CLIJ (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil)

Abundancia y «movida»

por Victoria Fernández

CLIJ (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil) nº 164, octubre 2003

Pocas novedades con respecto al año pasado. Cuantitativamente, las abultadas cifras de edición se han mantenido, pese a alguna razonable declaración de intenciones de editores convencidos de la necesidad de reajustar esas cifras; y cualitativamente, parece que la meta prioritaria, salvo honrosas excepciones, sigue siendo la búsqueda del «mirlo blanco» que desbanque en las listas de los más vendidos a Harry Potter. Una meta difícil. La saga de J. K. Rowling ha entrado, por lo que se ha visto con el lanzamiento del quinto libro en inglés, en esa categoría de fenómeno de masas que no admite competencia.

Lo positivo de esta búsqueda está siendo el descubrimiento de un puñado de autores extranjeros, todos avalados, según las notas promocionales, por ventas millonarias, que han supuesto más de una agradable sorpresa. Es el caso de Cornelia Funke -El señor de los ladrones (Destino); El jinete del dragón (Siruela); Hugo tras una pista helada (Pearson)-, Neil Gaiman -Coraline (Salamandra)-, Debi Gliori -Por arte de e-magia (Diagonal/Grup 62)-, Cliff McNish -El maleficio (Destino)-, Michael Hoeye -Una cuestión de tiempo (Montena)-, Eva Ibbotson -Maia se va al Amazonas (Salamandra)-, Eoin Colfer -La última oportunidad (Montena)-, Lian Hearn -Leyendas de los Otori, El suelo del ruiseñor (Alfaguara)-. Todos ellos autores de excelentes novelas, en su mayoría del género fantástico, que, superventas o menos, no defraudarán a los lectores.

Autores españoles

En cuanto a los autores propios, cabe señalar que este año han destacado especialmente los ya consolidados, de amplia y reconocida trayectoria como, entre otros, Andreu Martín -El Diablo en el juego de rol (Edelvives)-, Jordi Sierra i Fabra -En un lugar llamado guerra (Editores Asociados)-, Gabriel Janer Manila -Daniel i les bruixes salvatges (Bromera)-, Gonzalo Moure -El síndrome de Mozart (SM)-, Agustín Fernández Paz -O meu nome é Skywalker (SM)-, Andreu Sotorra -Kor de Parallamps (Edebé)-, Aitor Arana -Azken gurosoak (SM)- y Blanca Álvarez -Caracoles, pendientes y mariposas (Edelvives)-, sin olvidar al poeta catalán Miquel Desclot, Premio Nacional de LIJ por Més música, mestre! (La Galera), y los ilustradores Javier Serrano -La letra que no tenía trabajo (SM), con texto de Miguel Fernández Pacheco-, y Gusti -Tento y la cadena (Edel-vives), con texto de Ricardo Alcántara-, ya que ellos han sido los galardonados con la mayoría de los premios fallados entre octubre de 2002 y octubre de 2003.

De la treintena de premios que se otorgan anualmente en todo el Estado, sólo unos diez autores e ilustradores son realmente «nuevos» en la LIJ. Es el caso del Premio Nacional de Ilustración, Federico Fernández, joven gallego de la activa «factoría» Kalandraka, premiado por su primer libro, ¿Onde perdeu Lúa a risa? (¿Dónde perdió Luna la risa?); el del reconocido pintor Jordi Sábat, premiado con el Apel·les Mestres también por su primer libro ilustrado para niños, y escrito por Lorenzo Silva, Laura y el corazón de las cosas (Destino), y el de la emergente Elisa Arguilé, ilustradora del cuento de Vicente Muñoz Puelles, Sombras de manos (Anaya). También debutantes son los vascos Miren Agur Meabe, con Itsaslabarreko etxea (Aizkorri), Laida Martínez, con Los líos de Max (Ibaizabal/Edelvives) y Karlos Zabala, con Karakol Txikiren ipuniak (Erein); el autor cordobés Juan C. Martín Ramos, con Las palabras que se lleva el viento (Everest); el valenciano Ferran Bataller, con El món dels forrellats (Del Bullent), y la periodista argentina Andrea Ferrari, ganadora de El Barco de Vapor con El complot de las flores (SM).

