ADE-Teatro

Patrimonio y tejido cultural

por Juan Antonio Hormigón

ADE-Teatro nº 108, Diciembre 2005

Radio Clásica de Radio Nacional de España emite los domingos, a la una de la tarde, un programa excelente. Se titula "Las cosas de Palacios", habida cuenta que este caballero es quien lo diseña y realiza. Se trata de un bien articulado montaje de intervenciones breves y analíticas de la realidad cultural, con composiciones de las más diversas estirpes. Su objetivo es defender la denominada música clásica, lo que no le impide incursionar en los teritorios sonoros más diversos, a la par que establecer las pautas críticas de la situación cultural que atravesamos.

El pasado domingo 28 de noviembre, Palacios se centró en la pérdida de público en las salas de concierto. Las muchas y excelentes infraestructuras musicales que se construyen, pueden hacernos pensar -aseguraba- que estamos en el mejor de los mundos, pero los problemas siguen ahí, se agravan, y un día comprobaremos que se ha producido la catástrofe. Casi al concluir señaló: "España en el terreno cultural se encuentra en el vagón de cola europeo".

Aquella lacónica consideración me produjo un cierto latigazo espiritual. Después de tantos años de repetir alertas parecidas, alguien venía a decir lo mismo. Al referirse a un terreno específico como el musical, nos quitaba la venda respecto a un estado de cosas que suponíamos desde la ingenuidad que era más estable y sólido. Parece que no es así. En España queda casi todo por hacer para alcanzar el nivel del continente, en el teatro muy en particular.

Es frecuente escuchar los lamentos que se propalan aquí y allá, respecto a las dificultades de establecer relaciones fructíferas con el público. Quizás debamos comprender de una vez por todas que no podemos seguir confundiendo el negocio del ocio con el disfrute cultural. Hay muchos interesados en que dicha confusión se sostenga y acreciente y la consecuencia es la pérdida de relación positiva con los públicos potenciales. Ese es uno de los peores síntomas de que seguimos instaurados en el vagón de cola. La obsesión por universalizar el ideal receptivo de la cultura según los criterios emanados de las cotas más altas de la televisión, es una añagaza de los más perversos enemigos de la cultura y hunde en los abismos de la frustración a los sujetos actuantes.

Por otra parte, el problema básico de la consolidación y crecimiento cultural pasa de forma indefectible por la cohesión y sostenimiento del patrimonio, así como por el desarrollo del tejido productivo y recepcion. Asentar el patrimonio no sólo supone la preservación del legado sino la continuidad de aquellas iniciativas estables que generan cultura. Crear tejido implica el crecimiento y distribución patrimonial en el territorio y su interrelación positiva y estimulante. Sorprende que los políticos que se ocupan de la cuestión, nada enuncien en este sentido, nada sepan y en consecuencia no construyen proyectos de gobernación coherentes. Parece que en esta cuestión vivamos al día, tratándolo como si fuera un problema de mercadeo minorista y no como algo inherente a la entidad y condición civil de la ciudadanía.

Quizás únicamente por esta dejación y desidia puede entenderse que hace años hubiera planes para suprimir Radio Clásica, que fue salvada "in extremis" por una activa campaña de los oyentes. Que ahora haya rumores de cierre de la Orquesta de Radio Televisión Española, tras una larga y fructífera historia. Algo que sería impensable en cualquier país de los que viajan en los vagones de cabeza. Que no se hayan realizado apenas esfuerzos para establecer una sucesión de teatros públicos en toda España y se haya consolidado su estatuto para evitar que sean teatros de Corte o proyectos de índole diversa sostenida por dinero público. Podríamos seguir porque ejemplos no faltan.

¿Cuándo dejaremos de pensar exclusivamente en el negocio y creeremos seriamente en la cultura, en su consolidación patrimonial y el desarrollo de su tejido productivo y receptor? No hacerlo es lo que nos mantiene en el vagón de cola europeo.

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