las ciudades del interior
trabajando en las fábricas con empleadores nacionales. Para algunos el
proyecto es pasar unos años trabajando aquí y volver con el dinero
ahorrado a establecerse en sus lugares de origen. Otros se casan con los de Qingtian
o Wenzhou y continúan con el negocio familiar. Los de mayor nivel educativo
pueden aprender las lenguas locales con más facilidad y con ellas pueden
manejarse mejor en la sociedad. Conocer las lenguas locales permite ampliar los
límites del espacio social y laboral y salir del nicho étnico.
Los datos que nos ofrece la tabla 4 corroboran lo dicho anteriormente. La contratación
en servicios sigue siendo mayoritaria para todos los trabajadores extranjeros,
y mucho más para los chinos. Sin embargo, desde hace dos años se
ve una tendencia a la disminución de la contratación laboral en
este sector de la que se beneficia sobre todo la construcción, donde el
aumento de trabajadores chinos está siendo significativo. Por otra parte,
la presencia de trabajadores en la industria es mayor que el promedio para todos
los extranjeros, de lo que es responsable en buena parte la participación
china en la industria textil mediante el trabajo en los talleres de confección.
En resumen, los trabajadores chinos consolidan el modelo de empresa familiar en
el nicho étnico a la vez que empiezan su incursión en el mercado
laboral autóctono o nacional, destacándose su presencia en el sector
de la construcción y de la industria.
LAS MUJERES CHINAS Y SU PARTICIPACIÓN EN EL EMPRESARIADO
La familia, como unidad de producción y de consumo que maximiza los recursos
humanos y económicos de que dispone para conseguir una autonomía
económica y laboral, se encuentra en la base del éxito de la migración
internacional china.
Siendo una migración familiar es reseñable y característico
el lugar que ocupan las mujeres en el proyecto migratorio. Hemos visto que hay
menos mujeres que hombres chinos –llegan más varones que mujeres
que luego reunifican a sus familias– y que la tasa de actividad laboral
femenina china es semejante al promedio del total de los extranjeros residentes
en España. Hasta aquí los datos estadísticos perfilan una
pauta normalizada de flujo migratorio tradicional en el colectivo chino.
Si nos adentramos en los datos de contratación laboral según los
permisos de trabajo, obtenemos una imagen peculiar para el caso de las mujeres
chinas. Según la explotación realizada por López de Lera
(2004) sobre la actividad empresarial femenina a partir del stock de permisos
de trabajo a fecha del 31 de diciembre de 2000, de 3.870 permisos por cuenta propia
a mujeres migrantes (lo que suponía el 4% del total de permisos de trabajo
por cuenta propia), la mayoría correspondía a mujeres asiáticas
(41%), básicamente de nacionalidad china. Según los grupos por ocupación
profesional, en la categoría de “directoras” las inmigrantes
chinas suponían el 81% de todas las mujeres asiáticas, lo que a
su vez representaba el 43% del total de las mujeres extranjeras en ese grupo de
ocupación. La mayoría de las directivas chinas estaban en el sector
de la hostelería, acompañadas por un 8% de mujeres indias con permiso
de trabajo como directivas en el comercio.
El perfil de las empresarias es de mujeres casadas entre 30 y 49 años que tienen sus negocios en Madrid y
Barcelona, lugares donde aparecen registradas una de cada tres empresarias chinas.
Estos datos no hacen sino constatar una realidad fácilmente visible en
nuestras ciudades, donde las mujeres chinas no sólo están en los
restaurantes sino también en las fruterías, zapaterías, peluquerías,
etc.
Según los datos de alta de la Seguridad Social a fecha del 10 de abril
de 2002, analizados por el colectivo IOE (2002), el perfil mayoritario de cotizantes
a la Seguridad Social en régimen de trabajadores autónomos era el
de varones europeos, seguido en segundo lugar por las mujeres chinas, que superaban
proporcionalmente a sus compatriotas varones.
El grupo de trabajadores chinos se encuentra por encima del promedio en cuanto
a contratación por cuenta propia, pero las mujeres chinas no solamente
son las más empresarias de todas las mujeres extranjeras con permiso de
trabajo, sino que además lo son en mayor proporción que los varones
chinos, lo cual no deja de ser un dato revelador ya que nos indica que la migración
familiar china no impide que las mujeres tengan un estatus laboral en el país
de destino, como lo tienen sus padres, maridos o hermanos.
La lógica que opera en el funcionamiento y organización de la familia-empresa
permite que sus miembros puedan aparecer no sólo como mano de obra sino
también como propietarios –“directoras”, según
la ocupación profesional anteriormente señalada– ya que redunda
en la propiedad comunitaria (familiar) de la empresa y en el prestigio familiar,
puesto que a mayor visibilidad de la propiedad, mayor es el éxito económico
alcanzado. Por otro lado, si ser empresario conlleva un cierto prestigio en el
marco de la migración china, éste afecta por igual a la mujer empresaria,
que además le permite ocupar una posición social y familiar más
cercana –equilibrada, igualitaria– a la del varón. Pero, y
esto es lo importante, el interés de las mujeres en testimoniar su valor
económico no entra en contradicción con la ideología del
modelo empresarial chino porque su trabajo va encaminado a conseguir la movilidad
social de toda la familia, objetivo por el cual las mujeres son respetadas y no
criticadas por querer alterar la jerarquía familiar (Sáiz, en prensa).
