Junto a Charles Perrault (a quien dediqué el ensayo “Perrault y la música”, RITMO nº736, noviembre de 2001), los más famosos cuentistas europeos han sido los alemanes E. T. A. Hoffmann (1776-1822), los hermanos Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) y el danés Hans Christian Andersen (1805-1875). Me gustaría comentar este mes algunas de las plasmaciones musicales de las historias que ellos idearon o recogieron del acervo popular.
Pero antes de nada dejaré constancia del hecho de que Hoffmann y Andersen también participaron en la creación musical de su tiempo, pues el primero, como supongo de todos sabido, fue también un estimable compositor (su ópera mágica Undine , de 1814, precede en cinco años a Der Freischütz de Weber), mientras que el segundo proporcionó soporte literario a multitud de canciones y redactó ocho libretos con destino a otras tantas óperas, una circunstancia ésta ya menos conocida del gran público. En efecto, el escritor danés y viajero por España es autor, por ejemplo, de los libretos de dos óperas compuestas por su compatriota y amigo J. P. E. Hartmann, las tituladas Ravnen (1832) y Liden Kirsten (1846), y algunas de las canciones sobre poemas suyos se convirtieron casi en himnos nacionales, como es el caso de Nací en Dinamarca , de 1850, con música original de Henrik Rung (existe también una versión de 1926 debida a Poul Schierbeck).
En fin, veamos qué han dado de sí en lo musical los relatos breves de Andersen y de los otros autores citados. Informo al lector de que la página de Internet www.odmus.dk/andersen/musik proporciona una extensa relación de obras inspiradas en cuentos de Andersen compuestas por Niels Gade, Edvard Grieg, Carl Reinecke, E. W. Korngold, Carl Nielsen, Serge Prokofiev, Werner Egk y Alexandre Tansman, por no mencionar más que algunos autores que por falta de espacio no volverán a aparecer en el texto.
Además de la Kreisleriana que Robert Schumann dedicó a Frédéric Chopin (colección de ocho fantasías para piano de 1838-1850 cuyo título refiere al personaje Kreisler), las delirantes historias de Hoffmann espolearon la imaginación de cuatros compositores muy diferentes, Léo Delibes, Jacques Offenbach, Piotr Tchaikovsky y Paul Hindemith, que escribieron, en ese orden, dos ballets y dos óperas esenciales en la historia de estos géneros musicales. Copelia de Delibes, estrenado en la Academia Nacional de Música de París en 1870, es un ballet en dos actos y tres cuadros sobre un libreto de Charles Nuitter y Arthur Saint-Léon preparado, aunque con cambios radicales y supresión de elementos terroríficos, a partir del cuento titulado “El hombre de la arena”, publicado en 1817. El leve argumento gira en torno a los amores de Franz y Swanilda amenazados por el autómata femenino fabricado por el doctor Copelius que da nombre al ballet.
Los pasajes musicales más afortunados figuran en la correspondiente suite orquestal, integrada, ente otros números, por la brillante Mazurca , el Vals de Swanilda (junto con el anterior, el número más popular de la obra) y las danzas ( Bolero y Giga ) a cargo de la muñeca española y la muñeca escocesa . En el ballet completo, que sin duda es uno de los mejores surgidos antes de los de Tchaikovsky, también bailan una muñeca china y un cascanueces. Precisamente un cascanueces nos remite al más destacado de los ballets basados en cuentos escritos por cualquiera de los autores tratados este mes. Estrenado en San Petersburgo en diciembre de 1892, con coreografía de Lev Ivanov, el Cascanueces de Tchaikovsky, dividido igualmente en dos actos y tres cuadros, se basa en un libreto de Marius Petipa confeccionado a partir de la versión francesa de Alejandro Dumas (padre) del cuento de Hoffmann “Cascanueces y el rey de los ratones”, publicado en 1814. El compositor se sirvió de esta serie de episodios fantásticos en un marco navideño para armar una de las más hermosas partituras de su carrera. A diferencia de lo comentado a propósito de Copelia de Delibes, la suite orquestal de Cascanueces (estrenada, cosa rara, unos meses antes que el propio ballet) deja fuera tanta música maravillosa como la que incluye y, en consecuencia, su escucha no puede sustituir a la de la obra completa. Destaquemos, por destacar algo, los archiconocidos Vals de las flores , melifluo donde los haya, y la Danza del Hada de Azúcar , etéreo pasaje que emplea la celesta, es decir, el instrumento inventado por Auguste Munsel y que Tchaikovsky se llevó a Rusia en secreto para que, según confesó luego, no lo pudieran utilizar antes que él ni Nikolai Rimski-Korsakov ni Alexander Glazunov, también magníficos orquestadores.
