Pocas novedades con respecto al año pasado. Cuantitativamente,
las abultadas cifras de edición se han mantenido, pese a alguna razonable
declaración de intenciones de editores convencidos de la necesidad de reajustar esas cifras; y cualitativamente, parece que la meta prioritaria, salvo honrosas excepciones, sigue siendo la búsqueda del «mirlo blanco» que desbanque en las listas
de los más vendidos a Harry Potter. Una meta difícil. La saga
de J. K. Rowling ha entrado, por lo que se ha visto con el lanzamiento del
quinto libro en inglés, en esa categoría de fenómeno
de masas que no admite competencia.
Lo positivo de esta búsqueda está siendo el descubrimiento
de un puñado de autores extranjeros, todos avalados, según
las notas promocionales, por ventas millonarias, que han supuesto más
de una agradable sorpresa. Es el caso de Cornelia Funke -El señor
de los ladrones (Destino); El jinete del dragón (Siruela); Hugo tras
una pista helada (Pearson)-, Neil Gaiman -Coraline (Salamandra)-, Debi Gliori
-Por arte de e-magia (Diagonal/Grup 62)-, Cliff McNish -El maleficio (Destino)-,
Michael Hoeye -Una cuestión de tiempo (Montena)-, Eva Ibbotson -Maia
se va al Amazonas (Salamandra)-, Eoin Colfer -La última oportunidad
(Montena)-, Lian Hearn -Leyendas de los Otori, El suelo del ruiseñor
(Alfaguara)-. Todos ellos autores de excelentes novelas, en su mayoría
del género fantástico, que, superventas o menos, no defraudarán
a los lectores.
Autores españoles
En cuanto a los autores propios, cabe señalar que este año
han destacado especialmente los ya consolidados, de amplia y reconocida
trayectoria como, entre otros, Andreu Martín -El Diablo en el juego
de rol (Edelvives)-, Jordi Sierra i Fabra -En un lugar llamado guerra (Editores
Asociados)-, Gabriel Janer Manila -Daniel i les bruixes salvatges (Bromera)-,
Gonzalo Moure -El síndrome de Mozart (SM)-, Agustín Fernández
Paz -O meu nome é Skywalker (SM)-, Andreu Sotorra -Kor de Parallamps
(Edebé)-, Aitor Arana -Azken gurosoak (SM)- y Blanca Álvarez
-Caracoles, pendientes y mariposas (Edelvives)-, sin olvidar al poeta catalán
Miquel Desclot, Premio Nacional de LIJ por Més música, mestre!
(La Galera), y los ilustradores Javier Serrano -La letra que no tenía
trabajo (SM), con texto de Miguel Fernández Pacheco-, y Gusti -Tento
y la cadena (Edel-vives), con texto de Ricardo Alcántara-, ya que
ellos han sido los galardonados con la mayoría de los premios fallados
entre octubre de 2002 y octubre de 2003.
De la treintena de premios que se otorgan anualmente en todo el Estado,
sólo unos diez autores e ilustradores son realmente «nuevos»
en la LIJ. Es el caso del Premio Nacional de Ilustración, Federico
Fernández, joven gallego de la activa «factoría»
Kalandraka, premiado por su primer libro, ¿Onde perdeu Lúa
a risa? (¿Dónde perdió Luna la risa?); el del reconocido
pintor Jordi Sábat, premiado con el Apel·les Mestres también
por su primer libro ilustrado para niños, y escrito por Lorenzo Silva,
Laura y el corazón de las cosas (Destino), y el de la emergente Elisa
Arguilé, ilustradora del cuento de Vicente Muñoz Puelles,
Sombras de manos (Anaya). También debutantes son los vascos Miren
Agur Meabe, con Itsaslabarreko etxea (Aizkorri), Laida Martínez,
con Los líos de Max (Ibaizabal/Edelvives) y Karlos Zabala, con Karakol
Txikiren ipuniak (Erein); el autor cordobés Juan C. Martín
Ramos, con Las palabras que se lleva el viento (Everest); el valenciano
Ferran Bataller, con El món dels forrellats (Del Bullent), y la periodista
argentina Andrea Ferrari, ganadora de El Barco de Vapor con El complot de
las flores (SM).
