Intramuros

Youssef Chahine: el gran cineasta egipcio

por Samir Farid

Intramuros nº 28, Primavera / Verano 2008

Dentro y fuera de su país, Youssef Chahine es considerado una de las personalidades más importantes del Egipto de la segunda mitad del siglo XX.

Nació en Alejandría en 1926. Estudió en Victoria College, en su ciudad natal, y más tarde interpretación en Pasadera Playhouse, en los Estados Unidos.

Recibió el Gran Premio de las Jornadas Cinematográficas de Cartago por el conjunto de su obra. Obtuvo el galardón del Jurado en el Festival de Berlín de 1979 por su película Alejandría...,¿por qué? , la única distinción alcanzada por un cineasta egipcio en toda la historia de los festivales de Berlín, Cannes y Venecia, y el Premio Nacional de las Artes en 1994, el principal otorgado por el Estado egipcio. En 1997, por el conjunto de su obra, también consiguió el Premio del Cincuentenario del Festival de Cannes.

Al igual que la cultura de la sociedad egipcia, que es el resultado de una combinación variopinta de circunstancias históricas, geográficas y demográficas muy complejas y especiales, Chahine es el resultado de una mezcla de ingredientes que aparecen expresados de una manera muy característica en sus películas.

La peculiaridad de Chahine se debe más que nada a su origen alejandrino. Alejandría era la ventana a través de la cual Egipto se asomaba al mundo y el mundo a Egipto, por lo que quien nacía en ella era diferente de quien nacía en cualquier otra ciudad.

En una ocasión Chahine me dijo: “Siempre que contemplaba el horizonte, me preguntaba qué había del otro lado”.

Es posible dividir su producción cinematográfica en cuatro etapas: la primera comprendería 18 películas, de Papá Amin (1950) a El alba de un nuevo día (1965); la segunda, las cinco películas entre El vendedor de anillos (1965) y La gente y el Nilo (1972); en la tercera estarían las cuatro producidas en colaboración con Argelia: de El gorrión (1972) a Una historia egipcia (1982); y, finalmente, la etapa en la que se encontrarían las coproducidas con Francia, desde Adiós, Bonaparte (1985) hasta Alejandría - Nueva York (2004).

En su primera etapa, en la que la época dorada del cine egipcio alcanzó su apogeo, Chahine dirigió 18 películas de todos los géneros. Las más importantes son Duelo en el valle (1956), rodada en el Alto Egipto en medio de las ruinas de época de los faraones; Duelo en los muelles (1956), ambientada en el puerto de Alejandría, y Tú eres mi amor (1957), en la que de nuevo vuelve al Alto Egipto, esta vez a Aswan. En 1958, en Egipto dio a luz Estación Central , proyectada en el Festival de Berlín, que se convirtió en un éxito rotundo a costa de fracasar ante el público en Egipto. En Gamila (1958), la argelina, Chahine expresó su postura en contra de la ocupación francesa de Argelia y de la violencia que practicaban las fuerzas de ocupación contra el movimiento por la independencia.

Saladino (1963) es un film hollywoodense en cuanto a la forma, pero de contenidos propa gandísticos. La película identificó simbólicamente a Nasser como el nuevo Saladino. En esta película, Chahine descubrió, quizás por primera vez en la historia del cine, la verdad de que los objetivos las causas de las guerras son siempre políticos y económicos aún si se hace uso de las religiones, como ocurrió con las Cruzadas. En este sentido, Saladino es de principio a fin un mensaje de tolerancia entre musulmanes y cristianos. Con El alba de un nuevo día (1965), Chahine anunció su apoyo al nuevo régimen socialista. Es un canto de amor a El Cairo.

Sin embargo, nada de esto le valió ante el régimen. Se vio obligado a emigrar al Líbano, donde empezó su segunda etapa artística. En esa transición hacia sus etapas tercera y cuarta, dirigió El vendedor de anillos (1965) y Como un ídolo de arena (1967). Su conciencia política, como él mismo reconoce, no alcanzó la mayoría de edad hasta la Guerra de 1967, cuando Israel ocupó el Sinaí egipcio, Cisjordania y los Altos del Golán.

Tras la derrota del ‘67, Chahine cambió completamente.

Pasó entonces de las filas de los partidarios del régimen a las de la oposición. El cineasta alejandrino sabía entonces que quien vendía su libertad para conseguir algo, perdía la libertad y lo perdía todo. Eso es lo que aparece con claridad en su obra maestra La tierra (1969) y en La elección (1970). Las dos películas se podrían entender como una crítica a aquellos intelectuales que vendieron su libertad y se sumaron a los sueños de Nasser, a cuyo fracaso contribuyó el propio líder egipcio, quien a su vez había vendido la libertad en la que fue educado en su juventud. La tierra fue proyectada en la sección oficial del Festival de Cannes de 1970 y celebrada por los críticos de Francia y del mundo, y en muchos países. De la misma manera que la acusación de Jawaga 1 le había acompañado desde su primera película hasta La tierra , a partir de La elección y hasta hoy siempre le marcará la acusación de “incomprensible”. La gente y el Nilo (1972) fue la primera coproducción egipcio-soviética. El espíritu con que fue dirigida lo llevó a su prohibición. En realidad, la versión exhibida en 1972 fue un nuevo montaje de la película; hubo que esperar veinte años para poder verla en su versión original en Francia, en 1992, con el título El Nilo y la vida .

