Revista Cidob d\'Afers Internacionals

La migración china en España: características generales

por Amelia Sáiz López

Revista Cidob d\'Afers Internacionals nº 68, diciembre-enero 2005

El paisaje humano de España ha ido variando paulatinamente desde la década de los ochenta, fecha en la que empezamos a vislumbrar una tímida presencia de personas venidas de fuera. El número de residentes extranjeros ha ido en aumento desde entonces, creciendo en diversidad étnica, laboral, residencial. Así, en la actualidad, la presencia de trabajadores de origen extranjero no es monopolio de las grandes ciudades españolas: el aumento del nivel de vida, la mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral, la necesidad de mano de obra no cualificada, etc., son factores, entre otros, que permiten el asentamiento de los trabajadores migrantes a lo largo y ancho del país.

Hoy en día, pues, no es ni novedad, ni resulta en absoluto exótico ver a personas chinas por las calles de nuestros barrios, ciudades y pueblos. Atrás quedaron los años en que su presencia era invisible –no se les veía, no se les oía, no molestaban–, asociada solamente al restaurante chino del lugar. Ahora, sigue habiendo restaurantes, pero se han insertado también en otros sectores económicos y podemos encontrarles en las tiendas de regalos de objetos baratos –las tiendas de “todo a cien” que para muchas personas es la “de los chinos”–, supermercados, zapaterías, peluquerías, tiendas de ropa, de frutos secos, etc. Actualmente son más y necesitan más espacio geográfico, económico y social.

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS: ENTRE LA DISPERSIÓN Y LA CONCENTRACIÓN

En la tabla 1 podemos ver cómo ha evolucionado la población de residentes chinos en el Estado español y en las comunidades autónomas donde su presencia es mayor. Desde 1961 el crecimiento ha sido sostenido tanto en el ámbito estatal como regional, destacándose el quinquenio 1995-2000 que experimenta un gran aumento de residentes chinos en España. No olvidemos que estamos analizando los datos de residencia y que durante estos años se produjeron dos procesos de regularización (1996, 2000) en el Estado español. Desde el año 2000, el número de ciudadanos chinos no ha dejado de incrementarse, si bien es cierto que en los últimos años lo hace a menor ritmo.

Por comunidades autónomas es reseñable que hasta 1995 Madrid se situaba en el primer puesto en cuanto a residentes chinos y, desde entonces, Cataluña la ha superado. Canarias experimentó un fuerte crecimiento de presencia china en la década de los ochenta, y también lo hicieron la Comunidad Valenciana y Andalucía cinco años después, siempre con menor volumen absoluto que las dos grandes, Madrid y Cataluña. Así pues, el asentamiento chino en el Estado español ha seguido una pauta más o menos constante en torno a los territorios que concentran más población: las grandes ciudades y el litoral mediterráneo.

La dedicación de las personas chinas a la restauración ha influido en su distribución geográfica. A pesar de que su presencia se remonta a principios del siglo XX, no será hasta la década de los ochenta cuando los restaurantes chinos empiezan a ser familiares a la población española, debido a dos factores fundamentales: el punto de saturación alcanzado en Europa por la restauración china, y el incremento del nivel de vida del Estado español que supone cambios en las prácticas dietéticas, como comer fuera de casa y la degustación de “sabores exóticos”. El típico restaurante chino es un negocio cuya mano de obra, en primera instancia, la componen los propios miembros de la familia. Así, para que el negocio prospere requiere una cuota de mercado –un número mínimo de clientes por debajo del cual no resulta rentable– que se consigue gracias a una localización estratégica del local, para asegurarse la menor competencia posible, de ahí que la población china se distribuyera y dispersara por los grandes municipios y las ciudades del litoral, pues son los que reciben más visitantes –turistas– a lo largo del año.

Sin embargo, el incremento persistente de residentes chinos también se ha dado en las ciudades españolas del interior –representado en la tabla por la Comunidad de Castilla-León–, lo que ejemplifica la necesidad de ampliar el mercado cuando el crecimiento de la oferta es constante. Así, a lo largo de la primera parte de la década de los noventa la distribución geográfica de la población china alcanzó a todas las provincias y ciudades grandes del Estado español, en lo que podríamos denominar la primera expansión hacia el interior de la población china (para el caso concreto de Cataluña, véase Beltrán y Sáiz, 2001).