El resto de los premios (véase CLIJ 159, abril 2003) han sido
para autores también conocidos, sobre todo en sus comunidades de
origen, que en los últimos años han venido a engrosar la lista
de los «habituales» en las distintas colecciones de LIJ, como
Care Santos, Lucía Baquedano, Xavier Bertran, Núria Pradas,
Mariano Casas, Rosa Maria Colom, Mercè Anguera, Heinz Delam, Carme
J. Huertas, Felipe Juaristi, Xosé Miranda, Josep Francesc Delgado,
Manel Alonso, Gemma Pascual, Llucià Vallés y el ilustrador
Carles Arbat.
Además, dos autores han estrenado este año serie propia:
Bruño ha abierto la Biblioteca Jordi Sierra i Fabra, dedicada al
popular escritor catalán, en la que irán apareciendo obras
que, en palabras del autor, son «novelas pensadas para sentirlas y
vivirlas escena a escena, intensamente, a modo de guiones novelizados, ágiles
y directos». De momento, se han publicado los cuatro primeros títulos:
El mensajero del miedo, Sin tiempo para soñar, La canción
de Mani Blay y Día de rodaje.
Por su parte, Diagonal/Grup 62, ha comenzado a publicar una serie del
humorista gráfico y escritor Carlos Romeu. Diez palmos es el primero
de los cinco títulos que formarán esta divertida serie en
la que dos adolescentes de hoy, Hugo y Margot, tendrán la oportunidad
de dar la vuelta al mundo conocido antes del siglo xviii, gracias a un mapamundi
mágico. Lecciones de historia «políticamente incorrectas»,
aventuras y buen humor, en una serie muy prometedora.
«Los imperdibles»
Una de las reivindicaciones más repetidas desde distintos colectivos
-profesores, bibliotecarios, libreros, crítica-, la de la recuperación
de títulos interesantes que la dinámica del mercado hace desaparecer
apenas publicados, parece haber calado entre los editores. Este año
han sido varias las editoriales que han coincidido en esa labor de rescate,
reeditando alguno de esos títulos sin fecha de caducidad, que en
CLIJ llamamos «los imperdibles», que no deberían faltar
en ninguna buena biblioteca infantil. De autores españoles, Ediciones
B editó Tic Tac y El muñeco de papel, dos libros de los años
40 de la autora e ilustradora catalana Mercè Llimona, mientras que
Kalandraka -¿Quién ha visto las tijeras?, de Fernando Krahn-
y SM -Los batautos hacen batautadas, de Consuelo Armijo- recuperaron estos
dos excelentes títulos de los años 70, y la asturiana Trabe
hizo lo propio con Les aventures de Xicu y Ventolín, de Vicente García
Oliva, uno de los primeros y más populares títulos de la nueva
LIJ en asturiano, publicado en 1982. Edebé, por su parte, conmemoró
el cuarto aniversario de la muerte del poeta José Agustín
Goytisolo con la edición de Cuentos para niños, un cuidado
volumen en el que se recogen los cuatro cuentos que el autor escribió
sobre los personajes de su poema El lobito bueno. Publicados por primera
vez en 1984 por Laia, con formato de álbumes ilustrados y dibujos
de Juan Ballesta, Edebé los reeditó en su colección
Tren Azul en 1991, y ahora los presenta en esta edición especial.
Mención aparte, por su interés especial para estudiosos y
coleccionistas, merecen la edición facsímil, realizada por
el CEPLI de Cuenca, de La Montaña Azul, cuento de la Editorial Calleja,
de 1923, con ilustraciones de José Zamora, y la preciosa edición
de los Cuentos de infancia, escritos e ilustrados por Ana María Matute
cuando era niña, que editó Martínez Roca.
