No parece dudoso que estamos viviendo una época dorada para el canto baritonal de cámara: Thomas Hampson, Christian Gerhaher, Matthias Goerne, Thomas Quasthoff, entre otros, componen un equipo sólido y brillante que nos obliga a remontarnos hasta los años de Gerhard Hüsch, Heinrich Schlussnuss y el joven Hans Hotter para establecer una referencia. Cierto es que, desde entonces, se ha consolidado el género, sobre todo por la obra de pianistas acompañantes y repertoristas como Michael Raucheisen y Gerald Moore. Ya no se trata de sacar al cantante del escenario operístico y llevarlo a la plataforma de concierto, sino de formarlo en el repertorio camerístico como un espacio autónomo. Median, además, en esta historia, figuras tan singulares y enciclopédicas como Gérard Souzay y Dietrich Fischer-Dieskau.
Al paisaje descrito corresponde sumar la presencia del alemán Dietrich Henschel, nacido en Berlín en 1967, ciudad donde tomó clases con el citado e ilustre Fischer-Dieskau, tras formarse la voz en Munich con Hanno Blanschke. Enseguida fue obteniendo diversos premios, el más importante de los cuales es el convocado por el Concurso Internacional Hugo Wolf. Su debut en el proscenio se dio en 1990, en la Bienal de Munich, con El preceptor de Reverdy. Esta obra le señaló una querencia de su futuro repertorio: la ópera contemporánea. En efecto, Henschel obtuvo sus primeros resonantes éxitos en los protagonistas de El príncipe de Homburgo de Hans Werner Henze y Doktor Faustus de Ferruccio Busoni. Entre tanto, era comprometido por la Ópera de Kiel (1993-1995) y, a partir de 1996, por diversas salas europeas: la citada Berlín, Stuttgart, Bonn, Lyon, más festivales como los dedicados a Richard Strauss en Garmisch, la Schubertiade, el Beethoven de Bonn, el Europeo de Stuttgart y el de Schleswig-Holstein.
Dotado de una voz de amplia tesitura, que se puede categorizar como de bajo-barítono, la flexibilidad del canto de Henschel (en la cual la huella de su maestro se hace presente sin caer en mimetismos manieristas de inútil insistencia) lo habilita para adentrarse en el mencionado repertorio actual como en grandes obras del pasado. En la primera especialidad cabe recordar: Wozzek de Alban Berg, Pélléas et Mélisande de Debussy (protagonista), Romeo y Julieta en la aldea de Delius, el Touzenbach en Las tres hermanas de Eötvös, Cardillac de Hindemith, La ciudad muerta y El anillo de Polícrates de Korngold y La escala de Jacob de Schoenberg (rol de Gabriel). En otros campos escénicos, hasta sumar 35 títulos, la ductilidad de Henschel desde la ópera antigua (Monteverdi) hasta la opereta y la comedia musical (Johann Strauss, Suppé y Leonard Bernstein), pasando por el mundo clásico (Gluck y Mozart), el romanticismo Biedermeier (Nicolai y Lortzing), el Dandini y el Fígaro rossinianos, hasta alcanzar a Gounod, Puccini y Richard Strauss, sin olvidarse de Wagner (Beckmesser, Wolfram, Amfortas y el Heraldo de Lohengrin ).
Un sector decisivo en su labor es el mundo de la canción, donde cuenta con brillantes pianistas del género, conocidos por el público español, como Irwin Gage, Fritz Schwinghammer, Helmuth Deutsch y Leonard Hokanson más el concurso de Shiny Okahara, con quien visita regularmente Japón desde 1996. Sobre una puesta en escena de Peter Stosser, Gage y Henschel han representado el schubertiano Viaje de invierno. En este ramo y en el concierto vocal con orquesta, España recibirá el arte de Henschel entre primavera y verano: Zaragoza, Madrid, Valencia, Salamanca.
El arte de nuestro cantante puede, ampliamente, ser juzgado a través de sus grabaciones. Destacan sus menús de canción romántica y moderna: Schubert ( La bella molinera, Viaje de invierno , una selección reunida bajo el título de Cantos nocturnos ), Wolf sobre poemas de Mörike, Mahler ( Canciones para los niños muertos y las que llevan textos de Rückert) y autores del siglo XX: Korngold, Hans Eissler, Paul Dessau. En ópera se le puede oír bajo la dirección de Kent Nagano en su exitoso Fautus busoniano (Lyon, 2001), en El anillo de Polícrates de Korngold, Hijos de rey de Humperdinck y en el doble desempeño como Sumo Sacerdote y Hércules (Gluck: Alceste ) sobre una de las frugales puestas en escena de Bob Wilson. Asimismo el repertorio oratorial lo cuenta entre los suyos en obras como la Misa en si menor y una media docena de selecciones de cantatas (con la dirección de Blomstedt, Gardiner, Guttenberg, Harnoncourt, Herreweghe y Rilling) de Bach, las partes de bajo en la también bachiana Pasión según San Mateo y en la revisión que Mozart hizo de El Mesías de Händel.