La segunda mitad de la década de los noventa se caracteriza por el gran crecimiento de la población residente china que es incapaz de absorber en su totalidad el sector de la restauración, por lo que fue necesario diversificar las actividades económicas en las que insertarse. Desde comienzos de los años noventa se detectaron trabajadores chinos en el sector industrial de la confección, en un primer momento dispersos por la geografía estatal. Sin embargo, durante la segunda mitad se apreció una cierta concentración de residentes chinos en ciudades del área metropolitana de Madrid y de Barcelona fundamental- mente, fenómeno que se hace “espectacularmente” visible ya entrados en el siglo XXI.

Si la restauración exigía una ubicación dispersa, la confección requiere una mano de obra intensiva, concentrada, disponible, y así surgieron zonas donde los residentes chinos alcanzan un porcentaje con respecto al total de población muy por encima del promedio. No obstante, estas concentraciones son escasas en todo el Estado español –básicamente Lavapiés y Fuenlabrada en Madrid, Santa Coloma de Gramenet en Barcelona– y en lugar de constituir la norma, son la excepción a la estrategia de asentamiento de la población china.

La concentración es un fenómeno que favorece la aparición de pequeños comercios étnicos, es decir, tiendas regenteadas por personas chinas con independencia de la nacionalidad de sus productos. Así, el comercio étnico es diverso en relación con sus clientes pues junto a supermercados, peluquerías, restaurantes de comida china, destinados fundamentalmente a compatriotas, aparecen tiendas de alimentación, fruterías, zapaterías, etc., que necesitan de la clientela local –autóctona– para prosperar. En este sentido, concentración no implica (auto)exclusión o “guetización”, el comercio necesita de clientela, cuanta más mejor, para ser rentable.

La concentración ha dado lugar a una nueva fase en la distribución geográfica. Muchas familias han recurrido al trabajo en la confección como un medio relativamente rápido para la acumulación de capital con el objetivo de invertir posteriormente en la apertura de negocios, generalmente relacionados con el comercio. Estas empresas, al igual que la restauración, necesitan una cuota de mercado que se consigue en “territorios de frontera”, es decir, en barrios y ciudades donde la competencia no existe o es mínima. Así, a comienzos del siglo XXI, asistimos a una segunda fase de expansión hacia el interior de la población china, en esta ocasión con la apertura de tiendas de regalos, principalmente. No hay que olvidar que el comercio étnico se desarrolla gracias, y paralelamente, al cambio generacional en el mundo laboral que en muchos sectores no encuentra recambio entre la población autóctona y deja libres espacios económicos y comerciales que están siendo ocupados por la población migrante.

PROCEDENCIA Y ESTRUCTURA DE POBLACIÓN DE LOS RESIDENTES CHINOS: UN ASENTAMIENTO FAMILIAR La población china residente en el Estado español tiene distintas procedencias. En la actualidad la mayoría de los ciudadanos chinos en todo el Estado español son del sur de la provincia de Zhejiang, del distrito de Qingtian, y de sus distritos vecinos pertenecientes a la municipalidad de Wenzhou. Aproximadamente el 70% tiene su origen en estas pequeñas comarcas meridionales de China, especializadas en la migración internacional desde las décadas de los veinte y los treinta.

Qingtian es un distrito rural de 2.500 kilómetros cuadrados, que ha prosperado gracias a la migración internacional y que cuenta con emigrantes con un gran éxito económico repartidos por todo el mundo, aunque se concentran especialmente en Europa occidental. España es el país que cuenta con la mayor proporción de chinos procedentes de Qingtian con respecto al total del conjunto de los residentes procedentes de aquel país.

Los originarios de Taiwan están presentes en el Estado español desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República de China en Taiwan y España (1953-1973), lo que supuso la llegada de estudiantes, algunos de los cuales acabaron estableciéndose aquí y abrieron pequeñas empresas, como restaurantes, durante los años setenta y ochenta. Muchos de estos restaurantes cerraron ante la nueva competencia de los continentales a comienzos de los años noventa. Taiwan ha continuado enviando estudiantes; algunos se han establecido en el Estado español regentando negocios como la importación y venta de material informático.