Las dos grandes óperas según relatos de Hoffmann son Los cuentos de Hoffmann de Jacques Offenbach, estrenada en 1881 en la Opéra-Comique de París, y Cardillac de Paul Hindemith, con estreno verificado en Dresde en 1926. Aquélla, una ópera en un prólogo, tres actos y un epílogo, lleva un libreto de Jules Barbier, adaptado de una pieza teatral suya, basado, entre otros cuentos, en “El hombre de la arena” (para el episodio de Olympia), “El consejero Krespel” (para el episodio de Antonia) y “La historia de la imagen del espejo perdida” (para el episodio de Giulietta). Ésta, una ópera en tres actos, se articula sobre un libreto de Ferdinand Lion basado en “La señorita de Scuderi”, relato aparecido en 1818 que habla de un orfebre que, preso de una extraña patología, asesina a los compradores de sus joyas. Ambas partituras contienen momentos muy logrados, en especial la primera: recordemos las arias de Hoffmann (que es personaje de la ópera), Olympia y Antonia, así como la Barcarola del Acto II. Pero el autor de Los cuentos de Hoffmann no pudo ver terminada su ópera (misión cumplida por Ernest Guiraud) y, por si fuera poco, sendos incendios en Viena y París (1881 y 1887) destruyeron las partes de orquesta originales y hoy ignoramos el orden seguro que siguen las tres historias.
Además de haber inspirado, entre otras obras, la ópera de títeres El sastrecillo valiente (1939) del húngaro Tibor Harsányi, la música y las pegadizas canciones que se oyen en el largometraje animado de 1937 “Blancanieves y los siete enanitos” de Walt Disney (los autores fueron Frank Churchill, Leigh Harline y Paul Smith) y dos óperas muy mediocres del mediocre Carl Orff ( La luna y La muchacha astuta , estrenadas en 1939 y 1943), los breves relatos de los hermanos Grimm, salidos de la imprenta en 1812-1814 bajo el título “Cuentos infantiles y del hogar”, han suscitado al menos una obra maestra. Me refiero a la ópera Hänsel y Gretel de Engelbert Humperdinck, estrenada en Weimar en 1893, con un libreto de la hermana del compositor, Adelheid Wette, basado en la narración homónima, pero con muchas modificaciones y añadidos para suministrar texto suficiente a una ópera de casi dos horas de duración. Constatemos que determinado elemento del atrezzo siempre asociado con la bruja en numerosas variaciones de este cuento y en la ópera de Humperdinck está ausente en la ficción de los Grimm, donde la malvada hechicera no vuela subida a una escoba y tampoco emprende en tan singular cabalgadura la danza salvaje con la que celebra la captura de los desgraciados niños. Hay otras diferencias: los Hänsel y Gretel operísticos son hijos de un escobero y de una bondadosa mujer, no de un leñador y su despiadada esposa (madrastra de los pequeños), y se extravían mientras recolectan fresas, no a resultas del abandono deliberado de sus padres en el bosque, una crueldad que no hubiera aprobado la mentalidad burguesa del teatro alemán de la época. Señalemos que fragmentos como la obertura y la Pantomima del sueño del final del Acto II merecen figurar en cualquier antología musical.
