Ritmo

Música y arquitectura. O, mejor dicho, música y otras arquitecturas

por José Antonio Ruiz Rojo

Ritmo nº 767, septiembre 2004

Mi amigo Rafael Juan Poveda no demoró un segundo el comentario: “¿Música y arquitectura? ¡Pues la Quinta de Bruckner!”. Le expliqué que mi propósito no era hablar de arquitecturas musicales especialmente deslumbrantes, sino sólo tratar de ciertas partituras relacionadas directa o indirectamente con conocidos palacios, iglesias, puentes y otras construcciones por el estilo. Pero, desde luego, le sobraba razón al citar la Sinfonía en Si bemol Mayor del organista de San Florián como un logro asombroso de la ingeniería musical. En la misma línea, Harry Halbreich no vaciló en describir la obra como una gigantesca catedral sonora (un símil arquitectónico al fin y al cabo) y el propio compositor dijo de este trabajo suyo de 1878 que era lo mejor que había escrito en materia de contrapunto. Por tanto, de acuerdo con Rafa. Aunque, repito, mis tiros van por otro lado.

La música constituye un arte del tiempo y la arquitectura un arte del espacio, pero la música se toca en un espacio y por supuesto no suena igual en cualquier espacio. Más aún: algunas obras (más allá de la ocasional toma en consideración por parte del compositor de las propiedades acústicas de la sala) fueron escritas para formar simbiosis expresiva con arquitecturas muy concretas. Ejemplo paradigmático es el Poema electrónico de Edgar Varèse, una composición que combina sonidos generados por medios puramente electrónicos y sonidos naturales (musicales y no musicales) grabados y transformados mediante manipulación electrónica. La obra fue concebida para ser ejecutada durante la Exposición Universal de Bruselas del año 1958 en el Pabellón Philips, una singular construcción, demolida poco después, que llevaba la firma de uno de los grandes arquitectos del siglo, Le Corbusier, pero en cuyo diseño jugó un papel importante el músico Iannis Xenakis. Estos sonidos, registrados en cinta magnética y difundidos por una batería de más de 400 altavoces, surcaban el interior del pabellón y producían un efecto irresistible en el público.

Si descartamos las vagas e idealizadas referencias en infinidad de obras a la arquitectura de diferentes épocas, se comprueba que no abundan las partituras centradas en monumentos del pasado griego y romano. El ruso Alexander Taneiev escribió El Templo de Apolo en Delfos para que sirviera de interludio entre los cuadros primero y segundo del tercer acto ( Las Euménides ) de la ópera La Orestía (1887-1904). El carácter solar del dios Apolo en su dórico santuario (el del célebre oráculo) viene sugerido por los arpegios ascendentes del arpa al inicio de la breve pieza y por el resplandeciente crescendo que sigue a continuación. La fantasía sinfónica Aus Italien ( De Italia , 1886) de Richard Strauss evoca las ruinas del Foro de Roma en su segundo movimiento en do mayor, Imágenes fantásticas de un esplendor desaparecido , donde un motivo triunfal en las trompetas pinta la gloria de la Roma imperial. El boloñés Ottorino Respighi dedicó tres suites sinfónicas a la ciudad de Roma, la antigua y la moderna, y las tres gozan hoy de popularidad, sobre todo Los pinos de Roma (1923). Su primer movimiento nos transporta a los jardines que rodean la Villa Borghese, un edificio encargado por el cardenal Scipione Caffarelli Borghese y construido por Flaminio Ponzio en el espíritu del Renacimiento tardío entre 1613 y 1615, en tanto que el segundo movimiento nos sitúa ante una de las numerosas catacumbas cristianas que inundan el subsuelo romano (se oyen en la distancia las notas de un salmo). Las fuentes de Roma (1916), primera parte del tríptico, puede incluirse aquí debido al carácter de híbrido de algunos de estos famosos surtidores romanos. Es el caso de la Fontana di Trevi, protagonista del tercer movimiento de la suite (una fanfarria anuncia la llegada del cortejo de Neptuno), la cual, construida según el boceto del arquitecto Nicola Salvi, une la mole del Palacio Conti y los grupos de figuras esculpidos por Pietro Bracci y otros artistas hacia 1760. Por fin, Las Fiestas romanas (1928) nos llevan, en sus movimientos primero y cuarto, al Coliseo, el enorme anfiteatro con capacidad para 50.000 espectadores construido por los Flavios a fines del siglo I, y también a la Piazza Navona, cuyo trazado delata el antiguo estadio de Domiciano. Las acotaciones del autor suministran los argumentos: “Se abren las puertas de hierro. Cantos religiosos y rugidos de bestias salvajes se mezclan en el aire. La multitud se levanta. El canto de los mártires prosigue antes de perderse en el tumulto”.