Los ciudadanos chinos procedentes de Hong Kong, muchos de ellos a su vez emigrantes desde la China continental, llegaron por primera vez a partir de reemigraciones desde el Reino Unido, los Países Bajos y Bélgica, donde se asentaron previamente. Los chinos de Hong Kong han mantenido vínculos muy estrechos con sus parientes de China y se convierten en la plataforma para su emigración hacia otros países. De este modo llegaron también a España los procedentes de la provincia de Guangdong, vía Hong Kong.

De los grupos que también tienen su origen en la República Popular China, cabe destacar la importancia de los de la ciudad de Shanghai, por un lado, y en menor medida, de Beijing, la capital. También los hay de otras provincias como Fujian, Anhui, Jiangsu. De cualquier modo, lo más destacable en la actualidad son las nuevas corrientes migratorias que proceden o bien de la provincia de Shandong, o bien de las tres del noreste chino: Liaoning, Heilongjiang y Jilin, región conocida anteriormente como Manchuria. Este nuevo grupo de Shandong y del noreste está cobrando importancia porque su volumen y proporción dentro de la comunidad china ha aumentado de forma significativa en los últimos años y son fácilmente identificables como grupo, en tanto que se les asignan características comunes por el resto de los residentes chinos, como lo son, por otra parte, los procedentes de Qingtian y Wenzhou.

El grueso de los residentes chinos en el Estado español son personas en edad laboral (81,1%, en 2004). Aunque la razón entre los sexos es favorable a los varones, las mujeres chinas cada vez son más y el grupo de edad menor de 16 años ha experimentado el mayor crecimiento interperíodo en el 2004.

Se dice que la migración es una estrategia familiar de movilidad social ascendente, con independencia del número de miembros familiares que emigren; la migración filipina al Estado español se ha caracterizado por estar muy feminizada, es decir, por ser las mujeres las que han venido a trabajar quedándose el resto de la familia viviendo en su país; por el contrario, en el caso de la migración pakistaní son los varones los que están aquí trabajando. En el caso chino, la migración tiene una estructura familiar de tipo nuclear –padres e hijos menores de edad– pues las personas mayores de 64 años son muy pocas –los abuelos–, grupo de edad que ha ido perdiendo peso porcentual en el total de la población china, a pesar de que ha aumentado en términos absolutos.

Es el grupo familiar, y no las personas, la unidad básica de movilidad, con lo que ello supone para la sociedad de acogida en cuanto a servicios para toda la población: escuelas, atención sanitaria, etc. La población joven china, los menores de 16 años, suponen el 16,7% del total de los residentes, porcentaje muy similar al mismo grupo de edad del Estado español, en torno al 17%.

La importancia del grupo familiar como unidad básica de movilidad hacia el país de destino, lejos de desaparecer –porque los hijos ya nacen aquí por ejemplo– se mantiene, ya que todavía hay descendientes en China que van llegando poco a poco. Así, el orden de llegada es primero los adultos, los que están en edad laboral incluidas las mujeres, y después los menores de edad; pero la tendencia es a reunirse aquí, por lo que la reunificación familiar sigue siendo un aspecto importante de la llegada de ciudadanos chinos al Estado español.

EL TRABAJO: EL EMPRESARIADO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL NICHO ECONÓMICO ÉTNICO

La población china en el Estado español ha constituido un nicho económico étnico desarrollado en los intersticios de la economía nacional, que ha tratado de evitar la competencia directa con el mercado laboral local1. El nicho étnico surge cuando las personas de un mismo origen se concentran en un sector económico donde controlan la propiedad de empresas y/o de una parte importante de la fuerza de trabajo. Para el caso chino, en general, cuenta con una importante y significativa tasa de trabajo autónomo porque tienden a ser propietarios de empresas, a menudo de carácter familiar, dentro del ámbito de la industria (talleres de confección) y de los servicios (hostelería y comercio).

Los datos de la tabla 3 confirman la tendencia de los trabajadores chinos a tener una tasa mayor de trabajo por cuenta propia que la media de extranjeros e incluso mayor que la del promedio de los migrantes asiáticos, tendencia que crece con los años.

