Ópera Actual

Rolando Villazón: "Cantaré Otello aunque sea lo último que haga"

por Pablo Meléndez-Haddad

Ópera Actual nº 80, mayo 2005

Iba para cura, pero al final estudió danza y teatro mientras aprendía a impostar la voz escuchando discos de Plácido Domingo. Hoy ya se ha convertido en uno de los tenores del futuro: el mexicano Rolando Villazón, que este mes debuta en el Liceu barcelonés –en L'elisir d'amore , donde regresará en dos temporadas con Manon , junto a Natalie Dessay–, se está encumbrando a lo más alto del panorama operístico internacional como uno de los tenores líricos más importantes de la primera mitad del siglo XXI. Y todo ello con poco más de 30 años. Sí. Habemus tenor.

Como Rodolfo de La Bohème en Glyndebourne, junto a Elisabeth Norgerg-SchulzÓPERA ACTUAL: ¿No se cansa de que comparen el timbre de su voz con el de Plácido Domingo?

Rolando VILLAZÓN: No, la verdad es que es un elogio. ¿A quién le puede importar que lo comparen con su ídolo? La verdad es que Plácido ha sido desde siempre mi fuente de inspiración, y creo que es el artista más importante que ha visto un escenario en todos los tiempos. En todo caso, espero que en el futuro yo vaya siendo más Rolando Villazón, pero no me importa en absoluto que me llamen Il piccolo Domingo , como sucede aquí en Alemania.

Ó. A.: En todo caso, en su último disco para el sello Virgin , dedicado a arias de ópera francesa, parece haberse apartado casi definitivamente del sonido Domingo...

R. V.: Creo que esa independencia vocal es natural en la evolución de cualquier cantante, pero sobre todo en mi caso: hay que tener en cuenta que empecé a cantar a los doce años escuchando discos de Domingo, doblando mi voz sobre sus canciones de trabajos crossover como Perhaps Love , que grabó junto a John Denver. En ésas estuve hasta los 19 años, y la verdad es que los discos de Domingo fueron para mí toda una escuela de canto porque aprendí a impostar la voz imitándolo, escuchando su sonido e intentando reproducirlo lo mejor posible. Como es lógico, en seis años de imitación continua es natural que ciertos sonidos de Plácido formen parte de mi formación y de mi resultado como cantante. Al comenzar mi carrera profesional él siguió siendo una referencia, pero, como también es lógico, de manera natural ha ido apareciendo mi propio sonido. Por eso pienso que en estos seis años que llevo en activo y al conocerme cada vez más a mí mismo como intérprete he podido ir asimilando y desarrollando una manera de cantar propia, mía, personal. Creo que es necesario aclarar que nunca imité a Plácido expresamente para parecerme a él, sino para aprender a cantar, como un método de aprendizaje que en ese momento creí que era el más adecuado. De la misma manera, nunca he intentado diferenciarme a conciencia de un canto que ya forma parte de mí mismo.

Ó. A.: Con tan pocos años en el mundo de la ópera sorprende su madurez a la hora de plantear su carrera discográfica. ¿Cómo decidió el repertorio de su último disco, que incluye óperas que nunca ha cantado y otras que casi no se conocen?

R. V.: La verdad es que no quería hacer un disco con muchos autores, por eso salió así, centrado sólo en obras de Massenet y Gounod. Al principio la idea era hacerlo sólo con arias de Massenet, pero después me pareció que era más interesante hacerlo con piezas de otro compositor que yo conocía y que me gustaba, que es Gounod; creo que la combinación de piezas de ambos es muy buena, porque Massenet es más erótico y Gounod más espiritual: mi propuesta intenta encontrar erotismo en la espiritualidad de Gounod y buscar lo espiritual en el erotismo de Massenet. Después vimos con los productores que sería interesante grabar no sólo piezas conocidas, sino también otras que resultarán todo un descubrimiento para el público.

Ó. A.: Usted debutó Faust en la Opéra de Paris y Roméo en Lyon. ¿No le intimida ir a cantarle en francés a los franceses?

R. V.: No, para nada... Es más, siempre me ha gustado estar en el ojo del huracán. Digamos que me ponen los retos. Eso de buscarse un teatro chiquito para debutar un personaje antes de cantarlo en un teatro grande no va mucho conmigo. Yo canté mi primera Carmen en una nueva producción de la Staatsoper de Berlín, con Daniel Barenboim en el podio... Definitivamente lo mío son los retos. Mi debut en Europa fue con Des

Grieux en Francia, y por eso le tengo tanto cariño al repertorio francés; de ahí partió la idea de hacer este disco, porque ya conozco una parte significativa del repertorio. He cantado Roméo,

Faust, Hoffmann y Don José. Para el disco me preparé con una excelente coach francesa y también con el director Evelino Pidò; nos juntábamos y trabajabamos mucho no sólo la música, sino también el texto. Fue muy enriquecedor.