La ópera Tosca de Puccini, sobre un libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa basado en el lúgubre drama de Sardou, se convirtió desde su estreno en Roma en 1900 en uno de los títulos más representativos del género. Ambientada en el año 1800, sus tres actos se desarrollan en el marco de importantes monumentos arquitectónicos de la Ciudad Eterna, a saber: la iglesia de Sant'Andrea della Valle, que, iniciada por Carlo Maderno y terminada por Carlo Rainaldi, es el principal templo romano de la orden contrarreformista de los teatinos; el Palacio Farnesio, residencia del malvado Scarpia, que data del siglo XVI y fue construido en diversas etapas por Sangallo el Joven, Miguel Ángel y Giacomo della Porta; y el Castel Sant'Angelo, antiguo mausoleo de Adriano y fortaleza de Roma desde comienzos de la Edad Media, que es donde fusilan a Cavaradossi y desde cuyas murallas se arroja al vacío una desesperada Tosca.

El solemne cuarto movimiento, Maestoso , de la Sinfonía Renana (1850) se lo inspiró a Schumann la contemplación de la catedral gótica de Colonia y la elevación al rango de cardenal del arzobispo de la ciudad. Otra catedral, la de Toledo, fue retratada musicalmente por el palentino Claudio Prieto, quien habló de su obra en estos términos: “Está orientada hacia la transparencia, la expresividad, las coloraciones indefinidas y, cómo no, el carácter místico que envuelve todo su proceso creativo”. Producto de un encargo de la Dirección General de Música, Catedral de Toledo (1973) incluye alusiones al canto mozárabe y a los lienzos de El Greco. Por las mismas fechas compuso Tomás Marco su Escorial , partitura estrenada en París en 1974. Según el autor, “la estructura de la obra está basada rigurosamente sobre los módulos geométricos del Escorial, aunque no se trata de la mera transposición de fórmulas matemáticas, sino de traducir en sonidos una apasionante estructura centrípeta”. Lejos de la severidad herreriana del monasterio mandado alzar por Felipe II para conmemorar la toma de San Quintín, el gracioso palacio nazarí de los reyes musulmanes de Granada, edificado en los siglos XII y XIII, ha alentado la creación de algunas partituras, como, por ejemplo, el primer movimiento, titulado En el Generalife , de la soberbia Noches en los jardines de España (1915) de Falla, y el divulgadísimo trémolo para guitarra Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega, compuesto a la vuelta de un viaje de su autor a Granada (por el contrario, Falla no había visitado Granada cuando comenzó a componer su obra: lo aprendió todo sobre la Alhambra en un libro barato comprado en Francia).

En el castillo real de Windsor, construido y reformado entre los siglos XII y XIX, se sitúa la acción de óperas como Ana Bolena (1831) de Donizetti, con libreto de Felice Romani, que pone en escena a la infortunada segunda esposa de Enrique VIII, y también Falstaff (1892) de Verdi, sobre un libreto de Arrigo Boito basado en tres obras de Shakespeare cuyos personajes evolucionan en la Inglaterra de Enrique IV, es decir, en los primeros años del siglo XV. El asesinato en 1170 del arzobispo Thomas Beckett en la catedral de Canterbury, como represalia por haber excomulgado a Enrique II, inspiró una pieza teatral a T. S. Eliot, “Asesinato en la catedral”, que a su vez, inspiró la ópera homónima de Ildebrando Pizzetti, estrenada en 1958. Londres también se halla presente, por ejemplo, en la Sinfonía nº2 de Vaughan Williams (arpa y clarinete imitan al comienzo las campanas del reloj del Parlamento) y en la London Suite (1932) de Eric Coates, con sus alusiones al Covent Garden, la abadía medieval de Westminster y un puente sobre el Támesis (pero no el célebre Puente de Londres, que, por otra parte, le inspiró a Coates una marcha en 1934).

