Ecologista

Transitar a otro mundo más justo y sostenible

por P.-S.

Ecologista nº 91, Invierno 2017

Que el petróleo se acaba, es un hecho. Que no podemos seguir consumiendo al ritmo actual, también está claro. Que nuestro bienestar es el responsable de las desigualdades de millones mujeres y hombres, también parece claro. Que existen alternativas más sensatas, amables y responsables con el medio ambiente y las personas...no cabe duda.

Por eso, dedicamos parte de este número de invierno de la revista Ecologista a las transiciones. Porque desde Ecologistas en Acción creemos que es necesario transitar hacia otra forma más sostenible y justa de habitar el planeta. No sólo en el consumo de energía, recursos, producción de alimentos, también en nuestras vidas.

Dijo Amaia Pérez Orozco en la apertura de la última Asamblea Confederal de Ecologistas en Acción, celebrada en diciembre en Torrelavega, Cantabria, que "el mundo ya está en transición", pero la pregunta es ¿hacia dónde? Parece que hay acuerdo en que debe ser un cambio hacia lo común. Y en eso, el ecologismo y el feminismo han confluido en que "los procesos del capital se dan a costa de los procesos de sostenibilidad de la vida, no solo de la vida del planeta, sino de la vida de la gente". Ella concluye que vivimos en una sociedad donde "hoy, hombres y mujeres somos sujetos dañados por el sistema y necesitamos reinventarnos".

En ese reinventarse, los cambios deben contar con un tejido social "para impulsar y apoyar a las instituciones que quieran ir por el camino de las transiciones socioecológicas", mantiene nuestra compañera Yayo Herrero. Pero es sincera, desde el movimiento ecologista no hemos sabido "conectar con la gente normal...".

Ni siquiera los gobiernos que prometieron a bombo y platillo usar energías limpias lo están cumpliendo. El científico Antonio Turiel responde en este número a si ya estamos, o no, transitando hacia un modelo energético sostenible. La realidad, según revela, es que ni siquiera Alemania está poniendo en marcha su anunciado plan renovable, su modelo económico se sigue basando en el consumo de carbón.

Las transiciones también pasan por el mundo rural. No es fácil. Daniel López, en esa misma mesa en Torrelavega, decía que no es sencillo vivir en el campo: "En los pueblos ser ecologista es peor que ser ladrón...". Pero los pueblos en transición son un hecho en bastantes lugares donde muchas personas activistas están ya poniendo en marcha pequeños (y grandes) logros. Desde Totnes, en Reino Unido, hasta las experiencias en esta misma línea en el Estado español.

Y el activismo no se detiene. Este Ecologista aborda también que urge parar el almacén de gas que amenaza Doñana. A pesar de todas las protecciones con las que cuenta este paraíso ambiental, empresarios y políticos se han puesto de acuerdo para permitir los planes de una multinacional en este parque natural. También contamos en este número que el ladrillazo resucita de nuevo en Canarias y su gobierno quiere sellarlo con una nueva ley del suelo que dará luz verde a que, en lugar de plataneras, crezcan más moles de cemento. Además, nos declaramos todas y todos "no gratas" ante el equipo de gobierno de Retortillo, en Salamanca. Porque es lo que proclamaron y firmaron todos los concejales y el alcalde de ese municipio contra las personas activistas que luchan por impedir que una mina de uranio destruya su entorno y su salud.

Hay mucho que celebrar también. Nos satisface que, tras nueve años de denuncias, la justicia dé la razón a las personas activistas de Ecologistas en Acción de Huesca y se condene al magnate español del carbón que arrasó con la joya del Neolítico, el yacimiento de la Cueva de Chaves.

Aun así, no nos relajamos en este 2017 que iniciamos. De nuevo, sufrimos al mismo Gobierno, continuista, que, de momento, no va a dar marcha atrás en las leyes que aprobó en la legislatura anterior contra el medio ambiente. Tampoco las noticias en el ámbito internacional son ilusionantes. Trump no lo va a poner fácil ante los efectos que ya sufrimos por el cambio climático, entre otros, que la temperatura en el Ártico llegó a ser en otoño 20 grados superior a lo habitual. Y tampoco nos olvidamos de las personas refugiadas, abandonadas a su suerte como si no pasara nada.

Pero a pesar de todo, nos declaramos optimistas porque tenemos muchas ganas y razones para cambiar juntas y juntos nuestro entorno y nuestras vidas.

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