Melómano

Andres Orozco Estrada, vehemente por naturaleza

por Manuel Cabrera

Melómano nº 153, Mayo 2010

El encuentro, que navega sobre las líneas que siguen, se hace dentro de un ambiente de bonanza apacible, muy reflexivo y, tal vez o inusualmente, construido sobre unas cuadernas mentales impropias, por su solidez, para una batuta que gobierna dentro de una envidiable juventud vital. Facciones fuertes bruñidas en pura fibra de corporeidad menuda, talladas en las ricas esencias históricas de su Medellín natal. Andrés Orozco Estrada (diciembre 1977) está desde hace diecisiete meses al frente de la titularidad musical de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, institución cultural pública ésta cuyo único patrón es el Gobierno Vasco.

La verdad es que durante las casi dos horas del encuentro no se empleó la fórmula de la entrevista sobre la base de preguntas y respuestas, sino que tuvo el basamento en un diálogo fresco, salpicado de vehemencias y de controles, forjado sin utopías.

"En la música me gustan las proporciones, el balance, la armonía en todos los sentidos, sin rechazar los extremos dentro una flexibilidad equilibrada". Sin duda resulta atractiva esta tarjeta de presentación, lo que demuestra que tiene claro cuáles son los itinerarios sustanciales por los que han de discurrir su trabajo y su carreta artística, desde que allá en el año 2004 fuera bautizado por la crítica austriaca especializada como 'El milagro de Viena' tras su incuestionable éxito en la dirección de Vier letzte Lieder de Strauss al frente de la Tonkünstle-Orchester Niedorösterreich.

A través de sus ademanes correctos en la expresividad de los gestos, se define como "un hombre vehemente por naturaleza, por lo que tengo que amarrar las emociones para que mi trabajo vaya siempre controlado por los dictados que el compositor puso en pentagrama".

Desde fuera, en el campo de diletante, subyace, con mayor o menor consciencia, la pregunta de cómo es la preparación que un director de orquesta realiza a partir del momento en que una partitura está en sus manos por primera vez. "Para mí -dice Orozco Estrada- es indiferente que se trate de una obra tradicional o de una obra moderna. Siempre adentro mi imaginación en el sonido que el compositor ha querido y por ello suelo cantar mentalmente la partitura para conocer bien su construcción". En una segunda fase de esta fórmula de trabajo -reconoce- toma la ayuda de las referencias de otros directores que han interpretado la obra y que han sido grabadas. "Carlos Kleiber escuchaba todas las grabaciones precedentes que tenía a su alcance, y era Carlos Kleiber. Siempre se aprende de los demás."

Considera que la inteligencia, "que se fortalece con el estudio, es el fundamento principal para dotar de personalidad propia a un director de orquesta, a la que hay que cultivar permanentemente mediante un trato directo con los músicos que la integran, para que rinda a la perfección el sistema de los vasos comunicantes, pues resulta imposible que ese  tinglado de sentimientos individuales funcione, como un todo orgánico, sin el necesario equilibrio". Esa fórmula le ha reportado excelentes resultados cuando ha estado al frente, como director estable, de la Grobes Orchester Graz ó de la Orquesta Nacional de Colombia.

Se posesiona ante su primera temporada al frente de la OSE, en la que ha participado en su casi total diseño y que abarca un programa que va desde la Sinfonía nº 1 en do mayor, opus 21 de Beethoven, hasta la Estancia, opus 8a de Ginastera, respecto a la que "entiendo que integra obras exigentes y de mucho contraste, lo que permite crear una expectativa de interés hacia el público, sin el cuál nosotros no somos nada. Hay que saber 'vender el aceite' como se dice en Colombia. Son cuatro programas distintos, más la presencia de la Orquestra en la Quincena Musical de San Sebastián, lo que me lleva a vivir en esta hermosa cuidad más de cuatro meses al año."

Su formación musical es fundamentalmente alemana -tiene fijada su residencia permanente en Viena- mostrando su preferente interés  en lo que él llama "la primera escuela alemana, con Mozart y Haydn al frente, hasta llegar a Schubert, y sobre todo la que se puede llamar segunda escuela en la contundencia del romanticismo alemán con Brahms y Schumann al frente. La verdad es que me gusta mucho la mentalidad alemana y la exactitud de su idioma. Eso puede parecer extraño para la cultura mediterránea o latina, pero una palabra alemana tiene con cada acepción, su concepto, claro y sin ambages".

Estamos ante un hombre de fácil diálogo, que no lo diluye ante ningún tema de los tratados y que, desde su exultante juventud, es rotundo al manifestar que "me encantan los retos difíciles que pretendo conformar en esta nueva etapa con la Orquesta Sinfónica de Euskadi, pues si bien es importante la permanente formación del músico mediante programas atractivos y novedosos, no lo es menos ilusionarle con nuevos proyectos mediante los que se va a devolver a la sociedad lo que de ella se recibe, sobro todo si, como en el presente caso, estamos en una institución de carácter público a través de la cual la ciudadanía nos muestra, con su presencia, gratitud y apoyo."

El diálogo empieza a circular por derroteros de proyectos y afanes a los que pretende dar desarrollo durante los tres años en que va a estar ligado -en principio- a esta su orquesta. Siendo consciente de la realidad ante la que se encuentra es rotundo al afirmar que "no me gusta la tendencia que ahora impera de ir a todo muy rápido; cada cosa tiene su proceso y la música nos ha enseñado que siempre hay que ir 'a tempo'; si no, el descuadre resulta finalmente irrecuperable".  