La ciudadela de Vyšehrad en Praga, objeto de atención preferente en el primer poema sinfónico de Mi país (1874-1879) de Smetana, resurge en los poemas restantes a través de su inolvidable tema, un motivo musical que asume función cíclica. En 1880 Alexander Glazunov plasmó en la suite sinfónica Kremlin la imponente fortaleza construida en Moscú por arquitectos italianos en los siglos XV y XVI, residencia por entonces de los zares y sede más adelante de los gobiernos soviéticos y rusos.

En los Estados Unidos Robert R. Bennett tituló Rascacielos el sexto movimiento ( Adagio religioso ) de su suite orquestal Visiones y sonidos (1929). Y es que los edificios en altura fueron y siguen siendo símbolo del progreso americano y seña de identidad de Nueva York, una ciudad muy atendida por los compositores yankees, por ejemplo por Leonard Bernstein, autor en 1944 de On the Town (que incluye la canción New York, New York y el bullicio de Times Square) y del ballet Fancy Free . Claro que también hubo músicos como Meredith Willson que rastrearon otras arquitecturas: su insólita Segunda Sinfonía evoca las misiones californianas del siglo XVIII.

Europa tuvo por muchos años el edificio más alto del mundo: la Torre Eiffel. Con sus 300 metálicos metros, fue inaugurada en 1889 como gran reclamo de la Exposición Universal de París. Fascinó a los surrealistas e inspiró, entre otras partituras extravagantes, el ballet Los novios de la Torre Eiffel , estrenado en 1921, con libreto de Jean Cocteau y realización colectiva del llamado Grupo de los Seis.

Compositores

ALEXANDER TANEIEV (1850-1918)

Alumno de Rubinstein y Chaikovsky y profesor de Scriabin y Rachmaninov, este compositor ruso, amigo de Tolstoi y experto en filosofía, matemáticas, esperanto y ajedrez, es recordado hoy por la ópera La Orestía (de la que es intermedio sinfónico El templo de Apolo en Delfos ), la cantata San Juan Damasceno y la hermosa Suite de concierto para violín y orquesta , aunque también hallamos en su no demasiado amplio catálogo cuatro sinfonías (la mejor es, de lejos, la Cuarta ) e interesantes muestras de música de cámara.

FRANCISCO TÁRREGA (1852-1909)

La historia llama la atención: al caerse a una acequia el pequeño Francisco sufre un shock que le daña los ojos, y su padre, pensando que perderá la vista, se traslada con el niño a Castellón para que asista a clases de música y pueda ganarse la vida tocando algún instrumento. Pues bien, curiosamente, es un músico ciego quien le imparte las primeras lecciones, y otro músico ciego, Manuel González, le inicia en el mundo de la guitarra. Así comienza la carrera musical del autor de Recuerdos de la Alhambra .

GERMAINE TAILLEFERRE (1892-1983)

Fue la única mujer miembro del Grupo de los Seis (coautora, por tanto, de Los novios de la Torre Eiffel ) y una de las pocas compositoras de cierta importancia activas en la primera mitad del siglo XX. Nacida cerca de París, escribió especialmente para el piano, instrumento que dominaba. Su música hunde sus raíces en el clasicismo francés, pero no desdeña la politonalidad y las audacias armónicas. Entre sus partituras destacan el ballet El comerciante de pájaros y el Concierto para piano y orquesta de 1924.

ROBERT RUSSELL BENNETT (1894-1981)

Más conocido por sus orquestaciones de melodías debidas a compositores como Jerome Kern, George Gershwin, Cole Porter y Richard Rodgers, este músico, natural de Kansas City, escribió, además de Sights and Sounds (hay grabación en Naxos), varias sinfonías y óperas y mucha música vocal y de cámara. El jurado del concurso de composición sinfónica organizado en 1928 por la RCA Victor decidió repartir los 25.000 dólares del premio entre los aspirantes Aaron Copland, Louis Gruenberg, Ernest Bloch y Russell Bennett.

CLAUDIO PRIETO (1934)

El autor de Catedral de Toledo y del Concierto del Escorial es, junto a Joan Guinjoan, Gonzalo Olavide, Leonardo Balada, Antón García Abril y Josep Soler, uno de los grandes nombres de la generación de compositores españoles nacidos en los años de la Segunda República. Partituras como Solo a Solo , Arambol , las Sinfonías 1 y 2 , el Concierto de amor para violonchelo y orquesta , el Concierto mediterráneo para trompeta y orquesta y el Fandango de Soler son hitos en la reciente historia musical de nuestro país.

