Ecologista

Editorial: Un fiasco ambiental

Ecologista nº 71, Invierno 2011

El telón del nuevo año se abre sobre un escenario incierto y amenazador, lleno de riesgos, aunque también de posibilidades.

La irrupción del 15M en la sociedad del Estado español ha supuesto un soplo de aire fresco que ha imprimido dinamismo y fuerza a los movimientos sociales. Los últimos años habíamos ido acumulando cierta sensación de derrota e incapacidad de movilización. La aparición en las plazas de miles de jóvenes que irrumpían en la política con nuevas formas de hacer, desobedeciendo y denunciando la falta de legitimidad del sistema de representación democrática, ha supuesto un estímulo para el conjunto de los movimientos sociales, que hemos visto cómo de repente se abría hueco para el debate, la reflexión y la acción en torno a temas que hasta hace unos meses, no solo no encontraban eco en la sociedad, sino que incluso producían rechazo y se consideraban utópicos o "fuera de la realidad".

La relevancia en el 15M de temas como la especulación inmobiliaria y financiera, la Unión Europea al servicio de los grandes capitales, el asalto a lo común a través de recortes sociales y privatizaciones, la obscenidad de los grandes capitales, la inviabilidad de este modelo económico o el papel nefasto de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio, ponen de manifiesto evidentes conexiones entre lo que preocupa a la gente que se está organizando y lo que vienen siendo muchos de los ejes centrales del trabajo de Ecologistas en Acción.

Sin embargo, aún nos queda mucho que trabajar y participar para que el joven movimiento y el conjunto de la sociedad perciban de una forma nítida hasta qué punto el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el riesgo químico, la fragmentación de territorio o el declive del petróleo barato, entre otras cosas, constituyen efectos insoslayables del modelo económico capitalista y ponen en riesgo la vida humana a la vez que profundizan las diferencias sociales dentro y fuera de las fronteras del Estado y cristalizan las relaciones patriarcales.

Este trabajo, ilusionante porque por primera vez en muchos años encuentra una plataforma amplificadora y potencialmente transformadora, se va a desarrollar a partir de ahora en un marco, si cabe, aún más complicado. Los resultados de las elecciones generales auguran una intensificación en las políticas de recortes y huida hacia delante en una crisis que no es coyuntural, ni sólo económica y financiera, sino que es profundamente estructural. Una crisis que evidencia cómo se están socavando las bases físicas que sostienen la vida, cómo se relega la responsabilidad del bienestar de las personas al ámbito privado de lo doméstico, responsabilizando en exclusiva de este bienestar a las mujeres a causa del injusto sistema de división sexual del trabajo que impone un patriarcado enormemente funcional al capitalismo.

En el plano ecológico, lo poco que se anunció en la pseudocampaña electoral -que fue una prueba más del secuestro de la verdadera política, por anodina, carente de debate real y estar plagada de reveladoras ambigüedades- nos debe hacer pensar que se aproximan tiempos duros en los que va a haber que pelear más, y en peores condiciones, por defender un territorio cada vez más deteriorado. La crisis, la presión de Europa y de esos agentes económicos que nadie elige pero que son los que realmente gobiernan, van a ser las excusas perfectas para continuar con un expolio ciego de aquello que es imprescindible para que todos y todas podamos vivir con dignidad.

 

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