Los cuentos que Andersen publicó entre 1835 y 1872 están detrás de numerosas composiciones, pero hasta la fecha no han propiciado partituras comparables a las ya elogiadas. No obstante, cabe citar unas cuantas de cierta, aunque desigual, importancia. El poema sinfónico Del eterno deseo (1904) del checo Vítezlav Novák se basa en un cuento publicado en la colección “El libro de las imágenes sin imágenes” (1840) y describe un cisne que acaba de posarse en el mar y después vuela en dirección al sol naciente. La suite sinfónica en tres movimientos La sirenita (estrenada en Viena en 1905 junto con el Pelleas und Melisande de Schönberg) es obra del austriaco Alexander von Zemlinsky y constituye una evocación, más que una ilustración, de la historia de la sirenita que anhela transformarse en mujer para poder conquistar al príncipe que ella misma ha salvado de un naufragio (con todo, la melodía al violín del comienzo de la obra representa obviamente a la sirenita en las profundidades del océano, y la tempestad y el naufragio resultan también harto elocuentes). En el ballet El pequeño elfo Ojo-Seguro , estrenado en 1924 en París, el compositor francés Florent Schmitt pone música, y mucha poesía, a las peripecias de cuento de hadas por las que pasa el niño Hialmar, el héroe de uno de los relatos de Andersen. El ruso Igor Stravinsky contribuyó a la causa con una ópera, El ruiseñor , con libreto de Stepan Mitusov basado en el delicioso cuento homónimo acerca de ese ruiseñor del emperador de China que, aunque desplazado por un pájaro mecánico, logra con su inimitable canto ahuyentar a la muerte y devolverle la vida a su antiguo señor. Esta ópera, estrenada en París en 1914, fue convertida años despué
INTÉRPRETES
ELISABETH GRÜMMER
Inolvidable intérprete, junto a Elisabeth Schwarzkopf, del celebrado Hänsel y Gretel de Humperdinck dirigido por Herbert von Karajan (el descubridor de la Grümmer) para el sello EMI hace muchos años, esta soprano alemana, nacida en 1911 en un una localidad de Alsacia-Lorena y fallecida en 1986 en Warendorf o Berlín (hay dudas), recibió lecciones de canto de Franziska Martienssen-Lohmann y ya en 1940 subió al escenario del Teatro Municipal de Aquisgrán como una de las muchachas flor del Parsifal de Wagner. Entre 1942 y 1944 trabajó en la Ópera de Duisburgo en calidad de primera soprano para papeles líricos. Después de fallecer su marido, el violinista Detlev Grümmer, durante un bombardeo aéreo, sirvió como empleada de correos hasta el final de la guerra. Desde 1946 hasta su retirada en 1972 permaneció vinculada a la Ópera de Berlín. En 1951 debutó en la Ópera de Viena y en el Covent Garden de Londres con la Eva de los Maestros Cantores de Núremberg de Wagner, entre 1953 y 1957 se presentó en los festivales de Salzburgo, Glyndebourne y Bayreuth y en 1967 debutó en la Ópera de Nueva York con la Mariscala de El caballero de la rosa de Strauss y en el Metropolitan Opera de Nueva York con la Elsa del Lohengrin de Wagner. Fue profesora del Conservatorio de Berlín desde 1965 y enseñó en Hamburgo, Lucerna y París. Dominadora de un repertorio no muy extenso, destacó también en la recreación de papeles mozartianos.
DIETRICH FISCHER-DIESKAU
Presente en el Hänsel y Gretel comercializado por Eurodisc (reseña a vuelta de página), en el doble compacto de D.G. con el Cardillac dirigido por Keilberth y en la versión en alemán de Los cuentos de Hoffmann grabada por EMI, este intérprete berlinés, nacido en 1925, es uno de los cantantes fundamentales del siglo XX. Incluso rozando ya la edad de jubilación, en los primeros años noventa, seguía ofreciendo interpretaciones espléndidas. Porque cuando se es un artista de los pies a la cabeza no importa que la voz, cosa lógica, no responda como antaño. Al alemán, con una carrera profesional lanzada en 1948, le sobraba inteligencia, control de los medios, instinto musical y experiencia para suplir con creces las deficiencias que el paso del tiempo provocaba en su instrumento de trabajo. En su mejor época el arte interpretativo de Fischer-Dieskau no conocía limitaciones ni en el aspecto técnico ni en la capacidad de penetración psicológica. Cada vez que cantaba era la gran tradición musical de Occidente la que cantaba a través suyo. Tal era la hondura de sus creaciones, reveladoras por cierto de una de las personalidades más cultas del panorama musical desde la última posguerra europea. Por este motivo el autor de libros como “Los lieder de Schubert” (1971) y “Wagner y Nietzsche” (1974) nos emociona y nos explica la partitura a un tiempo. Recordemos que Fischer-Dieskau quiso en un principio dedicarse a la dirección de orquesta.
