Ópera Actual

Entrevista a Ainhoa Arteta: "Me siento libre de equipaje"

por Francisco García Rosado

Ópera Actual nº 74, octubre 2004

ÓPERA ACTUAL: En España usted es más cantante de recitales que de ópera. Sus recitales levantan entusiasmos, pero en ópera, menos. Sin embargo parece que quien le haya escuchado últimamente pedirá su presencia en los grandes teatros en óperas escenificadas.

A INHOA A RTETA : En todos los teatros de ciudades que no son Barcelona o Madrid no sólo he cantado en representaciones de ópera, sino que he repetido con éxito, como en Sevilla, Bilbao, Málaga, Jerez o Maó. El Real y el Liceu se resisten, no sé por qué. Se les ha metido en la cabeza a alguno de sus responsables que Arteta no, y Arteta no. Cuando cambien de responsables posiblemente Arteta sí; y si no, hay otros teatros para poder seguir trabajando y dando al público lo mejor de una misma. De todas formas creo que terminarán cayendo y se alcanzará la normalidad. Con Bilbao, ya tengo contratada la Blanche de Dialogos de carmelitas y Manon , de Massenet. También tengo compromisos apalabrados en Munich, Amsterdan y el Met.

Junto al ex-presidente estadounidense Bill Clinton, después de ofrecer un recital en la Casa BlancaÓ. A.: ¿Cómo se ve fuera de España?

A. A.: En este momento estoy cambiando de agencia artística en Estados Unidos. El cambio se está produciendo en casi todos los campos de mi vida. El agente es muy importante. Ahora voy a debutar en Munich y Viena y mantengo mi presencia en los teatros de los Estados Unidos.

Ó. A.: ¿Qué incluye su repertorio operístico en la actualidad?

A. A.: Todo lo lírico, especialmente lo básico, sin entrar en papeles pesados. Quiero disfrutar de lo que he hecho y seguir haciéndolo y perfeccionarlo, más ahora, que de alguna manera estoy reiniciando todo. He pasado por un momento en el que estaba como atascada. Reinicio mi técnica de canto a los 38 años con Ruth Falcon. En marzo ella misma me comentó que esperaba que hubiéramos cogido a tiempo la situación pues mi voz no salía . No me encontraba a gusto con mi voz y había decidido un cambio en mi técnica. Ya había empezado a asimilar el cambio cuando en junio me ocurrió lo que todo el mundo conoce, es decir, la ruptura de mi matrimonio con Dwayne Croft; y se me cayó el mundo encima. Para un cambio vocal primero tienes que estar tranquila, relajada, y aquello fue entrar en una espiral de horror, porque de repente vi que me dejaban de la noche a la mañana en medio de un proceso en el que pretendo olvidar algo y asimilar otra cosa que todavía no sé lo que es.

Ó. A.: ¿No se esperaba nada de lo que le venía encima?

A. A.: No, en absoluto; para nada. Y coincidió todo. Ruth estaba muy preocupada porque en esa situación me decía “te he destruido el castillo que tenías y aún no te he construido uno nuevo”. Así las cosas, llegó el mes de agosto y en mi casa estuvimos trabajando sin descanso, en una especie de maratón, pero al fin conseguí lo que ella quería. Y canté en el Festival de Peralada como nunca he cantado en mi vida.

Ó. A.: ¿Está absolutamente convencida de que nunca había cantado como en ese momento?