La primera de las coproducciones realizadas con Argelia fue El gorrión . La censura prohibió la proyección de la película en Egipto entre 1972 y 1975 debido a que terminaba exigiendo ir a la guerra para liberar las tierras ocupadas por Israel, en 1967. Solo fue permitida en 1975, después de la guerra de Octubre en 1973, en la que dichas tierras fueron liberadas.

Chahine pasó de El gorrión , un film sobre la corrupción que llevó a la derrota de 1967, a El regreso del hijo pródigo (1976), considerada una de sus obras maestras y que continúa siendo hasta hoy la elegía más elevada realizada sobre la época de Nasser.

En 1978 alumbró Alejandría..., ¿por qué? , la primera parte del cuarteto que conforma su autobiografía, a la que se sumaron Una historia egipcia (1982), Alejandría aún y siempre (1989) y Alejandría - Nueva York (2004). En Alejandría..., ¿por qué? , ganadora del Premio Especial del jurado del Festival de Berlín de 1979, Chahine vuelve a la Alejandría de su juventud, esto es, la de la época comprendida entre ambas guerras mundiales. Habla de la tolerancia que había caracterizado a la ciudad, presentando una historia de amor entre un chico egipcio musulmán y una chica hebrea. Tras el premio obtenido en el Festival de Berlín, Chahine logró su segunda recompensa importante con la participación de Una historia egipcia , la segunda parte de su autobiografía, en el Festival de Venecia de 1982.

Con la llegada del Partido Socialista al gobierno francés en 1982 y de la mano de la política del ministro de Cultura Jacques Lang, que cambió el cine en Francia y en Europa, Chahine inició la etapa a la que pertenecen las ocho coproducciones con ese país realizadas entre 1985 y 2004.

Chahine tuvo que pagar un precio por la larga relación de desencuentros entre Egipto y Francia cuando, en su primera coproducción, Adiós, Bonaparte (1985), establecía una relación de amistad entre el protagonista y un general francés debido al deslumbramiento que le producían al egipcio los aparatos científicos modernos que veía en la casa del general. También, le cuestionaron la elección para el título de una palabra francesa que significaba, además de “despedida”, “hasta pronto”.

El cineasta egipcio cumplió 60 años mientras dirigía El sexto día (1986), la segunda película de su nueva etapa y la más francesa de todas sus producciones de ese período. En ella expresa por primera vez sus obsesiones acerca de la muerte, a través de un viaje que la protagonista realiza con su nieto, enfermo de cólera, en un barco por el Nilo que se dirige a Alejandría con la esperanza de ver el mar y alcanzar la curación antes de que llegue el sexto día, en el que mueren los afectados por ese mal. El film supuso un fracaso en Egipto y en Francia, con el que tuvo que cargar Chahine el mismo año que lloró el suicidio de Dalida, la protagonista de la película.

Con Alejandría, aún y siempre (1989), se situaba en el campo de los partidarios de la libertad y la democracia en Egipto. Después, se volvió hacia el pasado lejano con la película El emigrante (1994), con la que se enfrentó por segunda vez en su carrera a la prohibición de uno de sus films, esta vez por estar inspirado en el profeta Yusuf. La prohibición fue en el mismo año en el que Naguib Mahfuz sufrió un atentado.

Del dolor sentido por ambos sucesos nació El destino (1997), una película sobre la vida del filósofo árabe-andaluz Averroes, que narra cómo tuvo que enfrentarse a los extremistas islámicos, quienes lo declararon infiel y quemaron sus libros, y cómo éstos llegaron a Egipto. Después vino El otro (1999), en el que dio rienda suelta a su rabia por el deseo de los Estado Unidos de dominar el mundo.

A los 75 años dirigió Silencio..., se rueda (2001), en la que cultiva el musical, una de sus grandes pasiones.

Finalmente, llega Alejandría - Nueva York (2004), la cuarta parte de su autobiografía y en la que narra lo que le hubiera gustado que pasara y nunca sucedió.

Su última película, El Caos (codirigida con Jalid Yusuf) se estrenó en 2007. Con ella volvió a practicar una crítica mordaz de la actualidad con un tema político relacionado con los cambios producidos en la última década y que dieron lugar a una merma en la estructura política y social en todos los niveles.

*Samir Farid. Célebre crítico cinematográfico, nació en El Cairo en 1943. Se graduó en el Departamento de Crítica del Instituto Superior de Artes Dramáticas en 1965. Desde 1967 ha sido invitado a más de 170 festivales y seminarios en África, Asia, Estados Unidos y Europa. Es miembro del consejo de varias revistas, como El cine y La vanguardia . Es cofundador del Festival Nacional de Cortometrajes y Documentales, en 1970, y del Festival Nacional de Largometrajes, en 1971, además de la Unión de Críticos Árabes de Cine y la Asociación Egipcia de Críticos de Cine, ambas creadas en 1972. Desde 1971, integra la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica (FIPRESCI). Es el supervisor de cine en la Biblioteca de Alejandría desde 2001. Ganó el Premio Nacional de las Artes en 2002. Escritor de 53 libros, el último de los cuales se titula La nueva ola en el cine egipcio , fue publicado en Damasco en 2005.

Jawaga : Se trata de una palabra que los egipcios utilizan para referirse a los hijos de las comunidades extranjeras que no dominan el árabe. Sin embargo, no implica ninguna connotación negativa. Muchas veces se emplea en tono de broma.

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