El resto de los premios (véase CLIJ 159, abril 2003) han sido para autores también conocidos, sobre todo en sus comunidades de origen, que en los últimos años han venido a engrosar la lista de los «habituales» en las distintas colecciones de LIJ, como Care Santos, Lucía Baquedano, Xavier Bertran, Núria Pradas, Mariano Casas, Rosa Maria Colom, Mercè Anguera, Heinz Delam, Carme J. Huertas, Felipe Juaristi, Xosé Miranda, Josep Francesc Delgado, Manel Alonso, Gemma Pascual, Llucià Vallés y el ilustrador Carles Arbat.

Además, dos autores han estrenado este año serie propia: Bruño ha abierto la Biblioteca Jordi Sierra i Fabra, dedicada al popular escritor catalán, en la que irán apareciendo obras que, en palabras del autor, son «novelas pensadas para sentirlas y vivirlas escena a escena, intensamente, a modo de guiones novelizados, ágiles y directos». De momento, se han publicado los cuatro primeros títulos: El mensajero del miedo, Sin tiempo para soñar, La canción de Mani Blay y Día de rodaje.

Por su parte, Diagonal/Grup 62, ha comenzado a publicar una serie del humorista gráfico y escritor Carlos Romeu. Diez palmos es el primero de los cinco títulos que formarán esta divertida serie en la que dos adolescentes de hoy, Hugo y Margot, tendrán la oportunidad de dar la vuelta al mundo conocido antes del siglo xviii, gracias a un mapamundi mágico. Lecciones de historia «políticamente incorrectas», aventuras y buen humor, en una serie muy prometedora.

«Los imperdibles»

Una de las reivindicaciones más repetidas desde distintos colectivos -profesores, bibliotecarios, libreros, crítica-, la de la recuperación de títulos interesantes que la dinámica del mercado hace desaparecer apenas publicados, parece haber calado entre los editores. Este año han sido varias las editoriales que han coincidido en esa labor de rescate, reeditando alguno de esos títulos sin fecha de caducidad, que en CLIJ llamamos «los imperdibles», que no deberían faltar en ninguna buena biblioteca infantil. De autores españoles, Ediciones B editó Tic Tac y El muñeco de papel, dos libros de los años 40 de la autora e ilustradora catalana Mercè Llimona, mientras que Kalandraka -¿Quién ha visto las tijeras?, de Fernando Krahn- y SM -Los batautos hacen batautadas, de Consuelo Armijo- recuperaron estos dos excelentes títulos de los años 70, y la asturiana Trabe hizo lo propio con Les aventures de Xicu y Ventolín, de Vicente García Oliva, uno de los primeros y más populares títulos de la nueva LIJ en asturiano, publicado en 1982. Edebé, por su parte, conmemoró el cuarto aniversario de la muerte del poeta José Agustín Goytisolo con la edición de Cuentos para niños, un cuidado volumen en el que se recogen los cuatro cuentos que el autor escribió sobre los personajes de su poema El lobito bueno. Publicados por primera vez en 1984 por Laia, con formato de álbumes ilustrados y dibujos de Juan Ballesta, Edebé los reeditó en su colección Tren Azul en 1991, y ahora los presenta en esta edición especial. Mención aparte, por su interés especial para estudiosos y coleccionistas, merecen la edición facsímil, realizada por el CEPLI de Cuenca, de La Montaña Azul, cuento de la Editorial Calleja, de 1923, con ilustraciones de José Zamora, y la preciosa edición de los Cuentos de infancia, escritos e ilustrados por Ana María Matute cuando era niña, que editó Martínez Roca.