En cuanto a autores extranjeros, Alfaguara reeditó, con nuevo
formato, uno de los álbumes más famosos de los años
60, Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak (editado por Kalandraka
en gallego, euskera y catalán en 2000), y está reeditando
también las divertidas y exitosas series de los 70 y los 80, El pequeño
Nicolás, de Sempé y Goscinny, y El pequeño vampiro,
de Angela Sommer-Bodenbourg. También de la fructífera década
de los 60, Destino recupera, con La bicicleta de Miffy, del holandés
Dick Bruna, una de las más innovadoras series para preescolares,
y Kókinos hace lo propio con el magnífico álbum de
Eric Carle, La pequeña oruga glotona. Por su parte, Ekaré
recupera Fernando furioso, de Hiawyn Oram y Satoshi Kitamura, un libro emblemático
de los 80, y Un pasito y otro pasito, del siempre interesante Tomie de Paola,
el admirado autor especializado en las relaciones de niños y ancianos,
mientras que ING ofrece una adaptación del clásico de 1905,
Los niños de las raíces, de Sybille von Olfers, cuya versión
original tradujo Kókinos en 1992.
Hay que añadir, además, en este apartado de «imperdibles»,
la edición de tres clásicos populares norteamericanos, inéditos
hasta ahora en España: Los pingüinos de Mr. Popper, de Richard
y Florence Atwater (Siruela); Freddy, el detective, de Walter R. Brooks
(Alfaguara); y la serie de Libros de Oz, de L. Frank Baum (Maeva) que, los
especialistas pueden completar con la espléndida edición anotada
de El Mago de Oz, conmemorativa del centenario de la edición de este
clásico, publicada por El Aleph.
Editores en danza
Los cambios siguen siendo la tónica en el mundo editorial. Compras,
ventas, absorciones, agrupamientos, renovación de personal Este año,
tres editores «de los de toda la vida» -Mª José
Gómez Navarro, Mª Jesús Gil y Jesús Ballaz- han
sido los protagonistas de ese «baile» en el que están
metidos sobre todo los grandes grupos editoriales. La incorporación
de Mª José Gómez Navarro (recordada por su buen trabajo
en Alfaguara en los 80) a Edelvives en 2001, ha tenido mucho que ver con
la espléndida remodelación de la línea infantil y juvenil
de la veterana editorial radicada en Zaragoza, que se ha presentado este
año. Nueva dirección, nuevo equipo, nuevo y atractivo diseño
para su colección emblemática, Ala Delta, y cambio total,
para mejor, de su colección juvenil Sueños de Papel, que reaparece
con su nuevo nombre, Alandar, y con un autor de lujo como Andreu Martín,
ganador de la primera convocatoria del premio del mismo nombre en su primera
convocatoria. Además, la editorial propone una interesante selección
de álbumes ilustrados, y refuerza con este nuevo plan editorial su
presencia en Cataluña, a través de su sello Baula.
La entrega de los Premios de la Fundación Santa María (los
mejor dotados económicamente del mundo a partir de esta convocatoria)
y la gran fiesta de celebración del 25 aniversario de la colección
El Barco de Vapor, fue también la despedida del fugaz paso (apenas
un año) de Ana Franco por SM. Eficaz editora/impulsora del Grupo
en México, su llegada como jefa de infantil a Madrid, coincidió
con la salida del Grupo de Mª Jesús Gil, una «histórica»
de la casa, profesional de gran prestigio, que pasó a hacerse cargo
de la dirección del departamento infantil de Alfaguara. Desde el
año pasado, tras la conmemoración de su 25 aniversario, esta
editorial ha puesto en marcha su nueva colección Próxima Parada
(también en catalán, a través de Alfaguara/Grup Promotor),
la cual ha sido concebida para reordenar el excelente fondo de la editorial
para lec-tores de 0 a 14 años, cuenta con un moderno diseño,
trae interesantes recuperaciones de títulos «imperdibles»
y a la vez apuesta por la incorporación de jóvenes autores.