Sin embargo, a pesar de la tendencia a la autonomía laboral de parte de los trabajadores chinos, los asalariados constituyen el grueso de la contratación laboral porque en el nicho económico la mano de obra empleada y/o asalariada es fundamentalmente coétnica, circunstancia evidente en el caso de la empresa familiar, pero también en empresas no familiares que han reclutado a trabajadores coétnicos mediante el despliegue de redes sociales que incluyen a parientes, amigos y vecinos.

El trabajo asalariado en el nicho étnico proporciona, por una parte, la experiencia y el conocimiento necesario para después independizarse dentro del mismo sector; y por otra, el capital para hacerlo mediante el ahorro de sus ingresos y/o de créditos que se pueden obtener dentro de la comunidad étnica. Por lo tanto, el nicho económico se va reproduciendo y recluta a nueva fuerza de trabajo hasta que satura su oferta, momento en que hay que buscar nuevos mercados o nuevos sectores para invertir.

El nicho étnico ha mostrado el camino a seguir para la movilidad social ascendente, motivo básico del proyecto migratorio familiar chino. Sin embargo, en la actualidad el crecimiento de la población china es mayor de lo que el nicho étnico puede absorber por lo que desde hace unos años se observa la presencia de trabajadores chinos en el mercado laboral nacional, fenómeno novedoso tanto en nuestro país como en otros europeos (Ceccagno, 2003). La presencia de trabajadores en industrias autóctonas, como las cárnicas, fábricas de embalaje, sobre todo, también coincide con la llegada de chinos del noreste de China, que presentan características diferentes a los qingtianeses, para quienes por proceder de un qioxiang o comarca de migrantes, la migración como proyecto vital familiar es algo que afecta a todos sus residentes, pues la mayor parte de ellos tienen parientes trabajando e incluso establecidos en los países de destino, es decir, son propietarios de sus empresas, ya sea un restaurante, una tienda de ropa o una empresa de exportación/importación.

Para los chinos del noreste la migración adquiere otro significado. Muchos de ellos ya han sido asalariados, con un nivel educativo más alto y con un estilo de vida más urbano. No todos los procedentes de esta zona vienen con sus familias; también hay muchas mujeres y hombres solteros, algunos de los cuales, especialmente ellas, establecen relaciones sentimentales y matrimoniales con personas autóctonas. Algunos trabajan para sus compatriotas del sur –los qingtianeses–, bien como trabajadores en los talleres de confección o como servicio doméstico. Otros se encuentran en las ciudades del interior trabajando en las fábricas con empleadores nacionales. Para algunos el proyecto es pasar unos años trabajando aquí y volver con el dinero ahorrado a establecerse en sus lugares de origen. Otros se casan con los de Qingtian o Wenzhou y continúan con el negocio familiar. Los de mayor nivel educativo pueden aprender las lenguas locales con más facilidad y con ellas pueden manejarse mejor en la sociedad. Conocer las lenguas locales permite ampliar los límites del espacio social y laboral y salir del nicho étnico.

Los datos que nos ofrece la tabla 4 corroboran lo dicho anteriormente. La contratación en servicios sigue siendo mayoritaria para todos los trabajadores extranjeros, y mucho más para los chinos. Sin embargo, desde hace dos años se ve una tendencia a la disminución de la contratación laboral en este sector de la que se beneficia sobre todo la construcción, donde el aumento de trabajadores chinos está siendo significativo. Por otra parte, la presencia de trabajadores en la industria es mayor que el promedio para todos los extranjeros, de lo que es responsable en buena parte la participación china en la industria textil mediante el trabajo en los talleres de confección.

En resumen, los trabajadores chinos consolidan el modelo de empresa familiar en el nicho étnico a la vez que empiezan su incursión en el mercado laboral autóctono o nacional, destacándose su presencia en el sector de la construcción y de la industria.

LAS MUJERES CHINAS Y SU PARTICIPACIÓN EN EL EMPRESARIADO

La familia, como unidad de producción y de consumo que maximiza los recursos humanos y económicos de que dispone para conseguir una autonomía económica y laboral, se encuentra en la base del éxito de la migración internacional china.

