La cegadora ignorancia nos confunde. ¡Oh, miserables mortales, abrid los ojos!
L EONARDO D A V INCI
Años atrás, todo lo que tenía que ver con la Iglesia católica y romana estaba envuelto por un halo de beatitud, de ñoñería, todo se presentaba bonito, bello, agradable, siguiendo rigurosa y dogmáticamente lo que las lecturas bíblicas oficiales enseñaban, buscando dar la imagen que convenía al mensaje pacato y beatón que se quería trasmitir porque era el que acompañaba al poder establecido. Detrás estaban toda una ideología, unas normas de comportamiento, una visión del mundo, una definición del papel de la mujer en la sociedad, unos planes educativos, etcétera, que no merecen ser recordados aquí.
Desde hace un tiempo eso ha cambiado radicalmente, aunque haya quien se empecine en mantener ese estilo y ese espíritu. Y es que ha pasado de ser España un país católico por decreto tiránico a un país oficialmente no confesional en el que la religión dictada por Roma ha ido perdiendo fieles de una manera notable (sobre lo que existen abundantes estadísticas, tanto de pérdida de fe como de ausencia a los locales de culto). De hecho, en este tiempo reciente de gobierno socialista parece abrirse una brecha entre Iglesia y Estado que confiemos sea definitiva, para situar a cada uno donde le corresponde, sin la Iglesia siempre metida y beneficiada en y por las cuestiones temporales.
Situando lo anterior como música de fondo, nos vamos a referir a un espectáculo editorial contemporáneo que tiene que ver, de manera influyente o no, con el ámbito citado de la religión católica. Y del que no se cuenta, de momento, con una explicación clara.
Ha sido a partir del exitoso bestseller de Dam Brown, El Código Da Vinci , como se ha desatado toda una erupción volcánica de libros derivados del anterior o fabricados directamente a partir de ciertas investigaciones sobre las mentiras y las sombras de la Biblia, de los documentos programáticos de la cristiandad y de los comportamientos de la Iglesia a lo largo de su historia, en ocasiones incluso criminales. Pero hay previamente un libro fundamental para el cuestionamiento serio de las que se han tomado durante siglos como verdades eternas de la Iglesia, como las palabras dictadas por Dios en la Biblia (y por tanto incuestionables): se trata del ensayo histórico El enigma sagrado , escrito por los estudiosos
M. Baigent, R. Leigh y H. Lincoln, y publicado en Londres en 1982, y que es citado por Dam Brown. Su lectura, que puede hasta poner los pelos de punta, revela que la verdad ha estado reprimida de continuo por la Inquisición secular. ¿Qué verdad o qué verdades, documentadas y establecidas con sólidos argumentos? En cualquier caso, los autores no se habían propuesto lo que consiguen: desafiar algunos de los principios más básicos del cristianismo. Puede que desafíos ya públicos con anterioridad, pero minoritarios, que entonces adquieren una difusión masiva.
La tesis central del libro citado es que el cristianismo, en su origen, se parte en dos corrientes en razón a sendas maneras de ser entendido: la divulgación del mensaje o la defensa de la estirpe. Este segundo camino viene dado por el matrimonio que parece haber existido entre Jesús y María Magdalena, y los hijos que del matrimonio habían nacido y con los que María Magdalena llega a la costa francesa tras la desaparición de Jesús. La herejía que mantuvo viva esta versión de la vida de Jesús fue combatida sin tregua, brotando y rebrotando de continuo, apareciendo en lugares donde la Inquisición y el poder establecido no pudieron desarraigarla, y conservada en cuentos populares, en el arte y la literatura de Europa.
Ya Robert Graves, en su novela Rey Jesús , de 1946, sugiere que el linaje y matrimonio de Jesús estuvieron ocultos a todos, no conociéndolos más que un grupo selecto de dirigentes realistas. La mujer embarazada del ungido Hijo de David fue la portadora de la esperanza del pueblo de Israel, la portadora de la Sangraal, de la progenie regia. Pero hay muchos otros datos que se insinúan o se proclaman o se añaden o se confirman o se revelan o se vulgarizan, como el papel del emperador Constantino, quien durante toda su vida fue sumo sacerdote del culto pagano al Sol, pero que al ir a morir se convirtió al cristianismo porque para él lo más importante no era la piedad sino la unidad y la convivencia, y tenía el reto de dejar fortalecido y unido el
Imperio romano. Eligió el cristianismo porque era la religión que estaba en expansión, y creó una religión híbrida adaptando símbolos paganos al ritual católico. Nada en el cristianismo es original.