A. A.: Así es. Lo vi. Sin embargo, es cierto que al analizarlo posteriormente quedaba también claro que aunque el castillo estaba levantado, también se encontraba sin afianzar. Con Ruth nos levantábamos a las 8 de la mañana y desde las 9 vocalizábamos hasta el mediodía y por la tarde otra vez; nada de preparar arias o canciones: sólo técnica. Nos pasamos por lo menos diez días en este plan y después de ello empezamos a preparar tres o cuatro piezas para Peralada. Más tarde, en octubre, tuve que volver a Nueva York para desmontar el apartamento y el mundo se me volvió a venir encima y la voz desapareció de nuevo. Empecé con las clases pero no había manera de coger una escala mínimamente bien; era inexplicable. Ruth no lo entendía, pero quedaba el recurso de que si había podido recuperarme una vez, ¿por qué no otra? En diciembre, cuando regresé a casa por Navidades, la situación seguía prácticamente igual. Y mi angustia crecía. Hablé con mi amigo Ramón Vargas, quien me aconsejó que visitara a un conocido otorrino de Viena por si había alguna anomalía en las cuerdas. Allí fui, y no encontró nada: “un pájaro triste no puede cantar. Cómo llevas un periodo largo de inactividad te ocurre como a los deportistas: tendrás que ir poco a poco, entrenando y recuperando tu voz. Las cuerdas son músculos y las tuyas están desentrenadas”.

Así comencé a trabajar de nuevo y en unas semanas mi voz ya salía ; ya podía empezar a cantar.

Ó. A.: Después de Peralada vino Bilbao, donde se la vio ligera de equipaje .

A. A.: Efectivamente, en Bilbao la voz estaba ligera, suave, sin peso; como bien dice, estaba ligera de equipaje . Me sentía cómoda, sin esfuerzo; natural. Es la forma como estoy cantando hoy, que es la manera como Ruth me ha enseñado a proyectar.

Ó. A.: Su historia profesional no se inicia a edad muy temprana, sino a los 28 años, cuando gana su primer premio con Plácido Domingo, aunque ya había ganado el Concurso del Metropolitan quince días antes. ¿Le ayudó el Concurso Operalia ?

A. A.: No.

Ó. A.: En torno a usted existe una especie de leyenda o chismorreo que la vincula a Plácido Domingo.

A. A.: Nunca jamás podré hablar mal de Plácido. Aparte de ser un gran cantante, es un gran ser humano. Pero a mí no me ha ayudado más que a otros cantantes. Si yo, por ejemplo, he estado en el Met, ha sido por mi propia mano y nunca jamás se me ha ocurrido pedirle a Plácido que influyera para que fuera admitida en tal o cual teatro. Sí es cierto que cuando gané Operalia , Angela Gheorghiu canceló La Rondine en Bonn porque en aquel entonces estaba iniciando su relación con Roberto Alagna y la mujer de Plácido, Marta Domingo, que la dirigía escénicamente, me llamó a mí. Eso supuso mi lanzamiento en el Met. Pero existe otra circunstancia: el premio del Operalia incluye una ropa por parte de la firma Givenchy , ayudando a lanzarte como mujer bella y glamurosa . Sin embargo, esa parte del premio no fue a parar finalmente a mí, sino a otra cantante que utilizó sus artes para conseguirlo. Por lo que también me ha traído consecuencias negativas ya que ha habido gente, público, que solamente se ha quedado con eso y no ha sabido ver a la cantante. En algún momento sí que hubiera deseado cambiar algunas cosas; ahora, nada. Mis valores como persona y artista están ahí. He tenido que luchar mucho a lo largo de mi carrera. Con esa imagen he dado conciertos por todas las ciudades de España y al principio de los mismos era recibida con gesto hosco y terminaba con el público en pie aplaudiendo entusiasmado. Mis armas son mis capacidades artísticas, mi entrega y comunicación como cantante y como ser humano. Y cuando no me han reconocido siempre he pensado que en algún momento se darían cuenta de quién era yo y de mis valores. Me costará más o menos, pero si hago las cosas bien sé que terminaré convenciendo.

Ó. A.: ¿De dónde viene su vocación musical? A. A.: Por parte de mi madre, está claro, porque en el País Vasco se juntan tres y ya hacen un coro; los coros están en la raíz misma de su ser. Por parte de mi padre la música adquiere unos tonos más intelectuales. Así creo que la genética vocal me viene de mi madre y la escénica, de interpretación, arrabalera, me viene de las hermanas de mi madre; pero sin haber tenido en casa al músico intelectual que era mi padre quizá no hubiera salido el potencial que él descubrió que podía haber en mí. Entonces empecé estudiando con él y posteriormente marché al conservatorio de Tolosa para acabar finalmente en Italia. Nunca pasé por Madrid, Barcelona o Valencia, y pienso que ese es un handicap que puede haber dificultado mi introducción en los escenarios españoles. Ésas han sido mis circunstancias involuntarias. He tenido mis profesores con los que me he ido compenetrando y de los que he ido aprendiendo. Antes hablaba de Ruth Falcon; necesitas identificarte con alguien, tener feeling , entender lo que quiere transmitirte.

