Ritmo

Entrevista a Roberto Alagna: "El público siempre tiene razón"

por Jaume Radigales

Ritmo nº 794, Febrero 2007

Un año después del disco-homenaje a Luis Mariano, y entre los escándalos antes y después de su paso por La Scala el pasado mes de diciembre, Roberto Alagna repite la experiencia con canción mejicana. El tenor franco-italiano habla de su carrera y acepta sin complejos la influencia de la canción popular, un género que le abrió más tarde las puertas de la ópera.

Otras se le están empezando a cerrar. La del teatro milanés, sin ir más lejos. Realizamos esta entrevista tres semanas antes de la Aida que abría temporada en La Scala y que se saldó con la airosa reacción de un tenor que parece contradecirse en sus respuestas: “El público siempre tiene razón”, afirma. Nos hubiera gustado, mientras se retiraba del escenario del teatro lombardo, preguntar a Roberto Alagna si se retractaba de lo que nos había dicho. Rápido (quizá demasiado) en sus respuestas ante el periodista que tiene delante, Alagna habla por los descosidos. Hijo de la inmigración italiana, el tenor posee la espontaneidad itálica pero la capacidad de discutir y de rebatir propias de la racionalidad francesa en la que se ha educado y en la que piensa cada día. No tiene nada por demostrar, aunque se mantiene apasionadamente pegado a lo que constituye su razón de ser artística y humana: el canto.

Después de más quince años de carrera, ¿qué valoración hace de la misma?

Si hago una retrospectiva de mi carrera diría que he tenido muchísima suerte porque desde el principio he podido escoger los papeles que quería cantar, los teatros donde quería actuar y, siempre con muy buen nivel, con los mejores cantantes, los mejores directores y los mejores registas y dramaturgos. Por lo tanto, puedo decir que soy una persona muy afortunada en mi carrera. Ahora, después de casi veinte años puedo decir que no me queda mucho nuevo por probar, aunque la ópera sigue siendo mi gran pasión. La ópera circula por mis venas, pero también es cierto que me atrae este género musical (la canción popular) que me recuerda el principio de mi carrera. Ya sabrá que empecé en los cabarés con música popular, de modo que es como volver al sur y hacer un guiño a mi trayectoria artística y homenajear a ese hombre que me transmitió la pasión por la voz de tenor, que fue Luis Mariano. De hecho, se me hace un poco difícil hacer una retrospectiva, no pienso demasiado en ello; normalmente pienso en mi trabajo, que es mucho más pasional que lucrativo.

Muchos tenores empezaron inspirados por cantantes como Mario Lanza o Luis Mariano. ¿Ha sido su caso?

En gran parte, porque los dos me influyeron. Por parte de padre, en mi familia se cantaba música popular, y por parte de madre se cantaba ópera; yo me encontraba un poco entre estos dos mundos. Cuando tenía entre diez y quince años la ópera era inaccesible para mí, porque este género requiere un desarrollo físico del instrumento y no puedes empezar muy joven, porque falta madurez. Pero a los diez años vi La Belle de Cadix con Luis Mariano y creo que unos meses más tarde, El gran Caruso, con Mario Lanza, y tuve el “shock” de mi vida. Me dije: “Este hombre es sobrehumano... ¿Cómo puede cantar así?”. De repente me encontré ante un tenor de Hollywood con un sonido increíble. Mi madre grabó algunas de aquellas piezas de la radio y cuando estaba en casa me las ponía, y yo cantaba aquellas canciones con Mario Lanza o Luis Mariano.

¿Bajo qué pretexto se ha decidido por grabar los discos en homenaje a Mariano?

Quería homenajear a ese hombre que hizo nacer en mí esa pasión y también a mi abuela, que murió hace unos meses y a quien le encantaba Luis Mariano. Durante muchos años me preguntó: ¿“Por qué no cantas las canciones de Luis Mariano?”. Hace mucho tiempo que pensaba en estos discos. Los he trabajado durante años, y la verdad es que no ha sido fácil, porque no quería parodiar a Mariano, imitando el acento, o su modo de cantar. Su repertorio es muy difícil porque el registro es muy agudo, casi operístico, mientras que el registro medio medio es de cantante popular. Unirlos es muy complicado.

Su repertorio es muy amplio, de lirico a lirico spinto...

Intento no etiquetar la voz de tenor porque si empezamos con lo de: “Mira, es un ‘spinto', un dramático, un lírico...”... ya hemos ido demasiado lejos: ahora tenemos tenores mozartianos, tenores puccinianos... llegará el día en el que tendremos hasta tenores para “Una furtiva lagrima”... ¡es demasiado! Creo que cuando tienes una voz de tenor puedes cantar con la voz y el color propios e intentar expresar el máximo de sentimientos con el color de tu voz. Cuando canto Radamés, Don José o Canio lo hago con voz lírica, que es mi base. Es una voz más bien ligera e intento no dar un acento muy verdiano. Quiero decir que si en algún momento hay que dar un acento más incisivo cuando canto a Verdi, doy un color más penetrante, pero sin ir demasiado lejos, sin forzar la voz. Siempre intento tener una buena base belcantista, incluso en el repertorio verdiano o dramático.