Constantino convocó en el 325 el Concilio de Nicea. Allí se decidió, entre otras cosas, la fecha de la Pascua, y las reglas que definirían en adelante la autoridad de los obispos. Y, sobre todo, se votó que Jesús era un dios y no un profeta mortal, resultado conseguido merced a una diferencia muy ajustada. Es decir, que a partir de ese instante es cuando Jesús se convierte en Dios.
Además de que un año después Constantino también sancionara la confiscación y destrucción de todas las obras que desafiaran las enseñanzas ortodoxas que convenían a su particular combate político. En el año 331 encargó y financió nuevas copias de la Biblia, siendo así que los custodios de la ortodoxia revisaron, modificaron y rescribieron el material como les parecía conveniente de acuerdo con sus intereses.
De ahí que de las cinco mil versiones manuscritas del Nuevo Testamento que se conservan, ninguna es anterior al siglo IV . Para la elaboración del Nuevo Testamento se tuvieron en cuenta más de 80 evangelios, pero sólo unos pocos acabaron incluyéndose, omitiéndose aquellos en los que se hablara de los rasgos «humanos» de Cristo. Siempre sirviendo a los intereses que mandaban en ese tiempo en el Imperio. Como siempre ha sucedido también después.
Por tanto, se confirma (se confirmó, aunque se quiera seguir sin saber) que la Biblia es un producto del hombre, no de Dios, una obra de esencia política, organizada para dejar constancia histórica de una visión de aquellos tiempos tumultuosos y del mensaje que se consideraba apropiado. Y ha evolucionado a partir de innumerables traducciones, adiciones y revisiones. La historia nunca ha contado con una versión definitiva, continuamente se ha rehecho al capricho de los gobernantes.
¿Por qué de repente los libros dedicados a este asunto inundan anaqueles, escaparates y mesas de novedades de librerías y grandes superficies? ¿Qué pasa? Ciertamente la novela histórica, así como los libros propiamente históricos, llevan varios años convertidos en los más consumidos, y puede que una explicación sea la de que esto sólo forma parte de la historia, del más crucial de los capítulos que han afectado al curso posterior de todos los acontecimientos que en este mundo se han vivido. Por tanto, es razonable pensar que se trata de una mera extensión del interés por «lo histórico». Pero conocer el poder de la Iglesia de Roma, su tremenda influencia social y política en nuestra sociedad, su enorme capacidad para manejar todas las áreas de la vida, tanto privada como colectiva, no nos permite ser ingenuos. Tiene necesariamente que haber algo más. ¿O no? También es preciso tener en cuenta el enorme número de sectas, subsectas, religiones, asociaciones clandestinas, clubes secretos, «obras» diversas, múltiples congregaciones, órdenes variopintas... algunas pocas incluso con mucho poder o gran influencia en el poder. Y no sólo me refiero al Opus Dei, cuyo líder ya convirtieron en santo y cuya cualificada militancia tanta influencia ejerce sobre nuestro país.
¿Alguien tiene interés en que se popularicen datos que en nada se parecen a los que nos hicieron estudiar en el colegio cuando era la correa de trasmisión de un mensaje ortodoxo, católico romano en el campo religioso y fascista en el orden político? ¿De qué puede servir que cada vez haya más gente que dude de la verdad absoluta de la Biblia? ¿Se trata de hacer prosélitos del agnosticismo y del ateísmo? ¿O tal vez de provocar un aparente profundo cambio en el seno vaticano para que nada cambie, amoldándose a las nuevas corrientes místicas subterráneas que recorren nuestra sociedad, para que los mismos de siempre conserven sus privilegios y su influencia política en todo el orbe conocido?
Amén de lo dicho (y nunca mejor utilizado el término que en esta nota) hay muchos otros datos que nos pueden hacer pensar, sean o no decididamente ciertos (en cualquier caso, casi todos tienen tanta credibilidad como la información que proporciona la propia Biblia, los Evangelios y demás textos sagrados, aparte las palabras de tantos sacerdotes que desde sus púlpitos increpan a los contrarios y procuran reforzar sus mensajes trasnochados a favor de sus «organizaciones amigas de buena voluntad».