Durante un recital en el Líbano, junto al tenor Plácido DomingoÓ. A.:¿Cómo se plantea sus nuevos personajes?

A. A.: Busco cuanto exista de literatura, cine o teatro que tenga que ver con el tema y el personaje. Esto, indudablemente, junto a la memorización de la partitura. Procuro empaparme del contexto en que se mueve, siente, vive o piensa el rol en cuestión, el siglo, la época, las circunstancias o gestos. Luego, puede ser que de todo lo que he recogido quede un 15 por cien, o un 5, no sé, pero intento sacar todo lo que puedo del personaje.

Ó. A.: Hecho este trabajo, llega al teatro y se encuentra al director de escena que le plantea: “No, la historia no es ésa; es otra que yo me he inventado sobre la música de este compositor”. ¿Qué hace usted?

A. A.: Una de dos: o ese señor tiene tal poder en el mundo lírico que no te queda otro remedio que pasar por ahí –cosa que pasa mucho– o ya estás a una altura en tu carrera en la que puedes decir “Lo siento mucho, pero me voy a mi casa y que me vengan a buscar para la siguiente, pero por ahí no paso”. Incluso a veces te quieren obligar a cantar en actitudes o posturas imposibles para el canto. Entonces intentas dialogar con el director de escena, y si admite el diálogo puede arreglarse; si no, siempre habrá otro cantante dispuesto a hacer lo que tú no puedes. Esto, al final, es una moda que terminará pasando y las cosas volverán a su sitio. ¿Qué más se puede hacer que no sea matar en vivo y en directo a los protagonistas?

Ó. A.: Éste no es el único problema que amenaza al futuro de la ópera. También está el brutal encarecimiento de la misma a cuenta del capítulo de producción y dirección escénica. ¿Qué opina?

A. A.: Efectivamente éste en un asunto muy grave y que tiene mucho que ver con el contexto en el que se desarrolla hoy el género lírico que va en paralelo a los grandes espectáculos musicales estadounidenses e ingleses con medios fabulosos que se rentabilizan estando en cartel meses y años y a la evolución del cine con una sofisticación tecnológica de efectos increíbles. Todo ello se pretende imitar en la ópera, con lo que se encarece terriblemente sin añadir ninguna magia especial a costa del dinero público o de empresa privadas.

Ó. A.: ¿Cómo ve su futuro?

A. A.: Ahora me siento muy bien, tranquila, contenta conmigo misma, satisfecha del trabajo vocal que estoy haciendo; y espero contagiar esta satisfacción a los que me estén escuchando. Veo que tengo mucho tiempo por delante. Humanamente también me siento bien, con muchas ganas de trabajar, de dar todo lo que pueda de mí. Como comentábamos antes, me siento ligera de equipaje .

Después de una gira de recitales por España –entre el 20 de agosto y el 28 de septiembre–, Ainhoa Arteta se trasladará a la Ópera de Puerto Rico para ofrecer otro recital antes de regresar al Metropolitan Opera House donde cantará La Óveme (octubre-noviembre). Después se trasladará a Menorca para cantar en Don Giovanni (diciembre), al Auditorio de Castellón para un concierto dirigida por Roberto Rizzi Brignoli (25 de enero de 2005) y continuar con una gira por España con arias de Mozart junto a la Orquestra de Cadaqués, con Neville Marriner en el podio (febrero). La esperan un recital en Argel y su debut en la Bayerische Staatsoper con Faust (abril) y en el Liceu con un recital (23 de mayo).

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