De haber existido la crisis de tenores, ¿cree que ya ha terminado con nombres como Flórez, Armiliato, Licitra, Heppner, Álvarez, Ford, Cura, Vargas o el suyo?

Hoy tenemos la suerte de tener muchos tenores (los que usted ha citado y muchos otros), porque todos tienen muy buen nivel, voces muy bellas. Hoy la crisis se centra más bien en la voz de bajo, de mezzo o de barítono. O incluso de sopranos líricas: es muy difícil encontrar una de alto nivel, por ejemplo, para una Mimì.

Uno de los últimos roles que ha incorporado a su repertorio ha sido el Cyrano de Bergerac de la ópera de Alfano. ¿Cuál ha sido su relación con esa ópera y ese personaje?

Cyrano es un personaje que me ha perseguido durante mi juventud. Ya se sabe que todos tenemos nuestros complejos escondidos, y esa es la historia de Cyrano. Se ha hecho mucha caricatura con la nariz, pero lo cierto es que ése es el complejo de Cyrano. Debo confesar que cuando preparaba el papel cacé los fantasmas que corrían en mi interior y me fue la mar de bien. Cyrano es un personaje muy atractivo porque reúne en sí mismo todos los personajes de la literatura. Tiene un poco de Don Quijote, de los héroes shakespearianos, románticos... es el personaje más completo del teatro, y la música de Alfano respeta bien la prosodia; raramente he experimentado un placer tan intenso interpretándolo. Cuando veo el DVD me emociona porque no me da la impresión de ser yo mismo.

¿Piensa que la ópera francesa está bien tratada en Francia, y especialmente en París?

Sí, mucho mejor que al principio de mi carrera. Cuando empecé quería cantar papeles en francés y los directores de teatro me decían: “No puedes cantar en francés, porque tienes una voz italiana que se adapta mejor al género italiano”, pero yo les decía que quería cantar en francés, porque estaba seguro de poder aportar algo con mi dicción, algo un poco más moderno, quizá menos refinado, pero con más sonido y calidez latina. Actualmente, creo que el repertorio francés está bien defendido; está presente en todos los teatros del mundo. Y estoy muy contento de que así sea. Mi manera de cantar ópera francesa ha creado escuela, porque sé que en el Conservatorio de París cantan el francés “al estilo Roberto Alagna”, y esto me hace muy feliz. Piense usted que yo soy hijo de la immigración y es un gran honor ser el representante de le escuela francesa. Lo mismo ocurrió cuando, el pasado 14 de julio, durante los actos de la Fiesta Nacional, canté el himno francés ante el Presidente de la República en la Place Concorde de París. Lo sentí como un homenaje a la integración de los sicilianos de primera generación nacidos en Francia.

Le hemos visto en cine con las dos adaptaciones de Tosca y Roméo et Juliette . ¿Cómo ha sido su relación con la gran pantalla?

Antes que nada debo decirle que soy una persona muy autocrítica. Cuando recibo un disco, mi primer instinto es destruirlo y me pasa lo mismo con el cine. Por eso mismo creía que verme en la gran pantalla sería catástrofico y de hecho no ha sido así. Me sentí como un pez en el agua y muy cómodo y a gusto con les cámaras y el equipo de rodaje. Fue una experiencia positiva y pienso que hay que grabar la ópera en directo de otro modo. Por eso creé mi propia productora, con DVDs rodados de un modo similar al cine. En el de Cyrano , por ejemplo, hay momentos en los que te olvidas de que estás en el teatro: el montaje y los juegos de cámara se acercan mucho al cine.

Debutó en el Liceu de Barcelona en la temporada 1991-92. Parece que pronto volveremos a verle...

Sí, vuelvo con Aida , y después haré Il Trovatore y Carmen. Me encanta España, es un país que siempre me ha fascinado, me encuentro muy bien aquí, quizá porque soy italiano y tenemos culturas muy parecidas, la mentalidad de la gente es muy comunicativa, hay una calidez latina que me gusta y me gusta la reacción del público, que puede ser completamente pasional, y eso me encanta. Es un público que puede llegar a ser difícil, pero hay que aceptarlo porque el público siempre tiene razón y si en una función el público no te responde es porque ha pasado algo. Tampoco debemos olvidar que somos seres humanos y que no podemos estar siempre en la mejor forma, pero esa es la belleza de la ópera: no hay trucos, no hay “play back”, ni amplificación, y si no estás en plena forma tienes que espabilarte, pero el público conoce estas dificultades y eso es lo que hace la ópera tan excitante.