Ó. A.: En una entrevista en la que lo presentamos al público español y que publicamos hace dos años en ÓPERA ACTUAL usted afirmaba que hay que intentar que la vida valga la pena. ¿Hasta el momento lo vale la suya?

R. V.: Estoy fascinado con mi vida; la carrera no me puede ir mejor y en estos dos años han pasado muchas cosas, he tenido dos hijos y me he instalado en París. Vivir la cultura francesa cuando estás inmerso en ella al vivir en una ciudad como ésta es fundamental para comprender bien a esa sociedad y a esa cultura. Te impregnadas del estilo y de la manera de ser de esta gente a través de las cosas cotidianas de la vida. De eso está cargada la música, del alma de la cultura. Pero volviendo a la pregunta, al final de cuentas, ¿qué es la felicidad sino momentos luminosos en la gran línea de la vida? Yo estoy viviendo ahora esos momentos llenos de luz. Algunos tenemos la suerte de poder crearlos. Lo bueno está en que sea el corazón el centro de esos momentos luminosos.

Ó. A.: ¿Seguirá radicado en París?

R. V.: La verdad es que ahora estoy mirando si me voy a vivir a Barcelona. Estuve allí el verano pasado y me gustó mucho la ciudad.

Ó. A.: ¿Se definiría como un melómano? ¿Le gusta oír discos de ópera en su tiempo libre?

R. V.: Oigo muy poca música en casa, pero trato de ir mucho al teatro porque intento escuchar mucha música en directo, que es lo que prefiero: me gusta la música viva y la ópera en el teatro para sentir la energía de los artistas. Cuando tengo tiempo libre y, sobre todo, cuando no estoy con la familia, intento ponerme al día en cuanto a espectáculos y además me gusta visitar a los amigos, ya que con el paso del tiempo y con los viajes se van haciendo amistades en las diferentes ciudades en las que cantas.

Ó. A.: La carrera, cuando funciona con éxito como la suya, y cuando hay una discográfica que ayuda en la promoción, también implica otras obligaciones, como la de atender a la prensa y responder entrevistas como ésta. ¿Lo evita?

R. V.: No, en absoluto, porque por suerte para mí también me gusta esta parte de mi trabajo. Pero debo ser cuidadoso y no dedicarle demasiado tiempo porque también hay que dejar espacio para uno y para la familia. Las entrevistas no son todas iguales y, si bien hay preguntas que se repiten, hay otras que me hacen reflexionar, que me dejan pensando acerca de la imagen que se tiene de mí o de ciertos pasos que he dado en la carrera. También hay que decir que soy muy entusiasta en lo que hago con todos mis proyectos, y nunca pongo problemas con la promoción. De esta manera la compañía sabe que cuenta conmigo para vender un producto que hemos hecho todos con esfuerzo e ilusión. Por eso, y a pesar de los momentos difíciles que se están viviendo, yo siempre soy positivo. Creo que éste es un momento de transición para la industria del disco. Quizás estamos viviendo el momento en el que el CD tal y como lo conocemos está quedando obsoleto, pero tampoco hay que olvidarse de que es el momento del DVD, y los esfuerzos se están orientando hacia ese formato. Siempre habrá nuevas opciones. Hay que ser optimista...

Ó. A.: Usted ha estudiado danza y teatro antes de dedicarse a la música. Por lo mismo, además de cantar, vive con energía la parte de actor que posee un intérprete, eso sin olvidar que le encanta dibujar. ¿Le gustaría dirigir algún día?