Hago aquí un listado esquemático de algunas ideas, últimamente muy socorridas, sin el menor respeto a su explicación, a su orden cronológico ni a su importancia:
. Probablemente Cristo, que pudiera ser que alcanzara los cincuenta años, no muriese en la cruz, o es otro el que le sustituyese o aparentaran su muerte para recuperarlo vivo. Cumpliendo luego con otra de las profecías que estaba dispuesto a seguir, como en ocasiones anteriores: la de la resurrección a los tres días.
. Las bodas de Caná bien pudieran haber sido las del propio Jesús con María Magdalena. Hay ciertos detalles que lo avalan.
. En caso de no ser cierto que se llegara a producir una boda entre ellos, desde luego lo que María sí era es una muy especial iniciada por parte de Jesús, una apóstol muy preferida a quien le aportó más y mejores enseñanzas, y si no se la consideró como tal fue simplemente por ser mujer, consideración manifestada en primer lugar por parte de Pedro.
. Desde un primer momento se ha tratado de desprestigiar, desde el sector dominante de la estructura eclesial, a María Magdalena, por todos los medios, incluso haciéndola desaparecer de la historia.
. La base del mensaje de Jesús, dentro de lo que podría ser el ala moderada de los zelotes, el grupo más beligerante con la opresión, no es otro sino el del combate contra el imperialismo romano. Sin embargo, los Evangelios automáticamente moderan su discurso, lo hacen más antijudío, por el afán de ramificar sus ideas y su organización dentro del mundo romano, por convertir su religión en masiva, en universal.
. El episodio de Lázaro bien pudiera ser una típica iniciación en una escuela mistérica. Una muerte y un renacimiento ritualizados y simbólicos.
. Cristo es la palabra griega que significa mesías, y ambas quieren decir: el ungido, refiriéndose a un rey, sin entrañar nada divino.
. El Grial: El cáliz; el vientre femenino; María Magdalena. La leyenda del Santo Grial (Sángreal, Sang Real, etcétera) se refiere a la sangre real de Cristo. Su búsqueda es literalmente el intento de arrodillarse ante los huesos de María Magdalena, un viaje para orar a los pies de la descastada.
. Todo misterio y las claves de organizaciones secretas como la Orden de Sión o los Caballeros Templarios, ¿tienen su razón última en que tienen la respuesta sobre la descendencia de Cristo?
. Los autores de El enigma sagrado llegan a decir que «sabemos que desde 1956 el número de los miembros del Priorato de Sión ha aumentado más de cuatro veces, como si se estuviera movilizando o preparando para algo. También desde entonces ha puesto cierta información a disposición del público, de cuya operación este libro forma parte».
. Es muy simple entender por qué se persigue y se ajusticia a Jesús con la virulencia con que se hace: si un líder espiritual con apoyo popular es una amenaza para el régimen, un hombre casado con derecho legítimo al trono, e hijos a través de los que establecer una dinastía, es una amenaza mucho más seria. (Su descendencia sería una hija de nombre Sara, que llevaba en su vientre María Magdalena cuando llegó a la costa oriental francesa, el Languedoc.)
. Recientemente (de 60 o 70 años para acá) se han descubierto documentos importantes, como alguno de los llamados Evangelios Gnósticos o los papeles de Nag Hammadi encontrados en Egipto a mediados del siglo pasado. En esos documentos heréticos sobresale el papel que se da a la Magdalena, convirtiéndola en apóstol, tratándola Jesús mejor a que a ningún otro y besándola en la boca para disgusto de los demás, incluso definiéndola en alguna parte como compañera o consorte. Jesús fue una figura histórica de inmensa influencia, tal vez el líder más enigmático e inspirador que ha tenido nunca la humanidad. En tanto que encarnación mesiánica de las profecías, Jesús derrocó a reyes, inspiró a millones de personas y fundó nuevas filosofías. Como descendiente de las familias del rey Salomón y el rey David, Jesús estaba legitimado para reclamar el trono del monarca de los judíos. Se están desafiando, entre unos y otros libros, algunos de los principios más básicos del cristianismo. Porque ¿qué pasaría con los millones de individuos de todo el mundo para los cuales Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador, el Redentor y se les da argumentos para averiguar que tan sólo fue un hombre, un gran líder? ¿No era ya hora de que todo esto sucediera, de que se fortalecieran algunas verdades que no eran eclesiales, ni católicas, ni religiosas, ni siquiera prueba de grandes ignorancias y miedos? Además de su enorme influencia económica y política, ¿nace el Opus Dei para combatir la posible salida a la superficie de la verdad o cuanto menos de alguna de las verdades ocultas, de algunas de las verdades perseguidas, acalladas, negadas a lo largo de los veinte siglos que han transcurrido desde que toda esta aventura se iniciara?
