De la veteranía a la juventud, así podría definirse el relevo en la dirección musical del valenciano Palau de les Arts. Al ya octogenario Lorin Maazel (París, 1930) sucederá en la temporada 2011-2012 el jovencísimo director de orquesta israelí Omer Wellber (Beer Sheva, 1981), quien durante la presente temporada asume las funciones de principal director invitado y, también, tendrá una activa participación en la programación del Palau de les Arts. Asimismo, dirigirá la próxima temporada doce funciones operísticas y tres conciertos sinfónicos.
Wellber está considerado como uno de los valores de mayor proyección en el actual panorama musical internacional. En poco tiempo ha consolidado una brillante carrera como director operístico, en diferentes repertorios: italiano, francés, ruso y alemán, lo que le ha llevado a dirigir numerosas óperas en Israel y muchos conciertos sinfónicos en La Fenice de Venecia y La Arena de Verona. También producciones de Il Trovatore y Aida en Padua. Para dar una idea de la proyección que ha adquirido este joven director, el propio Plácido Domingo ha manifestado un gran interés por contar con la presencia del director israelí en la Ópera de Washington.
Señalar las triunfantes actuaciones de Wellber en la Staatsoper de Berlín, donde, con bastante frecuencia, ha sido invitado por su auténtico mentor Daniel Barenboim. Sin embargo su fulgurante carrera se ha producido tranquilamente, sin grandes algaradas, a lo largo de los diferentes puestos que el joven director ha ocupado en los últimos años: Director residente de la Ópera de Israel y de la Raanana Symphonette Orchestra. También ha dirigido la Orquesta de Cámara de Israel, la Sinfónica de Jerusalén, Sinfónica de Haifa, Sinfónica de Israelí de Rishon LeZion, así como la Orquesta Filarmónica de Israel. Durante esta rápida e intensa trayectoria, ha dirigido ya diecinueve óperas de diferentes repertorios.
Esta entrevista se realizó el pasado abril coincidiendo con el concierto que Omer Wellber dirigió en el Palau de les Arts, con un programa que incluía La Obertura Leonora III de Beethoven, Las danzas sinfónicas de West side story de Leonard Bernstein y La sinfonía fantástica de Berlioz. La presentación de Wellber resultó un verdadero triunfo, ya que supo imprimir la quietud y serenidad demandadas por la beethoveniana obertura Leonora III, para pasar al ritmo vertiginoso con el que condujo las Danzas sinfónicas de West side story, para concluir con una ejecución de la Sinfonía fantástica plena de auténtica pasión, con un juego de contrastes que alternaba la atmósfera ensoñadora y onírica de los "sueños", el "sonambulesco baile" y la "escena campestre", con el ritmo frenético de la "marcha hacia el suplicio" y "el sueño de una noche de aquelarre" donde la orquesta brilló a gran altura.
Se trata de un hombre muy vital y comunicativo pero, a la vez, de trato sencillo y amable. Conversar con él resultó sumamente agradable.
¿Qué significa para usted suceder como director musical del Palau de les Arts al maestro Lorin Maazel, verdadera figura mítica de la dirección orquestal en los últimos cincuenta años?
En primer lugar es como un sueño. Después de diez años dedicado profesionalmente a la música, se presenta en mi vida una increíble oportunidad, como es suceder a una importantísima figura como Lorin Maazel, de extraordinaria trayectoria musical durante más de cinco décadas, y que ha cultivado con absoluta maestría todo tipo de géneros y repertorios musicales. Al ensayar con esta Orquesta del Palau de les Arts, creada y madurada por Maazel, puede comprobarse la impronta que el Maestro le ha conferido: calidad, equilibrio, afinación y todas esas características que definen una gran orquesta.
Ciertamente esta orquesta ha recibido grandes elogios a nivel nacional e internacional....