OLIVER KNUSSEN
El director de una de las mejores versiones en disco del Beso del hada stravinskyano (D.G. 4492052) nació en Glasgow en 1952. Tras estudiar en Londres con John Lambert y en Tanglewood con Gunther Schuller, a la edad de dieciséis años dirigió a la Orquesta Sinfónica de Londres en el estreno de su propia Primera Sinfonía . Desde entonces ha alternado las labores de composición con una exitosa carrera de intérprete especializado en la música contemporánea. Ha trabajado al frente de la Orquesta de Cleveland, la Filarmónica de Los Ángeles, la Sinfónica de la BBC, la Orquesta de la Residencia de La Haya, la London Sinfonietta y el Schönberg Ensemble, entre otras agrupaciones, y realizado numerosas grabaciones para el sello D.G., al que se unió en 1995 mediante un contrato en exclusiva. Su producción como compositor incluye dos grandes sinfonías (completadas en 1971 y 1979), las óperas Where the Wild Things Are (estrenada en Londres en 1984) y Higglety Pigglety Pop! (estrenada en Los Ángeles en 1990), el Concierto para trompa (encargado por la Suntory Foundation y estrenado por la Sinfónica de Tokio en 1994) y algunas obras vocales e instrumentales como Four Late Poems and an Epigram of Rainer Maria Rilke (1988) y Songs without Voices (1992). Poseedor de importantes distinciones y miembro honorario de la Academia Americana de las Artes y las Letras, Knussen es una de las batutas más prometedoras del panorama internacional.
COMPOSITORES
ERNST THEODOR AMADEUS HOFFMANN (1776-1822)
Autor de cuentos fantásticos, en algunos de los cuales la música cobra un fuerte protagonismo, el prusiano fue también compositor, director de orquesta y ensayista musical. Tenía a Mozart y Gluck como los mayores ejemplos de operistas germanos (hasta cambió su tercer nombre, Wilhelm, en homenaje al salzburgués). Situado a medio camino entre Beethoven y Weber, introdujo las formas románticas en su música de cámara. Compuso, entre otras obras, cuatro singspiele y cuatro óperas, incluida Undine , un título clave del primer Romanticismo.
JOHANN PETER EMILIUS HARTMANN (1805-1900)
Descendiente de músicos alemanes emigrados a Dinamarca a mediados del siglo XVIII, el autor de Liden Kirsten , la ópera basada en Andersen, fue organista de la catedral de Copenhague, presidente de dos sociedades musicales y profesor del Conservatorio de la capital danesa. Muchas de sus partituras se inspiran en la canción popular danesa y en la mitología nórdica. En sus últimas obras anticipó ciertos rasgos del estilo de Carl Nielsen. Compuso tres óperas, varios ballets y dos sinfonías, además de canciones y música de cámara.
VÍTEZLAV NOVÁK (1870-1949)
Influido por la música popular morava y eslovaca, el compositor bohemio, alumno de Antonín Dvorák y luego profesor del Conservatorio de Praga (1909-1939), dotó a muchas de sus obras de ritmos y melodías sumamente originales. El amor por la naturaleza y la tendencia a la introspección se aprecian bien en sus poemas sinfónicos Del eterno deseo (según Andersen) y En los Tatras . Destacables son también la suite para piano Pan , el Segundo cuarteto de cuerda , los ballets satíricos Signora Gioventú y Nikolina y la ópera La linterna ).
FLORENT SCHMITT (1870-1958)
El autor de El pequeño elfo Ojo-Seguro (sobre un cuento de Andersen) estudió con Jules Massenet, Gabriel Fauré y otros importantes músicos franceses en el conservatorio parisino entre 1889 y 1900, año éste en que ganó el Premio de Roma con la cantata Semíramis . Maestro de la orquestación y del diseño rítmico, dio a luz una serie de obras hoy claramente infravaloradas, como el Salmo 47 para soprano, coro, orquesta y órgano, el mimodrama La tragedia de Salomé , el Quinteto con piano y los seis episodios sinfónicos sobre “Salammbô” de Flaubert.
PAUL HINDEMITH (1895-1963)
Aunque alejado de la tonalidad tradicional, este compositor y teórico alemán, un representante de la vanguardia, nunca adoptó la atonalidad ni los métodos de organización del material sonoro fundados en el dodecafonismo. Entre sus partituras más interesantes se cuentan las óperas neoclásicas Cardillac (sobre un cuento de Hoffmann) y Matías el pintor . Sus problemas con los nazis comenzaron antes de que éstos subieran al poder: el estreno en 1929 de la ópera Neues vom Tage , que presentaba desnudos en escena, indignó sobremanera a Hitler.