En cuanto a autores extranjeros, Alfaguara reeditó, con nuevo formato, uno de los álbumes más famosos de los años 60, Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak (editado por Kalandraka en gallego, euskera y catalán en 2000), y está reeditando también las divertidas y exitosas series de los 70 y los 80, El pequeño Nicolás, de Sempé y Goscinny, y El pequeño vampiro, de Angela Sommer-Bodenbourg. También de la fructífera década de los 60, Destino recupera, con La bicicleta de Miffy, del holandés Dick Bruna, una de las más innovadoras series para preescolares, y Kókinos hace lo propio con el magnífico álbum de Eric Carle, La pequeña oruga glotona. Por su parte, Ekaré recupera Fernando furioso, de Hiawyn Oram y Satoshi Kitamura, un libro emblemático de los 80, y Un pasito y otro pasito, del siempre interesante Tomie de Paola, el admirado autor especializado en las relaciones de niños y ancianos, mientras que ING ofrece una adaptación del clásico de 1905, Los niños de las raíces, de Sybille von Olfers, cuya versión original tradujo Kókinos en 1992.

Hay que añadir, además, en este apartado de «imperdibles», la edición de tres clásicos populares norteamericanos, inéditos hasta ahora en España: Los pingüinos de Mr. Popper, de Richard y Florence Atwater (Siruela); Freddy, el detective, de Walter R. Brooks (Alfaguara); y la serie de Libros de Oz, de L. Frank Baum (Maeva) que, los especialistas pueden completar con la espléndida edición anotada de El Mago de Oz, conmemorativa del centenario de la edición de este clásico, publicada por El Aleph.

Editores en danza

Los cambios siguen siendo la tónica en el mundo editorial. Compras, ventas, absorciones, agrupamientos, renovación de personal Este año, tres editores «de los de toda la vida» -Mª José Gómez Navarro, Mª Jesús Gil y Jesús Ballaz- han sido los protagonistas de ese «baile» en el que están metidos sobre todo los grandes grupos editoriales. La incorporación de Mª José Gómez Navarro (recordada por su buen trabajo en Alfaguara en los 80) a Edelvives en 2001, ha tenido mucho que ver con la espléndida remodelación de la línea infantil y juvenil de la veterana editorial radicada en Zaragoza, que se ha presentado este año. Nueva dirección, nuevo equipo, nuevo y atractivo diseño para su colección emblemática, Ala Delta, y cambio total, para mejor, de su colección juvenil Sueños de Papel, que reaparece con su nuevo nombre, Alandar, y con un autor de lujo como Andreu Martín, ganador de la primera convocatoria del premio del mismo nombre en su primera convocatoria. Además, la editorial propone una interesante selección de álbumes ilustrados, y refuerza con este nuevo plan editorial su presencia en Cataluña, a través de su sello Baula.

La entrega de los Premios de la Fundación Santa María (los mejor dotados económicamente del mundo a partir de esta convocatoria) y la gran fiesta de celebración del 25 aniversario de la colección El Barco de Vapor, fue también la despedida del fugaz paso (apenas un año) de Ana Franco por SM. Eficaz editora/impulsora del Grupo en México, su llegada como jefa de infantil a Madrid, coincidió con la salida del Grupo de Mª Jesús Gil, una «histórica» de la casa, profesional de gran prestigio, que pasó a hacerse cargo de la dirección del departamento infantil de Alfaguara. Desde el año pasado, tras la conmemoración de su 25 aniversario, esta editorial ha puesto en marcha su nueva colección Próxima Parada (también en catalán, a través de Alfaguara/Grup Promotor), la cual ha sido concebida para reordenar el excelente fondo de la editorial para lec-tores de 0 a 14 años, cuenta con un moderno diseño, trae interesantes recuperaciones de títulos «imperdibles» y a la vez apuesta por la incorporación de jóvenes autores.