Le insisto que ensayando mi concierto de presentación en Valencia, cuyo plato fuerte es la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz, he podido comprobar la extrema calidad de esta joven orquesta, cuya trayectoria en los últimos años ha sido reiteradamente alabada por la crítica internacional. Tuve ocasión de escucharla por primera vez la temporada pasado dirigida por Zubin Metha, en una obra como El Anillo del Nibelungo, cuya suma dificultad requiere ser traducida por una gran orquesta.
Me ha citado la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz, considerado como el gran continuador del sinfonísmo beethoveniano. Hábleme de esta obra.
Esta "fantástica" sinfonía, que en realidad se denominaba, "Episodios de la vida de un artista" se estrenó en 1830, cuando Berlioz tenía veintiocho años, el mismo año que Victor Hugo estrenó su Ernani. Por tanto La sinfonía fantástica y el Ernani son auténticos manifiestos del llamado "Movimiento Romántico". Ciertamente, se consideró que muerto Beethoven, tres años antes del estreno de esta sinfonía, Hector Berlioz recogía el testigo dejado por el gran compositor de Bonn. Se trataba de una música programática, donde los oyentes debían escucharla siguiendo su argumento. Verdaderamente, en esas fechas imaginar unas imágenes como en el caso de una novela, pero escuchando una partitura musical, resultaba absolutamente novedoso. También se trataba de una música fuertemente innovadora, donde Berlioz, después de haber estudiado y asimilado todo el sinfonismo anterior e incluso de sus coetáneos, como es el caso de Schumann y Mendelssohn, construye una obra que se adelanta a las propuestas que muchos años después realizará Richard Wagner. También, La sinfonía fantástica, incluye la novedad de estructurarse en cinco movimientos, superando los cuatro que habían caracterizado el sinfonismo clásico. Por tanto la propuesta de Berlioz, se adelanta también, en muchos años, a la Sinfonía nº 2 (Resurrección) de Gustav Mahler, compuesta en cinco movimientos. Hector Berlioz fue un verdadero genio, lamentablemente, y como le pasa a los grandes innovadores, bastante incomprendido por el público de su época.
También Berlioz es un gran compositor operístico y en el Palau de les Arts pudimos comprobarlo con Les Troyans, ópera que inauguró con gran éxito la presente temporada...
Las óperas de Berlioz son verdaderas obras maestras, en el caso de Les Troyans, con una larga complicada génesis. Su otra gran aportación al género lírico es Benvenuto Cellini. Ambas obras se han representado muy escasamente. Tuvieron que darles el espaldarazo definitivo directores como Colin Davis y Georges Prêtre en los años sesenta y setenta del pasado siglo, y en la actualidad Valery Gergiev, quien dirigió Benvenuto Cellini en el Festival de Salzburgo de 2008, y Les Troyans que se representaron esta temporada en el Palau de les Arts.
Qué le parece el edificio que alberga al Palau de les Arts?
Impresionante, una verdadera maravilla arquitectónica, tan imponente en sus dimensiones espaciales que es preciso contemplarla con cierta lejanía, para darse idea de su grandiosidad. Esa forma de cabeza de pez con esa cresta empotrada que vuela sobre el espacio sin ningún tipo de apoyos, resulta un verdadero desafío ingeniero-arquitectónico. Luego toda esa decoración exterior e interior, con los típicos azulejos mediterráneos, resulta verdaderamente bella. Y, también, todo ese entorno pleno de gran atractivo visual de la Ciudad de las Ciencias, en el que se inserta este Palacio de Ópera. Las respectivas salas sinfónica y de ópera emanan en su diseño una moderna funcionalidad, además de poseer una buena acústica. En síntesis: una de las grandes construcciones musicales de todo el mundo.
Usted es un director de orquesta muy joven. ¿Hábleme de su trayectoria artística? ¿Cómo surge su vocación? ¿Tiene antecedentes musicales en su familia?