Siendo una migración familiar es reseñable y característico el lugar que ocupan las mujeres en el proyecto migratorio. Hemos visto que hay menos mujeres que hombres chinos –llegan más varones que mujeres que luego reunifican a sus familias– y que la tasa de actividad laboral femenina china es semejante al promedio del total de los extranjeros residentes en España. Hasta aquí los datos estadísticos perfilan una pauta normalizada de flujo migratorio tradicional en el colectivo chino.

Si nos adentramos en los datos de contratación laboral según los permisos de trabajo, obtenemos una imagen peculiar para el caso de las mujeres chinas. Según la explotación realizada por López de Lera (2004) sobre la actividad empresarial femenina a partir del stock de permisos de trabajo a fecha del 31 de diciembre de 2000, de 3.870 permisos por cuenta propia a mujeres migrantes (lo que suponía el 4% del total de permisos de trabajo por cuenta propia), la mayoría correspondía a mujeres asiáticas (41%), básicamente de nacionalidad china. Según los grupos por ocupación profesional, en la categoría de “directoras” las inmigrantes chinas suponían el 81% de todas las mujeres asiáticas, lo que a su vez representaba el 43% del total de las mujeres extranjeras en ese grupo de ocupación. La mayoría de las directivas chinas estaban en el sector de la hostelería, acompañadas por un 8% de mujeres indias con permiso de trabajo como directivas en el comercio.

El perfil de las empresarias es de mujeres casadas entre 30 y 49 años que tienen sus negocios en Madrid y Barcelona, lugares donde aparecen registradas una de cada tres empresarias chinas. Estos datos no hacen sino constatar una realidad fácilmente visible en nuestras ciudades, donde las mujeres chinas no sólo están en los restaurantes sino también en las fruterías, zapaterías, peluquerías, etc.

Según los datos de alta de la Seguridad Social a fecha del 10 de abril de 2002, analizados por el colectivo IOE (2002), el perfil mayoritario de cotizantes a la Seguridad Social en régimen de trabajadores autónomos era el de varones europeos, seguido en segundo lugar por las mujeres chinas, que superaban proporcionalmente a sus compatriotas varones.

El grupo de trabajadores chinos se encuentra por encima del promedio en cuanto a contratación por cuenta propia, pero las mujeres chinas no solamente son las más empresarias de todas las mujeres extranjeras con permiso de trabajo, sino que además lo son en mayor proporción que los varones chinos, lo cual no deja de ser un dato revelador ya que nos indica que la migración familiar china no impide que las mujeres tengan un estatus laboral en el país de destino, como lo tienen sus padres, maridos o hermanos.

La lógica que opera en el funcionamiento y organización de la familia-empresa permite que sus miembros puedan aparecer no sólo como mano de obra sino también como propietarios –“directoras”, según la ocupación profesional anteriormente señalada– ya que redunda en la propiedad comunitaria (familiar) de la empresa y en el prestigio familiar, puesto que a mayor visibilidad de la propiedad, mayor es el éxito económico alcanzado. Por otro lado, si ser empresario conlleva un cierto prestigio en el marco de la migración china, éste afecta por igual a la mujer empresaria, que además le permite ocupar una posición social y familiar más cercana –equilibrada, igualitaria– a la del varón. Pero, y esto es lo importante, el interés de las mujeres en testimoniar su valor económico no entra en contradicción con la ideología del modelo empresarial chino porque su trabajo va encaminado a conseguir la movilidad social de toda la familia, objetivo por el cual las mujeres son respetadas y no criticadas por querer alterar la jerarquía familiar (Sáiz, en prensa).

EL ESPACIO SOCIAL: ENTRE LA COMUNIDAD ÉTNICA Y LA SOCIEDAD El dinamismo que se aprecia en el nicho económico étnico chino tiene su correspondencia en el ámbito social en la formación de asociaciones de residentes chinos. Una tipología posible incluiría: 1) las de tipo gremial –de restaurantes, de comerciantes–; 2) por lugar de origen: Qingtian, Wenzhou, Shanghai; 3) de ámbito general, como por ejemplo de mujeres; 4) de carácter cultural, artístico; 5) federaciones y confederaciones; y 6) mixtas, como las asociaciones chino-catalanas, chino-españolas. Las asociaciones funcionan independientemente de su registro oficial y, con la excepción de aquellas que tienen como objetivo fundamental la inversión en China, la mayor parte de ellas pretende difundir y mantener la cultura china.