Finalmente, la larga crisis de Ediciones B y unas perspectivas inciertas,
sobre todo en el departamento de infantil, ha originado la salida de la
editorial de Jesús Ballaz, otro imprescindible «histórico»,
que se plantea ahora una mayor dedicación a su faceta de escritor.
Actividad editorial
Dos prestigiosas colecciones han llegado este año a su número
100: Espacio Abierto (Anaya) y Las Tres Edades (Siruela). Espacio Abierto,
dedicada a la narrativa juvenil y que dirige Norma Sturniolo, editó
para la ocasión Dos en una, de Martín Casariego. El número
98 fue Los vampiros no creen en Flanagans, de Andreu Martín y Jaume
Ribera (autores del nº 1 de la colección, Todos los detectives
se llaman Flanagan, con las aventuras del joven detective Juan Anguera),
y el 99, Los amores lunáticos, de Lorenzo Silva.
Las Tres Edades, que nació en 1990 defendiendo la buena literatura
para todas las edades («para lectores de 8 a 88 años»,
decía su lema), editó Los cuentos de las Esfinge, un volumen
especial en el que se recogen 40 historias de autores de todo el mundo seleccionados
por Michi Strausfeld, directora de la colección. El nº 99 fue
El último gigante, de Miguel Fernández-Pacheco y el 101, La
cabeza del durmiente, de José María Guelbenzu.
Por otra parte, Destino, que ha pasado también por su fase de
cambios, ha estrenado nuevo plan editorial y nueva editora, Patrizia Campana,
de origen italiano. Mantiene la convocatoria de su prestigioso premio de
libros ilustrados, que ha cambiado de denominación -Premio Destino
Infantil Apel·les Mestres, se llama a partir de ahora-; ha abierto
tres colecciones infantiles, Milcuentos, Camaleón y La Isla del Tiempo,
y una juvenil, Nautilus. Y además, lanza la serie Geronimo Stilton
(un fenómeno de popularidad en Italia), dirigida a lectores de 8
a 12 años. Y también en Barcelona, RBA ha abierto una nueva
y muy cuidada colección juvenil, Samarkanda, con tres interesantes
títulos: Historias desde el hielo, una antología de relatos
de los países nórdicos; El reino de Kensure, un relato japonés
de Michael Morpurgo, y La escuela vacía, del marroquí afincado
en París, Tahar Ben Jelloun.
Por su parte, la veterana editorial catalana, La Galera, que cumple 25
años, ha realizado un lanzamiento inusual. Habitualmente, publica
títulos simultáneamente en catalán y castellano, pero
esta vez ha apostado por una novela de aventuras, Las andanzas de Kip Parvati,
publicada solamente en castellano, dentro de la colección El Corsario,
primera obra de Miguel Larrea, un madrileño buen conocedor del mar.
Finalmente, la pequeña y selecta Kókinos ha cumplido ya
once años de existencia y sigue cuidando sus propuestas de libros
ilustrados. La más reciente, Mi laberinto, un precioso álbum
de Emilio Urberuaga, que pone en imágenes la poética y conocida
canción, del mismo tí-
tulo, de Pablo Guerrero. De Urberuaga, por cierto, excelente ilustrador
que no se prodiga demasiado, es también el divertido álbum
para pequeños Un bicho raro, editado por Edelvives.
Y la igualmente pequeña Corimbo, responsable de la traducción
en castellano y catalán de los excelentes álbumes franceses
de L'École des Loisirs (con quienes coedita), acaba de celebrar su
quinto aniversario con éxito y con nuevos proyectos. Entre sus últimos
títulos, el espectacular Roberto Elbanco, de Claude Ponti.