TOMÁS MARCO (1942)

Prácticamente coetáneo de Jesús Villa Rojo y de Carlos Cruz de Castro, este madrileño, autor de Escorial y de otros títulos fundamentales de la música española contemporánea (como, por ejemplo, Angelus Novus , Autodafé , la Sinfonía Aralar , Espacio sagrado y el Concierto para violonchelo y orquesta ) ha cultivado también, al igual que el citado compositor briocense, el género del ensayo, campo en el que es su última contribución por el momento el libro “Pensamiento musical y siglo XX”, editado por la SGAE.

Intérpretes JOSÉ CARRERAS Nacido en Barcelona en 1946, es uno de nuestros grandes tenores, por más que su estrella haya declinado hace algún tiempo. Se cuenta que, siendo niño, vio la película El gran Caruso y luego, de vuelta a casa, cantó ante su asombrada y asustada familia todas las arias entonadas por Mario Lanza. Estudió voz y piano con Magda Prunera y a la edad de ocho años ingreso en el conservatorio barcelonés. Por aquel entonces cantó La donna é mobile en una emisión de Radio Nacional de España (la grabación existe). A los once años se presentó en el Teatro del Liceo en el papel del narrador de El retablo de Maese Pedro de Falla. Pero, ya adulto, su estreno como tenor tuvo lugar en el mismo teatro en el papel de Flavio de la Norma de Bellini. Poco después abordó, también al lado de Montserrat Caballé (pareja habitual), el rol de Gennaro en Lucrezia Borgia de Donizetti, suceso que él ha valorado como su auténtico debut como tenor. Antes de cumplir los treinta años figuraban en su repertorio más de veinte óperas y había cantado en los cuatro grandes coliseos operísticos del mundo: Ópera de Viena ( Rigoletto , 1974), Covent Garden ( La traviata , 1974), Metropolitan ( Tosca , 1974) y La Scala ( Ballo in maschera , 1975). La leucemia diagnosticada en 1987, aunque superada, interrumpió una trayectoria jalonada de éxitos. El Mario Cavaradossi del registro de Tosca de Philips (reseña a vuelta de página) es una de las joyas de su legado discográfico.

MEREDITH WILLSON

Sus Misiones de California me sirven de bonita excusa para glosar con brevedad la vida y la obra de este compositor e intérprete estadounidense casi desconocido entre nosotros. Nacido en Mason City, Iowa, en 1902 y fallecido en Santa Mónica en 1984, estudió en el neoyorquino Damrosch Institute (luego Juilliard School) y años más tarde, entre 1921 y 1929, tocó la flauta en la banda de Sousa y en la Orquesta Filarmónica de Nueva York dirigida por Toscanini. Trabajó como director, letrista y compositor en programas de radio muy populares al otro lado del Atlántico: “Carefree Carnival” (1933-1936), “Maxwell House Coffee Time” (1940-1949) y “The Big Show” (1950-1953). Su comedia musical más importante, The Music Man (1957), alcanzó las 1.375 representaciones en Broadway y las versiones discográfica y cinematográfica obtuvieron, respectivamente, el primer Grammy jamás concedido y el Oscar de 1962 a la mejor banda sonora adaptada (Ray Heindorff fue el destinatario del premio). Dos de los números de The Music Man se hicieron famosos: la Marcha de los setenta y seis trombones , convertido en un clásico de la música norteamericana, y la balada Till There Was You , cantada por Paul McCartney en el álbum Meet the Beetles (1964). Willson compuso también las comedias musicales The Unsinkable Molly Brown (1960) y Here's Love (1963) y consiguió dos nominaciones al Oscar por las bandas sonoras para “El gran dictador” y “La loba”.

