La revista RITMO que tiene en sus manos ha alcanzado el número ochocientos de las publicadas en los 78 años que lleva hablando de Música. Hemos de agradecer a nuestros lectores que hayan apoyado tan ya longeva obra cultural, y también hemos de dar las gracias a los anunciantes, instituciones y mecenas, sin cuyo apoyo económico no habría sido posible la empresa.

Que una revista de música clásica en España pueda editarse durante 78 años y presentar su número 800 supone un hito editorial de primer orden. Hoy se podría interpretar como señal de la buena vida musical que tiene el país, pero evidentemente estas alegrías no siempre se han encontrado en su la larga vida editorial, que ha tenido que atravesar largos y desolados desiertos para encontrar algún oasis salvador. Con todo, hemos estado ahí, siempre, acompañando la evolución positiva que ha supuesto el importante aumento de la cultura musical en todo el país y en todo ese tiempo.

Pero en todos estos años de gran inc reme nto de presupuestos económicos para la música; de grandes obras de infraestructura cultural; de esplendorosos desarrollos musicales de todo orden –y no sólo en las grandes ciudades sino en numerosos puntos de toda nuestra geografía-, es un hecho que el número de lectores de las revistas de música no han crecido a la misma velocidad que el tono vital de la música clásica en España.

Para que una persona desee estar informada del día a día de la vida musical, de las novedades fonográficas y bibliográficas; para que pueda realizar el ejercicio de la lectura de la crítica y el análisis musical, tanto de las producciones en vivo como grabadas; para que desee profundizar en el conocimiento de las obras, sus autores y sus intérpretes, es necesario que cuente con un buen bagaje cultural general y, por supuesto, musical, además de estar dispuesto a realizar un esfuerzo intelectual alejado de los fuegos de artificio del ocio cultural dirigido.

La formación cultural y el placer de sentir curiosidad por las cosas se aprende y ejercita en los primeros años de estudio, en la escuela y el instituto. La música no está al margen de ello y por eso es preciso que en los años de formación del individuo esté presente de manera notoria en los planes de estudio, y no sólo para el conocimiento de su historia sino para su disfrute, escuchándola. En los distintos planes de estudio confeccionados por muy distintos gobiernos a lo largo de estos 78 años la música siempre ha sido una “maría”, unas veces más presente, otras completamente ignorada, pero siempre minusvalorada. Tampoco en el siglo XXI parece que las cosas vayan a cambiar; incluso es posible que hayan empeorado.

Si no se da a los jóvenes una formación que les capacite para sentir, insistimos, curiosidad y ganas de disfrutar intelectualmente la música; y si las generaciones maduras y “senior” tampoco contaron con la adecuada preparación, es muy difícil que aumente significativamente el número de lectores de una revista especializada en música clásica. Nuestros lectores han sido en su mayoría autodidactas o educados en casa, en familia, gracias a la cultura musical del padre, la madre y/o los abuelos, cuando no de amigos aficionados con capacidad para ejercer el proselitismo; y han sido menos -aunque los ha habido- los ejemplos de buenos aficionados a la música, la crítica y la lectura en el ámbito universitario, los conservatorios, y los colegios mayores.

Desde la seriedad en el análisis que nos dan las 800 revistas ya publicadas en estos 78 años, queremos -tras felicitarnos por la realidad musical española actual- solicitar a nuestras autoridades competentes más lectores para una revista especializada en música clásica. Para coseguirlos creemos que el camino principal es la educación que, además de en casa, se realiza en la escuela. Por favor, no sigan “ninguneando” a la pobre música en los planes de estudio de primaria y secundaria; consigan que los niños y jóvenes escuchen y disfruten ¡en el aula! de la buena música. Queremos seguir teniendo más lectores en el futuro.

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