Ecologista

Editorial. Ecologismo social y municipalismo

por P.-S.

Ecologista nº 84, Primavera 2015

Uno de los elementos que mejor definen estos tiempos que vivimos es que las decisiones que afectan a nuestra vida más cotidiana cada vez se toman en lugares más lejanos y más ajenos a la vida misma: desde el Banco Mundial, la Comisión Europea o los mercados bursátiles, pasando por los tratados de inversiones. Acercar este espacio de toma de decisiones sobre lo verdaderamente importante para la vida (lo que comemos, lo que tardamos en llegar a la escuela, la calidad del aire que respiramos, la tarifa del agua que bebemos) a los espacios desde los que se organiza la vida misma parece entonces esencial.

El ámbito municipal, aunque no solo, se muestra como un espacio muy propicio donde poner el foco para este acercamiento. No solo, porque muchas de las competencias sobre ámbitos centrales para el bienestar y la justicia socioambiental se encuentran en niveles regionales, estatales o supraestatales, pero sí en gran parte porque desde los municipios se pueden emprender otras reglas del juego y otras formas de hacer que vayan minando los niveles superiores y actúen como palancas de otros cambios.

En Ecologistas en Acción sabemos bien esto. Y por eso llevamos décadas organizándonos y trabajando en y desde el territorio, desde lo local, donde vivimos, para protegerlo, para hacer propuestas, para denunciar los abusos de poder, las corrupciones, los clientelismos de todo tipo.

Ahora que la apuesta municipal, a escasos meses de las elecciones municipales y autonómicas, toma peso, es importante recordar que los límites de la biosfera, la profundidad de la crisis ecológica que vivimos y los grandes retos a los que nos enfrentamos, como el cambio climático, deben estar en la agenda de cualquier opción que pretenda gestionar los diferentes espacios municipales. Sin estas consideraciones, cualquier cambio estará abocado al fracaso.

Desde el ámbito municipal se pueden promover acciones que reduzcan la producción de residuos, favorezcan la recogida selectiva y el cierre de ciclos. Propuestas para otro urbanismo, basado en la rehabilitación de edificios, en la cercanía de los servicios y el destierro de la corrupción urbanística. Propuestas que permitan incentivar la economía social y solidaria, las energías renovables y que garanticen el acceso a los recursos básicos. Medidas encaminadas a favorecer el transporte público, el reparto del trabajo y las contrataciones públicas bajo otros criterios. También políticas que reconecten el medio urbano con el rural, que nos vuelvan a devolver la conciencia de que somos seres ecodependientes e interdependientes. Y que generen empleos y actividades en sectores que favorezcan la reconversión económica y ecológica.

Cualquiera de estas medidas también fracasará si no son impulsadas desde abajo, desde una ciudadanía consciente y autoorganizada, desde unos movimientos sociales amplios, diversos, independientes y por fin ecologistas. Desde ahí seguiremos construyendo propuestas y espacios de construcción colectiva, de participación, de vigilancia y de protesta, para acercar cada día un poco más esa distancia que separa lo que vemos que sucede a través de nuestra ventana con lo que nos cuentan los grandes medios de comunicación o lo que publica el BOE cada mañana. Unas políticas municipales construidas desde el ecologismo social pueden ser una buena forma de ayudar a catalizar este cambio.

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