HANS HOTTER

El espléndido Thomas Beckett del registro D.G. de Asesinato en la catedral (ver reseña a vuelta de página) nació en Offenbach am Main en 1909 y falleció en diciembre del año pasado a punto de cumplir los 95 años. Este bajo-barítono alemán estudió en Múnich con Matthäus Roemer y trabajó como organista y maestro de coro antes de su debut operístico en Troppau en 1930. Entre 1931 y 1935 abordó papeles de barítono en Breslau, Praga y Hamburgo y en 1937 cantó en Múnich su primer Wotan, un papel con que todos le asociamos. Buen intérprete de Richard Strauss, participó en los estrenos de Friedenstag (1938), Capriccio (1942) y Liebe der Danae (1944). En 1947 acudió al Covent Garden para cantar Don Giovanni de Mozart y en 1950 debutó en el Metropolitan de Nueva York con El holandés errante de Wagner. En 1952 comenzó una etapa de doce años de intensa colaboración con el Festival de Bayreuth, donde realizó legendarias interpretaciones de los papeles wagnerianos, como, por poner dos ejemplos, el Hans Sachs de Los maestros cantores y –ya lo he apuntado- el divino Wotan de la tetralogía El anillo del nibelungo (la grabación del Anillo dirigido por Clemens Krauss en 1953 es, en este sentido, imprescindible). Poco antes de su retirada oficial en Viena en 1972 con el Gran Inquisidor del Don Carlos de Verdi (de hecho volvió a los escenarios en 1989) Hotter cantó un Moisés y Aarón de Schönberg bien acogido por la crítica.

Discos Seleccionados

SMETANA: Vyšehrad (+ otras) . Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara/Rafael Kubelík. Orfeo 115841. DDD.

A pesar de los maravillosos acercamientos discográficos de Sawallisch o Ancerl, para mí la cosa está clara: la presente grabación de Rafael Kubelík con la orquesta bávara es la más redonda versión de Mi país . También de este poema sinfónico en particular.

PUCCINI: Tosca . Caballé. Carreras. Wixell. Orquesta del Covent Garden/Colin Davis. Philips 4383592. 2 CDs. ADD.

Existen otros tres formidables registros de esta ópera: Victor de Sabata con Callas, Di Stefano y Gobbi (EMI), Zubin Mehta con Price, Domingo y Milnes (RCA) y Giuseppe Sinopoli con Freni, Domingo y Ramey (D.G.). Siento debilidad por la versión de Davis.

FALLA: Noches en los jardines de España (+ otra) . Domingo. Orquesta Sinfónica de Chicago/Daniel Barenboim. Teldec 0630171452. DDD.

Quizás sea ésta la única grabación capaz de rivalizar con la habitualmente considerada versión de referencia, es decir, la de Larrocha y Frühbeck de Burgos (Decca). En realidad, no faltan quienes la sitúan por delante. Como, sin ir más lejos, un servidor.

RESPIGHI: Pinos de Roma. Fiestas romanas. Fuentes de Roma . Orquesta Sinfónica de Boston/Seiji Ozawa. D.G. 4158462. ADD.

Hay quien prefiere la versión de Sinopoli de este afamado tríptico orquestal. Se trata sin duda de una gran interpretación, favorecida además por una espectacular toma sonora digital. No obstante, la versión de Ozawa (1979) raya su altura y no se oye nada mal.

COATES: London Suite. London Bridge (+ otras) . Orquestas/Eric Coates. Naxos 8110173. DDD.

El compacto provee un puñado de grabaciones jurásicas de los éxitos de Eric Coates con el propio compositor en funciones de director. Además de las dos obras reseñadas (registros de 1933 y 1934), se incluye, entre otras, el clásico de 1930 By the Sleepy Lagoon.

BERNSTEIN: On the Town. Fancy Free (+ otra) . Orquesta Filarmónica de Israel/Leonard Bernstein. D.G. 4479512. DDD/ADD.

Con lo que daba de sí Lenny desde el podio de director, resulta casi una impertinencia recomendar grabaciones de sus obras distintas de las realizadas por él mismo, que, por otra parte, son en algunos casos las únicas disponibles. Este disco es una delicia.

PIZZETTI: Asesinato en la catedral . Hotter. Zadek. Ludwig. Coro y Orquesta de la Ópera de Viena/Herbert von Karajan. D.G. 4576712. 2 CDs. ADD.

No existe, que yo sepa, alternativa discográfica a esta grabación en vivo efectuada el 9 de marzo de 1960 en Viena. Sólo se echa en falta una toma sonora de mayor calidad, porque, desde el punto de vista interpretativo, apenas se pueden poner reparos.

VARÈSE: Poema electrónico (+ otras) . Transferencia del master original. Decca 4602082. 2 CDs. DDD.

He aquí la edición definitiva en disco compacto del impresionante trabajo de Varèse. La transferencia de la cinta magnética original, reducidas sus cuatro pistas a dos, ha sido realizada por Konrad Boehmer y Kess Tazelaar del Instituto de Sonología de La Haya.

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