ADE-Teatro

Camps, José María: El edicto de gracia. Miras, Domingo: Fedra (Serie: Premios Lope de Vega, nº 12).

por José Gabriel López Antuñano

ADE-Teatro nº 121, Julio / Septiembre 2008

Otras reseñas han subrayado el interés de la colección Premios Lope de Vega, por sacar a la luz textos no publicados o de difícil localización, galardonados por el Ayuntamiento de Madrid, y por la importante recuperación de la memoria del teatro reciente que suponen las aportaciones de los diferentes editores de estos volúmenes; pero, además de estas razones, importa subrayar que la colección permite seguir, número a número, la evolución del teatro español tanto en lo referente a formas como a contenidos. El presente volumen recoge el premio y el accésit del año 1972, El edicto de gracia de José María Camps y Fedra de Domingo Miras, dos obras que esconden tras argumentos históricos una censura al régimen de Franco que daba los últimos coletazos en el inicio de la década de los setenta.

El drama histórico de Camps, que se estrenó con algunas mutilaciones impuestas por motivos de adecuación a la duración convencional de un montaje tetaral, supuso para el público general el conocimiento de un autor forjado en el exilio. El edicto de gracia aborda un proceso de la Inquisición contra un grupo de campesinos navarros por cuestiones relacionadas con la brujería. En dicha causa, celebrada realmente en el siglo XVII, el inquisidor, Don Alonso de Salazar, se mostró contrario a favorecer un juicio sumario y sin pruebas promovido por Fray Domingo de Sardo empeñándose, bajo su responsabilidad y contraviniendo usos y costumbres, que los acusados pudieran hablar y defenderse, al tiempo que intenta demostrar que algunas de las acusaciones no tienen un soporte real. La densidad de la historia ahoga de alguna manera la intencionalidad crítica, más patente ahora que en el momento del estreno, de hecho el drama no tuvo problemas con la censura. El edicto de gracia narra esta historia a través de parlamentos excesivamente largos, discursivos y muy literarios, que a duras penas permiten que afloren los conflictos; interesa por la recreación del proceso y por el atractivo del personaje central que encuentra poca oposición en Fray Domingo, un personaje que se mueve más próximo al estereotipo. La puesta en escena pasó de manera discreta tanto entre el público como entre críticos.

Domingo Miras con Fedra ofrece dos versiones contradictorias en las relaciones entre la protagonista y su hijastro Hipólito, alejándose de la versión de Eurípides y aproximándose más a la de Séneca. Este drama, una de las primeras obras de este dramaturgo, se inscribe en una línea mitológica (junto a Egisto y Penélope ) abandonada después por Miras y es un punto de referencia en el proceso de búsqueda del escritor; asimismo es útil para estudiar la evolución de la escritura dramática hacia terrenos más comprometidos en su aproximación a la realidad. Fedra que ha conocido tres ediciones anteriores a ésta y que no ha sido estrenada, interesa por cuanto supone de iniciación y proceso de experimentación en la consecución de un lenguaje propio y un sitio en la escena española, que conseguiría con el transcurrir de los años.

En esta edición, Alberto Fernández Torres escribe un estudio introductorio que analiza estas dos obras y la ganadora del Premio Lope de Vega 1973, 7.000 gallinas y un camello de Jesús Campos, “que no ha podido incluirse en esta edición porque el autor ha negado el permiso de publicación”. Dedica las páginas iniciales a situar el contexto político y teatral de España en el arranque de los setenta: con pinceladas certeras y sobrias, desgrana la crítica situación del país con una respuesta sobre la escena audaz: “nuestro teatro no ha ganado ni en atrevimiento, ni en contenido, ni en capacidad o deseo de intervención”. Pasado el epígrafe primero, se detiene en un estudio, pormenorizado y sistemático, de las dos obras premiadas y de la que obtuvo el accésit en 1972: comenta cuestiones relacionadas con los argumentos, la organización de la obra, el estilo, los personajes y la disposición y análisis de los elementos constitutivos del drama. Cierra los epígrafes dedicados a Camps y Campos con una selección cuidada de las críticas del estreno, en las que sabe leer entrelíneas, deduciendo de las frases amistosas algunos problemas de la puesta en escena; por ejemplo, al finalizar con la selección de algunas frases de críticas del estreno de El edicto de gracia concluye: “resulta como poco curioso que todos estos defectos (que recoge de diferentes críticos) fueran puestos en el debe del texto y no en el de la puesta en escena”.

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