La punta del iceberg ha sido El Código Da Vinci y el detonante primero y más esencial El enigma sagrado . Libros donde se recupera el importante papel de las mujeres en la Biblia, otros en los que se da resumida y clara noticia de las falsedades bíblicas, algunos que procuran un acercamiento humano a María Magdalena, a la María madre de Jesús y al propio Jesús, otros muchos nos hablan de las organizaciones en defensa del linaje de Cristo, sobre el que ya no parece haber demasiadas dudas: templarios, rosacruces, el Priorato de Sión (muy probablemente origen de todas), los cátaros, los fracmasones, etcétera. Incluso algunos finalmente nos sitúan en lo que debió ser, de verdad, la Palestina de los tiempos de Jesús: una tierra de efervescencias revolucionarias que peleaban por librarse del yugo romano. Pero todo aparece como un desbordamiento de datos, una afloración coincidente de mensajes, todos ellos en la misma dirección (desde el agnosticismo y sobre todo también desde la fe): poner en cuestión el poder omnímodo de la Iglesia vaticana, desvelando las mentiras, tergiversaciones, ocultaciones, persecuciones, negaciones, etcétera a las que se han dedicado desde los tiempos primigenios de su fundación. ¿Damos la espalda a las dudas, o las afrontamos? Cada uno es libre de hacer con su religión lo que quiera, pero sabiendo desde donde lo hace y con el máximo respeto a las disidencias, porque muchas se han revelado atroces verdades. Afortunadamente cada día caben menos dudas de que el Vaticano y su organización mundial son, esencialmente, un poder terrestre que usa un lenguaje divino para su afán imperialista y dictatorial, configurado merced a una trágica historia de venganzas, crímenes, luchas grupales, intereses económicos, bestial freno al progreso tanto social como científico... y, además, todo ello nacido, bien demostrado está, en un puñado de fantasías inventadas, de leyendas, de historietas perfectamente amañadas para servir a sus fines, de represiones de herejías (herético, que data de entonces, significa opción, simplemente, para luego tener un carácter absolutamente peyorativo y perseguible porque la Iglesia romana siempre ha funcionando a partir del miedo, de un atroz miedo a perder sus privilegios, de un miedo usado de cancerbero para sus súbditos).
Si la novela de Dam Brown es apasionante para muchos lectores, si no tiene calidad según muchos críticos (en España acaba de aparecer una de las anteriores, Ángeles y demonios , y es verdaderamente mala, sin paliativos), si se ha convertido en uno de los mayores best-seller de todos los tiempos para el mercado, de lo que no cabe duda es de que hay que agradecerle el debate que ha originado. Aclarar puntos negros siempre es algo beneficioso para la humanidad. ¿O todo es un puro negocio?
Aparecen muchos tratando de ofrecer luz sobre temas cruciales de la historia de nuestro mundo cristiano y sometido al poder omnímodo de la Iglesia vaticana y ¿sólo para disparar las ventas de todos los libros relacionados con el asunto? Esta puede ser la verdad única, y desde luego es una de las verdades, la del negocio. ¿Va a resultar que el enigma va a ir desvelándose, que alguien en la oscuridad ordena su aparición por entregas fasciculares... ?
María Magdalena y el Santo Grial. Margaret Starbird. Planeta, 2004
Publicada inicialmente en 1993 Margaret Starbird es un hija fiel de la Iglesia romana y católica, por eso cuando leyó El enigma sagrado se quedó horrorizada y automáticamente consideró heréticos a sus autores. Pero a pesar de todo, un gusanillo de curiosidad intelectual o científica la forzó a investigar y el resultado es este libro donde llega a aseverar, ya en la primera línea del Prefacio que hace a su texto, que «el cristianismo institucional, que ha nutrido la civilización occidental durante casi dos mil años, puede haberse edificado sobre una gigantesca falla doctrinal».
El Evangelio según Jesucristo. José Saramago. Seix Barral, 1992
Publicado en Portugal un año antes Merece la pena recordarlo aquí. Es un intento más, pero de una enorme calidad literaria, como corresponde a la categoría de su autor, de humanizar a Jesús merced a su biografía. Una espléndida recreación de lo conocido, que se sitúa en la verdad supuesta de aquel tiempo. Una perspectiva humana y progresista de la vida de Jesús que, sin embargo, no pone en cuestión ningún elemento esencial.