¿Seguro que el público siempre tiene razón?

Sí, porque el público recibe una emoción por parte nuestra y que es más fuerte que la emoción natural. No viene a pedirnos que seamos de un modo u otro, acude al teatro para soñar, para recibir una vibración y si no la recibe es normal que la pida, porque están ahí para divertirse y olvidar su vida diaria. No tienen por qué asumir si hemos dormido mal o si tenemos problemas con los impuestos. Se trata de teatro, y eso es lo que me gusta del papel de Canio de I Pagliacci , y cuando canto el “Recitar” entiendo que esa es la vida del artista que, a pesar de tener problemas en la vida privada, debe entregarse al público, porque este ha pagado, ha venido a recibir y es un honor que vengan a escucharte. Siempre hay que respetar al público.

Entrevistamos en su día a Angela Gheorghiu, poco después de su accidentado paso por el Teatro Real de Madrid...

... No fue exactamente un accidente, sencillamente ella no estaba de acuerdo con el punto de vista del director escénico, y Angela estaba en su derecho, porque ella es rumana, y allí la cultura del canto es muy diferente de la nuestra: Rumanía estuvo aislada a causa del comunismo, y Angela tiene ganas de soñar encima de un escenario, sus gustos son de otra época y le apetece hacer una Violeta romántica en decorados que expliquen una historia, y en aquel momento no encontró la ambientación que esperada y prefirió abandonar la producción antes de hacer un personaje que no la convencía al cien por cien.

...Ya que hablamos del tema, ¿cómo se posiciona usted ante el reto de determinados montajes?

Hay que colaborar mutuamente. Actualmente el problema es que hay dos mundos diferenciados: el de los cantantes y la música y el de los directores escénicos. Siempre hay que buscar la belleza, que cuando suba el telón la gente exclame “¡Aaaaah!”. Primero está el placer de la vista y el espíritu, y después el del oído y el resto. El problema es que a menudo los directores escénicos tienen un talento limitado y, a veces, en lugar de dar un punto de vista moderno en el decorado tradicional que explique la historia, prefieren optar por la simplicidad y decorados abstractos, que podrían funcionar en cualquier obra; si no hay decorado, o un simple fondo negro, puedes hacer todas las óperas del mundo. Así que es más bien la simplicidad y también últimamente esa moda de la provocación de algunos directores escénicos, que quieren que se hable de ellos lo que ahora se lleva. De todos modos, si se da un planteamiento moderno o incluso abstracto pero de modo que esté justificado, la cosa me parece bien. Cuando ves L'elisir d'amore que hicimos con Angela [ Gheorghiu ] en Lyon, le escena estaba transportada de época, pero funcionó perfectamente porque había muy buenos actores y eso me encantó. Pero no todo lo que se vende como moderno lo es en realidad. Fijémonos en el cine: actualmente hay películas de época, pero no son abstractas, los decorados son tradicionales, es el diseño y el estilismo los que son actuales, y eso hace que resulte moderno. Troya con Brad Pitt, es una película completamente tradicional, pero los peinados, el vestuario, los colores, incluso la manera de filmar son modernos, los sentimientos que vehiculan a los personajes son modernos, actuales, y eso es la modernidad. Mis hermanos son pintores y dicen una cosa curiosa: que si tienes una pared manchada sólo tienes una mancha, pero que si le pones un marco alrededor ya tienes arte abstracto Lo que es diferentes es la interpretación.

Le decía que entrevistamos a Angela Gheorghiu y le preguntamos si era difícil convivir con un tenor. Ahora la pregunta se la hago a usted: ¿es difícil vivir con una soprano?

No, al contrario. Soy un hombre con suerte, porque nos une la misma pasión y, además, cada vez creo redescubrir a mi propia mujer. Con los años la rutina puede instalarse en tu vida si la vives de determinada manera. Pero nosotros, gracias a nuestro trabajo, tenemos la oportunidad de vivir en distintas épocas, de viajar a través del tiempo, y tenemos la sensación de ser casi immortales, es algo increíble. Además, tengo la suerte de tener un harén personal, con una mujer que puedo redescubrir en Violeta, Julieta o Aída. Otra suerte es que cuando se vive con alguien que no comparte tu pasión y que no entiende los problemes que podemos tener los cantantes, es difícil la convicencia. En cambio, una cantante siempre entenderá si estás cando y no tienes ganas de hablar, porque a ella le pasará lo mismo. De modo que hay una comunión y entendimiento perfectos.

Todos los artículos que aparecen en esta web cuentan con la autorización de las empresas editoras de las revistas en que han sido publicados, asumiendo dichas empresas, frente a ARCE, todas las responsabilidades derivadas de cualquier tipo de reclamación