R. V.: Me encantaría llegar a ser director de escena. Por desgracia creo que nunca podré ser director musical porque no tengo los estudios suficientes, aunque me gustaría. Pero director de escena sí, y estoy seguro de que algún día lo haré. Y sería modernísimo, porque creo que hoy es posible una lectura moderna a la ópera respetando la música. La verdad es que en las diversas producciones en las que participo siempre me cuestiono lo que hacemos y pienso cómo lo resolvería yo. De hecho ya tengo buenas ideas para Werther , Elisir y Traviata ... Ahora estoy concentrado en hacer de cantante, pero este sueño no es para cuando me retire. Me gustaría prepararme más, pero quiero dejarme el espacio para poder hacer una locura de este tipo, aunque me arriesgue a vivir un fracaso. No hay problema. En esta vida hay que arriesgarse; esto lo aprendí desde que canté Don José: fue un papel que ninguno de los que están a mi lado querían que aceptara. Todo el mundo me criticó antes de cantarlo, pero al final estoy muy contento de haberlo hecho y me demostré a mí mismo que podía confiar en mi intuición. Las críticas en general fueron muy buenas y me quedó claro que soy yo el último responsable de lo que hago y que no debo tomar mucho en cuenta la lluvia de opiniones de los que me quieren y ni tampoco la de los críticos. Porque yo soy un ávido lector de críticas y siempre he considerado que crítico, público e intérprete deben ir de la mano. Hay críticas con las que no estoy de acuerdo, pero las respeto como una opinión responsable. Y me ha costado conquistar a los críticos de ÓPERA ACTUAL (ríe)...

Ó. A.: ¿Por qué lo dice? Aquí siempre se ha seguido su carrera con interés...

R. V.: Sí, pero las críticas no siempre han sido buenas. Y me parece muy bien que sea así, porque si la opinión es constructiva, me hace pensar, y eso es positivo para mí. Es otro regalo.

Ó. A.: ¿Con quién trabaja sus papeles? ¿Tiene algún maestro?

R. V.: Hace mucho tiempo que ya no tengo maestro. Una vez que te gradúas tienes que ser tú mismo el responsable de tus decisiones, porque sólo nosotros mismos somos capaces de tocar nuestro instrumento. Yo tengo algunas personas muy cercanas con las que comento detalles más personales, como mi esposa, que me ayuda mucho en lo escénico respecto de la plasticidad de mi cuerpo y de la utilización de mi energía, además de darme algún consejo vocal. Con mis managers hablo más respecto de las decisiones sobre afrontar nuevos papeles, producciones o contratos. Pero soy yo el que decido, y ejemplo de eso es ese Don José, que canté en contra de todos.

Ó. A.: ¿Qué hay respecto de un proyecto cinematográfico en el que participará junto a la soprano francesa Natalie Dessay?

Ó. A.: Es una película que se llamará Feliz Navidad ambientada en la Primera Guerra Mundial y que está basada en un hecho real que sucedió en las trincheras, en pleno campo de batalla, una noche de Navidad. Un soldado alemán, tenor, se puso a cantar Noche de Paz y al final acabaron cantando ambos bandos... Yo pondré la voz del protagonista en las arias que interpreta y Natalie la de una soprano de la que se enamora.

Ó. A.: ¿Por qué su discográfica se ha decidido por la producción de Barcelona para rodar un DVD de L'elisir d'amore ?

R. V.: Porque el Liceu tiene la mejor tecnología del mundo para grabar DVD y porque quieren hacer mi Nemorino, un personaje que conozco, atesoro y al que quiero muchísimo. Además la producción presenta una lectura diferente que es muy coherente con el género y con el título.

Ó. A.: ¿Hacia dónde cree que caminará su voz en el futuro?

R. V.: Espero que hacia la de un lírico más spinto , pero a eso hay que ayudarle tomando las decisiones precisas. No creo que llegue a hacer la carrera de Plácido Domingo, entre otras cosas porque él, a mi edad, estaba a un año de cantar su primer Otello, y yo estoy a unos veinte...

Ó. A.: ¿Le apetecería interpretar al moro de Venecia?

R. V.: Mucho, y lo haré aunque sea lo último que cante. Por ahora tengo mucho repertorio lírico que incorporar, como Lensky, Werther, Ernani, en cuatro años más Cavaradossi...

Ó. A.: ¿Le interesaría incursionar en el crossover ?

R. V.: Sí. Algún día me gustaría poder cantar canciones mexicanas o populares inéditas, como lo ha hecho Domingo. Y hacerlas como él las hizo, con pasión y entusiasmo. Plácido lo canta todo desde el corazón. Pero por el momento estoy consolidándome como cantante de ópera. Y eso me basta y me sobra.

Después de cantar en Barcelona L'elisir d'amore , Rolando Villazón viajará a Munich para interpretar dos conciertos antes de volver al Covent Garden de Londres, en junio, para interpretar al Duque de Mantua de Rigoletto . En el Festival de Verano de Munich será Faust y en agosto se instalará en Salzburgo para dar vida a Alfredo en La Traviata . Lo esperan Bohème en París en octubre, Rigoletto en el Met en noviembre y Werther en Niza, ya en enero de 2006.

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