Finalmente, la larga crisis de Ediciones B y unas perspectivas inciertas, sobre todo en el departamento de infantil, ha originado la salida de la editorial de Jesús Ballaz, otro imprescindible «histórico», que se plantea ahora una mayor dedicación a su faceta de escritor.

Actividad editorial

Dos prestigiosas colecciones han llegado este año a su número 100: Espacio Abierto (Anaya) y Las Tres Edades (Siruela). Espacio Abierto, dedicada a la narrativa juvenil y que dirige Norma Sturniolo, editó para la ocasión Dos en una, de Martín Casariego. El número 98 fue Los vampiros no creen en Flanagans, de Andreu Martín y Jaume Ribera (autores del nº 1 de la colección, Todos los detectives se llaman Flanagan, con las aventuras del joven detective Juan Anguera), y el 99, Los amores lunáticos, de Lorenzo Silva.

Las Tres Edades, que nació en 1990 defendiendo la buena literatura para todas las edades («para lectores de 8 a 88 años», decía su lema), editó Los cuentos de las Esfinge, un volumen especial en el que se recogen 40 historias de autores de todo el mundo seleccionados por Michi Strausfeld, directora de la colección. El nº 99 fue El último gigante, de Miguel Fernández-Pacheco y el 101, La cabeza del durmiente, de José María Guelbenzu.

Por otra parte, Destino, que ha pasado también por su fase de cambios, ha estrenado nuevo plan editorial y nueva editora, Patrizia Campana, de origen italiano. Mantiene la convocatoria de su prestigioso premio de libros ilustrados, que ha cambiado de denominación -Premio Destino Infantil Apel·les Mestres, se llama a partir de ahora-; ha abierto tres colecciones infantiles, Milcuentos, Camaleón y La Isla del Tiempo, y una juvenil, Nautilus. Y además, lanza la serie Geronimo Stilton (un fenómeno de popularidad en Italia), dirigida a lectores de 8 a 12 años. Y también en Barcelona, RBA ha abierto una nueva y muy cuidada colección juvenil, Samarkanda, con tres interesantes títulos: Historias desde el hielo, una antología de relatos de los países nórdicos; El reino de Kensure, un relato japonés de Michael Morpurgo, y La escuela vacía, del marroquí afincado en París, Tahar Ben Jelloun.

Por su parte, la veterana editorial catalana, La Galera, que cumple 25 años, ha realizado un lanzamiento inusual. Habitualmente, publica títulos simultáneamente en catalán y castellano, pero esta vez ha apostado por una novela de aventuras, Las andanzas de Kip Parvati, publicada solamente en castellano, dentro de la colección El Corsario, primera obra de Miguel Larrea, un madrileño buen conocedor del mar.

Finalmente, la pequeña y selecta Kókinos ha cumplido ya once años de existencia y sigue cuidando sus propuestas de libros ilustrados. La más reciente, Mi laberinto, un precioso álbum de Emilio Urberuaga, que pone en imágenes la poética y conocida canción, del mismo tí-

tulo, de Pablo Guerrero. De Urberuaga, por cierto, excelente ilustrador que no se prodiga demasiado, es también el divertido álbum para pequeños Un bicho raro, editado por Edelvives.

Y la igualmente pequeña Corimbo, responsable de la traducción en castellano y catalán de los excelentes álbumes franceses de L'École des Loisirs (con quienes coedita), acaba de celebrar su quinto aniversario con éxito y con nuevos proyectos. Entre sus últimos títulos, el espectacular Roberto Elbanco, de Claude Ponti.