EL ESPACIO SOCIAL: ENTRE LA COMUNIDAD ÉTNICA Y LA SOCIEDAD
El dinamismo que se aprecia en el nicho económico étnico chino tiene
su correspondencia en el ámbito social en la formación de asociaciones
de residentes chinos. Una tipología posible incluiría: 1) las de
tipo gremial –de restaurantes, de comerciantes–; 2) por lugar de origen:
Qingtian, Wenzhou, Shanghai; 3) de ámbito general, como por ejemplo de
mujeres; 4) de carácter cultural, artístico; 5) federaciones y confederaciones;
y 6) mixtas, como las asociaciones chino-catalanas, chino-españolas. Las
asociaciones funcionan independientemente de su registro oficial y, con la excepción
de aquellas que tienen como objetivo fundamental la inversión en China,
la mayor parte de ellas pretende difundir y mantener la cultura china.
La actividad asociativa reporta prestigio a sus directivos quienes suelen ser
las personas con más antigüedad residencial en el Estado español
y, por ello, las que han tenido más tiempo para lograr un cierto éxito
económico. Así, prestigio, cultura y economía conforman los
tres elementos básicos en el ejercicio de la representación comunitaria
china.
La larga trayectoria de la presencia china en el Estado español está
facilitando que su imagen social ya no esté vinculada única y exclusivamente
a las “mafias”, imagen recurrente en los medios de comunicación
durante la década de los noventa. En la actualidad las personas chinas
adquieren una mayor diversidad en el imaginario colectivo a la vez que el nivel
de relación con las instituciones locales cada vez es más elevado,
a lo que contribuye tanto el hecho de que hay más hombres y mujeres chinos
que hablan las lenguas locales, como el lugar que la República Popular
China ocupa en la geopolítica mundial.
Una de las primeras actividades culturales en que primero concentraron sus esfuerzos
fue la creación de escuelas de lengua china para los hijos escolarizados
en el sistema educativo del Estado español. La preocupación de los
padres para que sus hijos aprendan el mandarín se mantiene en la actualidad
y sus escuelas cada vez acogen a más alumnado. Además de un referente
cultural importante, la lengua china, es un factor de cohesión entre los
distintos miembros de la comunidad aquí residentes: entre todos los ciudadanos
chinos que proceden de cualquier lugar del continente e incluso con aquellos que
vienen de Singapur, Malasia, Taiwan y Hong Kong. Para todos ellos el mandarín
es la lengua franca y la que les devuelve el sentimiento de pertenencia a un origen
cultural común. Pero la lengua también permite mantener los vínculos
familiares entre la diáspora y origen, y entre los integrantes de la diáspora
china en el mundo.
La importancia de la familia en la sociedad china, en la migración y en
las actividades económicas que desarrollan justifica la creación
de lazos estrechos entre los miembros de la familia (extensa), aunque estén
distribuidos por países, ciudades y continentes diferentes. El mantenimiento
de una lengua común entre todo ellos, aunque los hijos nacidos en diferentes
países tengan como primera lengua la local, es un factor importante que
ayuda a la cohesión familiar y económica. Esta es una de las razones
por las que las escuelas de lengua china han proliferado en todos los países
en los que están presentes. Además, por lo general, los padres poseen
un escaso dominio de las lenguas locales de las sociedades de acogida lo que afecta
a la trasmisión de valores familiares y culturales a los hijos educados
en ellas, y que, en cierto sentido, se trata de minimizar con el aprendizaje del
chino y, sobre todo, de la escritura, la mejor abanderada de la cultura china
y la mejor trasmisora cultural.
El hecho de que los padres quieran que sus hijos sean competentes en la lengua
de su país de origen no implica que sean contrarios a que se escolaricen
y eduquen en el país de destino. La biculturalidad puede convertirse en
el mejor aliado para los negocios familiares y para el futuro de los hijos tanto
en origen como en destino, dos polos direccionales que cambian su sentido con
el paso de las generaciones puesto que el origen de los padres no lo asumen necesariamente
los hijos. De hecho, muchos de los escolarizados en la sociedad de acogida consideran
el castellano como su primera lengua y con el paso de los años manifiestan
una desvinculación afectiva con el pueblo de su familia natal.
Tanto para China como para el Estado español es importante la existencia
de estas personas que, de manera paralela, se han socializado en dos mundos culturales,
precisamente los de los dos países implicados en esta “relación
internacional” tan peculiar que se basa en las personas y no en los discursos
de las instancias políticas de los países receptores de migrantes
habitualmente centrados en la seguridad y en el control (Bermúdez, 2004).
La biculturalidad de los hijos de las familias de origen chino, por tanto, es
un bien, un recurso que gestionado adecuadamente por parte de la sociedad se puede
convertir en un pilar de capital importancia en las relaciones interculturales
e internacionales.
Hasta qué punto los jóvenes chinos escolarizados en los centros
educativos del Estado español están desarrollando o pueden desarrollar
una “cultura híbrida” simbolizada por un bilingüismo,
es algo para lo que tendremos que esperar todavía unos cuantos años;
pero lo que sí parece seguro es que es tarea de todos –familia, comunidad
china y sociedad– trabajar para que puedan conseguirlo.
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