No provengo de una familia relacionada ni con la música ni tampoco con el mundo artístico. Mis padres, hermanos, cuñados y primos son profesores. Mis padres eran, simplemente, aficionados. Mi gusto por la música surge desde muy niño. Ya a los diez u once años realizaba composiciones musicales que interpretaban diferentes orquestas en Israel. Mi primer instrumento fue el acordeón y posteriormente inicié estudios de piano y, una vez completados, comencé los estudios de dirección orquestal. Al terminarlos, empiezo a trabajar a los veintiún años en la Ópera de Tel Aviv.
Hábleme de su etapa en la Ópera de Tel Aviv
He trabajado en la Ópera de Tel Aviv durante seis años, primero como director asistente y posteriormente como titular. La primera ópera que dirigí fue Un ballo in maschera. Mi repertorio operístico durante esos años se centró fundamentalmente en el repertorio italiano, con algunas incursiones en la ópera francesa y alemana. Esta etapa ha sido fundamental en mi formación como director operístico, que también alterné con el repertorio sinfónico. Sin embargo, mi gran salto se produce al convertirme en asistente de Daniel Barenboim en la Sttaasoper de Berlín.
Parece que Barenboim se ha convertido en su gran valedor...
Bueno, trabajar con este inmenso artista se ha convertido en mi gran experiencia vital y musical. Estos dos últimos años han sido de intenso trabajo, que ha repercutido en mi maduración como músico, al lado de un director como Barenboim, cuya versatilidad le hace bascular en todo tipo de géneros, además de sus intervenciones como gran virtuoso del piano. Y, como no, su pasión por el tango, que ha manifestado en conciertos por todo el mundo y esos multitudinarios recitales en su Buenos Aires natal, que han tenido una amplia difusión por todo el mundo al ser comercializados en DVD.
Parece que, en la actualidad, los jóvenes directores de orquesta tienen cada vez más predicamento; me refiero a su caso y también a ese fenómeno musical-mediático que es el director venezolano Gustavo Dudamel...
Ciertamente la trayectoria de Dudamel está resultando meteórica, con una vitalidad que le permite dirigir por todo el mundo, con una muy alta cotización. Quizás, en mi caso me estoy tomando mi carrera más pausadamente, asimilando mi cada vez mayor nivel de trabajo y responsabilidad. Estoy tremendamente ilusionado con esta nueva etapa que comienzo en la dirección musical del Palau de les Arts.
¿Que directores de orquesta admira más?
Existen muchos del pasado y el presente. Le destacaría a Zubin Metha, con quien tengo una magnífica relación y me ha invitado a dirigir en el próximo Maggio Musicale Fiorentino. También tengo una gran admiración por Eugene Mravinsky y por el extraordinario Sergiu Celebidache.
La gran crisis económica que afecta a todo el mundo ¿cómo está incidiendo en el mundo musical?
De manera muy importante. En países como EEUU se han cerrado muchos teatros y ha habido un recorte sustancial de los presupuestos. El caso de Italia, el país lírico por antonomasia, es aún más alarmante. El drástico recorte en los presupuestos públicos que, de alguna manera, eran la principal fuente de financiación, sobre todo en los países europeos, ha afectado a muchos teatros y auditorios. En fin, esperemos que por bien de la música, de la cultura en general, y de todas las actividades que suponen el desarrollo económico de los países de todo el mundo, esta crisis pase pronto. Ya que, obviamente, cuando hay que solucionar necesidades primarias, el desarrollo cultural tiene que pasar a un segundo plano. De cualquier modo, me siento optimista, ya que el mundo del arte es verdaderamente mágico y en muchas ocasiones pueden hacerse actividades verdaderamente interesantes con muy poco presupuesto.
Destacados:
"El Palau de les Arts es una de las grandes construcciones musicales de todo el mundo"
"Trabajar con Barenboim se ha convertido en mi gran experiencia vital"
"El drástico recorte en los presupuestos públicos ha afectado a muchos teatros y auditorios"