Tiene clara la impronta de estilo que quiere dar a la OSE. "En la actual plantilla nos falta un contrabajo para ser un orquesta de clara esencia romántica, con alrededor de cien profesores, al igual que para que mi trabajo vea los frutos pretendidos entiendo como importante la existencia de un director asistente, que no es lo mismo que un director principal invitado. Aquel tiene que seguir la línea de continuidad del titular, mientras que el otro tiene perfecto derecho a marcar su estilo en la forma de trabajar. Una orquesta es un barco donde no puede haber dos capitanes al gobierno del puente de mando."

En el encuentro se analiza la situación orquestal en la Comunidad Autónoma del País Vasco en que la cohabitan, más que conviven, como profesionales, la Orquesta Sinfónica de Bilbao, con residencia en la villa del Nervión, y la Orquesta Sinfónica de Euskadi, con sede en San Sebastián, así como la ausencia de una agrupación  musical de cámara con carácter estable. Esta joven batuta colombiana resuelve el tema de manera eminentemente práctica. "Creo que ninguna de las dos nos hacemos sombra. Nosotros tenemos una perfecta programación estable, en cada temporada, con presencia en el Palacio Euskalduna de Bilbao, en el Auditorio Kursaal de San Sebastián, en el Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz y en Auditorio Baluarte de Pamplona, amén de la presencia con al menos dos títulos en la Temporada de Ópera de la ABAO y la permanente, desde nuestra fundación, en la Quincena Musical, así como salidas a otros puntos de España y del extranjero. En  cuanto al tema de una orquesta de cámara estable,  entiendo que la OSE puede tener, con probabilidad, siendo muy interesante y ofreciendo un muy alto nivel de calidad, una sección camerística en atención a las circunstancias."

Cuando se le inquiere su posición como director ante la ópera, como maestro concertador entre foso y escenario, la considera "un espectáculo integral que en estos momentos está muy sometido al marqueting y al impacto social y mediático. Aquí aún no he tenido el placer, porque sin duda es un placer, de dirigir ópera; ya lo he hecho en Stuttgard, en Colombia y en la Ópera de Kolsterneuburg, durante el tiempo en que fui su director. Es cuestión de programación de fechas y de títulos, pero de verdad me encantaría. Es algo apasionante poder ofrecer tal nivel de belleza artística y, como ya he dicho, me encantan los retos".

Desde el amplio ventanal de la sala donde se desarrolla la entrevista, en la sede de la OSE, sita en el Alto de Miramón, con San Sebastián deslizándose sobre verdes que terminan bañándose en la mar, a caballo de Urgull y de Igueldo, Andrés Orozco Estrada consume los últimos minutos adentrándose en proyectos ilusionantes. "Uno de ellos es la creación, como se dice en Alemania, de una Akademi, al objeto de implicar a estudiantes de música, ya en grado universitario, en al vida de la Orquesta, dándoles la oportunidad, a los mejores, de participar en sus ensayos y, tal vez, en sus conciertos. Hay que ofrecer ilusiones a la juventud que viene detrás, pues no es justo que al acabar una carrera de tanto esfuerzo y estudio, no exista la más mínima esperanza de futuro".

La existencia en este territorio vascongado de la EGO -Joven Orquesta de Euskal Herria- dependiente del Departamento de Cultura de Gobierno Vasco,  lleva al entrevistado a hacer un planteamiento realmente atractivo. "Seria muy interesante, y es un tema que se debe estudiar, el invitar a actuar con la OSE a los jóvenes solistas de la EGO, así como a directores y compositores jóvenes. Sería un Laboratorio de Estudio Musical muy interesante, una especie de postgraduado pero sin serlo, una fórmula de encuentros donde todos saldríamos enriquecidos".

Siendo consciente de la muy cuajada presencia de su orquesta en la sociedad vasca y navarra, con 7.050 abonados, el problema de la educación musical, en los distintos segmentos de edades, es algo que le causa preocupación en lo que se refiere principalmente al aspecto de los llamados conciertos didácticos. "Más que didácticos -se enseña en una escuela o colegio o universidad, no en una sesión musical- entiendo que deben ser encuentros de motivación musical entre el público y la orquesta, con recorrido de ida y vuelta. Es mucho más interesante, ilustrativo, atractivo y de imborrable recuerdo, tener a una persona escuchando un concierto en un ensayo, sentado entre los atriles, que en una cómoda butaca. Semejante experiencia le hará descubrir sentimientos nuevos y le dará una apertura hacia la aceptación integral de este maravilloso arte".

Da gusto escuchar (ahora escribir) esta forma de entender la música hacia afuera. Despacio, con cuidado, como no deseando poner fin al encuentro pero con la firmeza de "ahora me tengo que meter en una reunión de temas organizativos; nos veremos pronto", extiende su nervuda mano derecha que encuentra la homóloga, ya vetusta, del autor de estas líneas.

Destacados:

"Siempre se aprende de los demás"

"Sin el público nosotros no somos nada. Hay que saber 'vender el aceite' como se dice en Colombia"

"Me encantan los retos difíciles que pretendo conformar en esta nueva etapa con la Orquesta Sinfónica de Euskadi"

"Una orquesta es un barco donde no puede haber dos capitanes al gobierno del puente de mando"

"Hay que ofrecer ilusiones a la juventud que viene detrás"

 

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