Poesía, música y arte
Que el Premio Nacional de Literatura haya sido para un poeta, Miquel
Desclot, y que otro premio importante -el Leer es Vivir Infantil, de Everest-
haya sido también para un libro de poesía, Las palabras que
se lleva el viento, de Juan C. Martín Ramos, refleja que el interés
por la poesía sigue vivo, pese a la escasez de títulos, de
poetas y de lectores. Algo que quedó bien patente en dos interesantes
congresos que se celebraron en noviembre de 2002 y que, curiosamente, coincidieron
en su temática y en varios de sus ponentes: el Congreso «Haur
Poesia/Poesía Infantil», organizado por la Asociación
Galtzagorri (sección vasca de la OEPLI), y el VIII Simposio sobre
Literatura Infantil y Lectura «Leer, cantar, contar. Poesía
y Narración», organizado por la Fundación Germán
Sánchez Ruipérez. En ambos coincidieron los principales autores
de este género minoritario, como el citado Desclot, el vasco Juan
Kruz Igerabide, el gallego Anto-
nio Garcia Teijeiro y el malagueño Antonio Gómez Yebra,
que une a su condición de poeta la de entusiasta editor de poesía.
Su colección Caracol, que desde 1998 edita la Diputación de
Málaga, y que va ya por los veinte títulos, tiene el mérito
de incentivar la aparición de poetas noveles, tanto españoles
(incluyendo la edición bilingüe en todas las lenguas del Estado)
como hispanoamericanos. Sus últimos títulos: Desmadrario,
de Mar Pavón; Begi Loti/Ojitos dormilones, de Juan Kruz Igerabide;
Hojas de líneas cojas, de Paloma Bordóns; Poecuentos, de Reinaldo
Jiménez Morales, y Poemas para niños, una antología
del propio Gómez Yebra, fuera de colección.
Además, Hiperión ha editado nuevos títulos en su
estupenda colección Ajonjolí -El sapo y la luna, de Carlos
Reviejo; Pitiflores, de Mari Carmen Díez Navarro; Oro parece , de
Luis Martínez de Merlo-; Media Vaca ha publicado el oportuno Garra
de Guerra, de Gloria Fuertes; Alfaguara el fresco y divertido poemario Animales
muy normales, del novel Rafael Ordóñez, y Ekaré, Poemas
con sol y son, una antología de poesía para niños de
América Latina.
La edición de libros sobre música y arte tiene en Agruparte
y Serres, respectivamente, sus editoriales de referencia. La primera, con
su colección La Mota de Polvo (que incluye un CD y la posibilidad
de interactuar como en un karaoke) ha editado Sherezade, de Rimski-Kórsakov,
La leyenda de Santa María de la Pena Negra, de Chaikovski, y el volumen
especial Las óperas del Real para los más jóvenes,
de Fernando Palacios, con ilustraciones de Jesús Gabán. Además,
la pequeña editorial catalana Hipótesis, ha editado el quinto
título -Turandot, de Puccini- de su cuidada colección Ópera
Prima, en la que se ofrecen adaptaciones de los libretos originales de las
grandes óperas, en formato de álbum ilustrado y acompañadas
por un CD con fragmentos musicales de las obras; también con CD,
Lóguez incorporó un nuevo título, Johann Strauss, a
su colección Joven Música; Diagonal/Grup 62, publicó
Mi primer libro de Ópera, de Jordi Sierra i Fabra, y Siruela, un
clásico de la divulgación musical: El maestro invita a un
concierto, de Leonard Bernstein.
En cuanto a los libros de arte, Serres inició una interesante
serie sobre los museos españoles Mateo de paseo por con sus dos primeros
títulos: El Museo del Prado y El Museo Thyssen; en Cataluña,
Tuscania inició una nueva colección infantil sobre grandes
artistas, con Un niño llamado Giotto y Leonardo, ese genio; y Alfaguara
editó el excelente álbum de procedencia norteamericana Frida,
dedicado a la famosa pintora mexicana Frida Kahlo.
Premio de Fomento a la Fundación GSR
Como cierre de este panorama anual, generoso, como se ha visto, en cantidad
y calidad, y empresarialmente algo «movido», cabe destacar la
concesión del Premio Nacional al Fomento de la Lectura, que otorga
el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a la Fundación
Germán Sánchez Ruipérez (junto a la revista Turia).
Un merecidísimo reconocimiento, ya que, si en España hay una
institución de referencia en el campo de la promoción del
libro infantil y la lectura, ésa es la Fundación GSR.