La actividad asociativa reporta prestigio a sus directivos quienes suelen ser las personas con más antigüedad residencial en el Estado español y, por ello, las que han tenido más tiempo para lograr un cierto éxito económico. Así, prestigio, cultura y economía conforman los tres elementos básicos en el ejercicio de la representación comunitaria china.

La larga trayectoria de la presencia china en el Estado español está facilitando que su imagen social ya no esté vinculada única y exclusivamente a las “mafias”, imagen recurrente en los medios de comunicación durante la década de los noventa. En la actualidad las personas chinas adquieren una mayor diversidad en el imaginario colectivo a la vez que el nivel de relación con las instituciones locales cada vez es más elevado, a lo que contribuye tanto el hecho de que hay más hombres y mujeres chinos que hablan las lenguas locales, como el lugar que la República Popular China ocupa en la geopolítica mundial.

Una de las primeras actividades culturales en que primero concentraron sus esfuerzos fue la creación de escuelas de lengua china para los hijos escolarizados en el sistema educativo del Estado español. La preocupación de los padres para que sus hijos aprendan el mandarín se mantiene en la actualidad y sus escuelas cada vez acogen a más alumnado. Además de un referente cultural importante, la lengua china, es un factor de cohesión entre los distintos miembros de la comunidad aquí residentes: entre todos los ciudadanos chinos que proceden de cualquier lugar del continente e incluso con aquellos que vienen de Singapur, Malasia, Taiwan y Hong Kong. Para todos ellos el mandarín es la lengua franca y la que les devuelve el sentimiento de pertenencia a un origen cultural común. Pero la lengua también permite mantener los vínculos familiares entre la diáspora y origen, y entre los integrantes de la diáspora china en el mundo.

La importancia de la familia en la sociedad china, en la migración y en las actividades económicas que desarrollan justifica la creación de lazos estrechos entre los miembros de la familia (extensa), aunque estén distribuidos por países, ciudades y continentes diferentes. El mantenimiento de una lengua común entre todo ellos, aunque los hijos nacidos en diferentes países tengan como primera lengua la local, es un factor importante que ayuda a la cohesión familiar y económica. Esta es una de las razones por las que las escuelas de lengua china han proliferado en todos los países en los que están presentes. Además, por lo general, los padres poseen un escaso dominio de las lenguas locales de las sociedades de acogida lo que afecta a la trasmisión de valores familiares y culturales a los hijos educados en ellas, y que, en cierto sentido, se trata de minimizar con el aprendizaje del chino y, sobre todo, de la escritura, la mejor abanderada de la cultura china y la mejor trasmisora cultural.

El hecho de que los padres quieran que sus hijos sean competentes en la lengua de su país de origen no implica que sean contrarios a que se escolaricen y eduquen en el país de destino. La biculturalidad puede convertirse en el mejor aliado para los negocios familiares y para el futuro de los hijos tanto en origen como en destino, dos polos direccionales que cambian su sentido con el paso de las generaciones puesto que el origen de los padres no lo asumen necesariamente los hijos. De hecho, muchos de los escolarizados en la sociedad de acogida consideran el castellano como su primera lengua y con el paso de los años manifiestan una desvinculación afectiva con el pueblo de su familia natal.

Tanto para China como para el Estado español es importante la existencia de estas personas que, de manera paralela, se han socializado en dos mundos culturales, precisamente los de los dos países implicados en esta “relación internacional” tan peculiar que se basa en las personas y no en los discursos de las instancias políticas de los países receptores de migrantes habitualmente centrados en la seguridad y en el control (Bermúdez, 2004). La biculturalidad de los hijos de las familias de origen chino, por tanto, es un bien, un recurso que gestionado adecuadamente por parte de la sociedad se puede convertir en un pilar de capital importancia en las relaciones interculturales e internacionales.

Hasta qué punto los jóvenes chinos escolarizados en los centros educativos del Estado español están desarrollando o pueden desarrollar una “cultura híbrida” simbolizada por un bilingüismo, es algo para lo que tendremos que esperar todavía unos cuantos años; pero lo que sí parece seguro es que es tarea de todos –familia, comunidad china y sociedad– trabajar para que puedan conseguirlo.

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