Enigmas de la Biblia al descubierto. /em>. Jacques Duquesne. Seix Barral, 1996
Editan en el 2004 en nuevo formato El autor francés contrasta los diversos Evangelios y otros textos más o menos ortodoxos para deducir, partiendo de sus contradicciones y del estudio pormenorizado de cada uno de ellos, lo que es creíble y lo que no de la vida conocida de Jesús. Poco crítico al fin, pero un libro de calidad que articula lo que cualquier cristiano puede defender sin grandes dudas.
Jesús el mago. Morton Smith. Martínez Roca, 1988. Recién reeditada, 1ª edición en 1978.
Citando fuentes de Oriente Medio, el autor intenta demostrar que Jesús fue un curandero itinerante de aquella época, lo que fácilmente podía llevar a considerarle como un genuino sanador carismático. Eso explicaría el origen de la inclusión de algunos de sus famosos «milagros» en el relato bíblico de su vida.
Jesús o el gran secreto de la Iglesia . Ramón Hervás. Robinbook, ed. Hermética, 2004
Apareciendo en una editorial con cierto tono banal que se presenta con una imagen siempre llamativa, este libro merece la pena a pesar de que aparece como el que tiene las claves para comprender El Código Da Vinci . No se puede comprender porque no hay ninguna verdad absoluta, pero complementa el panorama de una manera relativamente seria.
666 preguntas y respuestas sobre el Código Da Vinci . Antonio Aradillas. Libro Hobby, 2004
Un escritor periodista y sacerdote anatemiza la novela con una cifra demoníaca de preguntas que implícitamente contienen respuestas. No percibe que muchas de ellas a quienes tendrían que ir dirigidas es a los directivos de su propia organización, responsables del actual estado de cosas, así como de la larga historia evangélica e institucional. Pero está bien, es una manera beata y visceral de releer la obra de Brown, escrita con la rapidez necesaria para subirse al carro de su resonancia lectora.
Más allá del Código Da Vinci . René Chandelle. Robinbook, 2004
¿Es el libro que resuelve el misterio tal y como anuncia? Naturalmente que no. Es un batiburrillo de cuadros, definiciones, esquemáticos datos biográficos e históricos, explicaciones que vuelven a sobar lo que está de moda. Es este un libro que da la impresión de haber sido confeccionado en un par de semanas para aprovechar la estela divina del Midas Brown, eso sí, argumentando en favor de las tesis del libro de Brown.
Claves ocultas del Código Da Vinci . Enrique de Vicente. Plaza y Janés, 2004
Un libro muy serio que realmente aclara los asuntos sobre los que estamos hablando: el matrimonio entre Jesús y la Magdalena, la estirpe nacida del matrimonio, la existencia y los objetivos de los templarios, de la
Orden de Sión... Un libro del que uno sí se puede fiar, que rechaza y acepta unas y otras teorías, por mucho que nos siga dejando, «como no puede ser de otra manera», ante casi los mismos interrogantes, para que cada uno se los conteste siguiendo su criterio, según su situación en la vida y en el mundo. Un libro escrito por un gran profesional, muy bien documentado, no sólo por el azar de haberse publicado la novela de Brown.
Diccionario del Código Da Vinci . Simón Cox. EDAF, 2004
Otro libro bastante serio que vuelve sobre los mismos asuntos ofreciéndose en forma de diccionario al texto, dando una vuelta más (no una vuelta de tuerca más, porque eso es difícil, a no ser que se haga empleando de nuevo la imaginación) a los asuntos polémicos que una vez tras otra están en decenas de libros (en nuestro país) miles de libros (en el mundo) y millones de páginas de Internet dedicadas al asunto provocado por la novela de Brown. Merece la pena recoger uno de los párrafos de la introducción de Cox: «Hay mucha gente descontenta con la forma en la que les han enseñado a pensar y a creer y, a medida que nos adentramos en el siglo XXI , va cobrando fuerza un deseo de salir del caparazón y ahondar más en los misterios de la vida. Esta es la fibra sensible que ha hecho vibrar El Código Da Vinci» . Yo estoy muy de acuerdo con esas palabras.
Y un larguísimo etcétera que se sigue sumando a una larguísima lista ya existente sobre estos temas, que el éxito de El Código Da Vinci ha catapultado.