Poesía, música y arte

Que el Premio Nacional de Literatura haya sido para un poeta, Miquel Desclot, y que otro premio importante -el Leer es Vivir Infantil, de Everest- haya sido también para un libro de poesía, Las palabras que se lleva el viento, de Juan C. Martín Ramos, refleja que el interés por la poesía sigue vivo, pese a la escasez de títulos, de poetas y de lectores. Algo que quedó bien patente en dos interesantes congresos que se celebraron en noviembre de 2002 y que, curiosamente, coincidieron en su temática y en varios de sus ponentes: el Congreso «Haur Poesia/Poesía Infantil», organizado por la Asociación Galtzagorri (sección vasca de la OEPLI), y el VIII Simposio sobre Literatura Infantil y Lectura «Leer, cantar, contar. Poesía y Narración», organizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. En ambos coincidieron los principales autores de este género minoritario, como el citado Desclot, el vasco Juan Kruz Igerabide, el gallego Anto-

nio Garcia Teijeiro y el malagueño Antonio Gómez Yebra, que une a su condición de poeta la de entusiasta editor de poesía. Su colección Caracol, que desde 1998 edita la Diputación de Málaga, y que va ya por los veinte títulos, tiene el mérito de incentivar la aparición de poetas noveles, tanto españoles (incluyendo la edición bilingüe en todas las lenguas del Estado) como hispanoamericanos. Sus últimos títulos: Desmadrario, de Mar Pavón; Begi Loti/Ojitos dormilones, de Juan Kruz Igerabide; Hojas de líneas cojas, de Paloma Bordóns; Poecuentos, de Reinaldo Jiménez Morales, y Poemas para niños, una antología del propio Gómez Yebra, fuera de colección.

Además, Hiperión ha editado nuevos títulos en su estupenda colección Ajonjolí -El sapo y la luna, de Carlos Reviejo; Pitiflores, de Mari Carmen Díez Navarro; Oro parece , de Luis Martínez de Merlo-; Media Vaca ha publicado el oportuno Garra de Guerra, de Gloria Fuertes; Alfaguara el fresco y divertido poemario Animales muy normales, del novel Rafael Ordóñez, y Ekaré, Poemas con sol y son, una antología de poesía para niños de América Latina.

La edición de libros sobre música y arte tiene en Agruparte y Serres, respectivamente, sus editoriales de referencia. La primera, con su colección La Mota de Polvo (que incluye un CD y la posibilidad de interactuar como en un karaoke) ha editado Sherezade, de Rimski-Kórsakov, La leyenda de Santa María de la Pena Negra, de Chaikovski, y el volumen especial Las óperas del Real para los más jóvenes, de Fernando Palacios, con ilustraciones de Jesús Gabán. Además, la pequeña editorial catalana Hipótesis, ha editado el quinto título -Turandot, de Puccini- de su cuidada colección Ópera Prima, en la que se ofrecen adaptaciones de los libretos originales de las grandes óperas, en formato de álbum ilustrado y acompañadas por un CD con fragmentos musicales de las obras; también con CD, Lóguez incorporó un nuevo título, Johann Strauss, a su colección Joven Música; Diagonal/Grup 62, publicó Mi primer libro de Ópera, de Jordi Sierra i Fabra, y Siruela, un clásico de la divulgación musical: El maestro invita a un concierto, de Leonard Bernstein.

En cuanto a los libros de arte, Serres inició una interesante serie sobre los museos españoles Mateo de paseo por con sus dos primeros títulos: El Museo del Prado y El Museo Thyssen; en Cataluña, Tuscania inició una nueva colección infantil sobre grandes artistas, con Un niño llamado Giotto y Leonardo, ese genio; y Alfaguara editó el excelente álbum de procedencia norteamericana Frida, dedicado a la famosa pintora mexicana Frida Kahlo.

Premio de Fomento a la Fundación GSR

Como cierre de este panorama anual, generoso, como se ha visto, en cantidad y calidad, y empresarialmente algo «movido», cabe destacar la concesión del Premio Nacional al Fomento de la Lectura, que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a la Fundación Germán Sánchez Ruipérez (junto a la revista Turia). Un merecidísimo reconocimiento, ya que, si en España hay una institución de referencia en el campo de la promoción del libro infantil y la lectura, ésa es la Fundación GSR.

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