FRANK LOESSER (1910-1969)
Las canciones escritas para la película de 1952 “El fabuloso Andersen” (protagonizada por Danny Kaye y dirigida por Charles Vidor) consolidaron la carrera de este neoyorquino que sólo cuatro años antes había presentado su primer musical en Broadway: Where's Charley? Sus posteriores shows ( Guys and Dolls , The Most Happy Fella , Greenwillow , How to Succeed in Business Without Really Trying ) le mantuvieron en la cresta del espectáculo popular norteamericano. Obtuvo un Oscar por una canción para el film “La hija de Neptuno” (1949).
DISCOS SELECCIONADOS
DELIBES: Copelia . Shapsits. Zavialov. Rusanov. Tarasova. Ballet Kirov. Orquesta del Teatro Marinsky/Alexandre Viliumanis. Warner 4509941902. DVD.
De las varias versiones en DVD del ballet de Delibes ésta es la mejor. Apenas existen grabaciones completas en disco compacto, y la versión más recomendable de la suite es, por supuesto, la de Richard Bonynge al frente de la Orquesta de la Suisse Romande (Decca).
OFFENBACH: Los cuentos de Hoffmann . Domingo. Serra. Baltsa. Cotrubas. Coro y Orquesta del Royal Opera House/Georges Prêtre. Warner 0630193922. DVD.
Del todo aconsejable es este DVD con una representación londinense de la ópera de Offenbach. Plácido Domingo como Hoffmann y Luciana Serra como Olympia avalan la calidad del producto. En CD hay registros espléndidos, como el dirigido por Jeffrey Tate (Philips).
TCHAIKOVSKY: Cascanueces . Saidakova. Malakhov. Ballet de la Ópera Alemana de Berlín. Staatskapelle Berlin/Daniel Barenboim. Arthaus 100118. DVD.
Se han publicado ya media docena de Cascanueces en DVD (es una de las obras más favorecidas por el nuevo formato digital), pero ninguno alcanza el nivel de excelencia del dirigido por Barenboim. En CD la versión de referencia es la firmada por André Previn (EMI).
HUMPERDINCK: Hänsel y Gretel . Moffo. Donath. Fischer-Dieskau. Ludwig. Tölzer Knabenchor. Orquesta de la Radio de Múnich/Kurt Eichhorn. Eurodisc GD69294. 2 CDs. ADD.
Hay a mi modo de ver otros cuatro buenos registros en CD de la obra maestra de Humperdinck: los dirigidos por Georg Solti (Decca), John Pritchard (Sony), Herbert von Karajan (EMI) y Jeffrey Tate (EMI). El dirigido por Eichhorn cuenta con un reparto apabullante.
ZEMLINSKY: La sirenita (+ otras) . Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín/Riccardo Chailly. Decca 4449692. DDD.
No conozco ninguna otra versión en disco de La sirenita de Zemlinsky. Si la hubiera, difícilmente superaría a esta grabación de 1986. El disco es una de las aportaciones de Chailly a la meritoria serie de Decca sobre la música que los nazis calificaron de degenerada.
STRAVINSKY: El ruiseñor . Bryn-Julson. Palmer. Caley, Tomlinson. Coro y Orquesta Sinfónica de la BBC/Pierre Boulez. Elatus 2564603392. DDD.
El mismo Stravinsky dirigió un notable registro de su ópera de 1914 (Sony), superado en todo caso por las aproximaciones de James Conlon (EMI) y Pierre Boulez (Erato y Elatus). Esta última, cuya toma sonora deja algo que desear, es la actual versión de referencia.
ORFF: La muchacha astuta. La luna . Cordes. Frick. Schwarzkopf. Christ. Schmitt-Walter. Graml. Coro y Orquesta Filarmonía/Wolfgang Sawallisch. EMI 7637122. 2 CDs. ADD.
El propio autor supervisó en 1956 y 1957 la grabación de estas óperas basadas en los relatos de los hermanos Grimm “La hija lista del granjero” y “La luna”. La interpretación es de altura, pero siento decir que a mí me parecen dos partituras insignificantes.
CHURCHILL/HARLINE/SMITH: Blancanieves y los siete enanitos . Disney DVD Z1DD888357. 2 DVDs.
Modélica edición en DVD del primer largometraje de dibujos animados en color de la historia. El film, que luce ahora impecable en imagen y sonido, se acompaña de una avalancha de extras, incluidas sesiones de grabación de las canciones Silly Song y You're Never Too Old To Be Young .