Ritmo

Entrevista a Jean-Yves Thibaudet. Sólido presente, brillante futuro

por Nieves Pascual León

Ritmo nº 808, Mayo 2008

La relación de Jean-Yves Thibaudet (Lyon, 1971) con el piano ha sido, y seguirá siendo, larga y fructífera. El pianista francés se inició temprano en el instrumento y pronto ingresó en el Conservatorio de París, estudiando con maestros tan ilustres como Lucette Descaves o Aldo Ciccolini. No tardaría en adjudicarse prestigiosos premios y en lanzarse a los escenarios de todo el mundo. Este Caballero de la Orden de las Artes y las Letras carga ya más de treinta grabaciones a sus espaldas y su repertorio abarca un amplio espectro estilístico.

No hace mucho visitó Valencia para actuar en el Palau de la Música , donde ofreció un recital y un concierto con la orquesta de la Casa. Hizo una pausa en sus ensayos y tuvimos la oportunidad de dialogar con él.

Durante esta temporada está paseando por el mundo un recital en el que interpreta el segundo libro de Preludios de Debussy y la Tercera Sonata de Brahms. ¿Por qué ha decidido esta mezcla de estilos en un mismo programa?

Me encanta este programa, lo he estado tocando en todas partes, por todo el mundo, y creo que es muy bello. Es cierto que estos dos compositores son muy diferentes el uno del otro, son dos mundos diferentes, pero creo que este contraste gusta al público.

¿En qué criterios se basa para diseñar sus programas?

Depende de los proyectos de grabación o de lo que me apetezca más en cada momento. Este año me interesaba tocar Brahms; quería tocar esta sonata, que es una obra extraordinaria. Todavía no está grabada, pero puede ser que lo haga el próximo año.

En su repertorio prevalece cierta preferencia por el repertorio francés.

No, no es completamente cierto. Me encanta todo el período romántico en general.

Quizá esta atribución se deba al hecho de que soy francés.

Sin embargo, apenas presta atención a la música del periodo clásico. ¿Por qué?

No, no suelo interpretar esta música. Adoro la obra de Mozart, pero considero que su simplicidad la hace extremadamente difícil. Tocar Mozart es como actuar sin ropa, me encuentro completamente desnudo sobre el escenario. Sin embargo, aunque pienso que Mozart podría irme muy bien, no creo que deba dedicarme a él por el momento. Sí interpreto su música de cámara: tríos, cuartetos y quintetos. Pero no sus sonatas o sus conciertos. Respecto a Beethoven, toco los conciertos, no tanto las sonatas. Sí toco Mendelssohn, adoro su música.

Aun así creo que más adelante volveré a este repertorio. Hay que dedicarse al periodo romántico cuando todavía se tienen fuerzas y energía. A medida que pase el tiempo puede ser que retome los compositores clásicos. Simplemente ocurre que no se puede tocar todo y ya hay pianistas que interpretan Mozart de forma sublime.

Usted recibió directamente la tradición de la escuela francesa. ¿Cómo fue su formación?

No, no solamente. He tenido profesores pertenecientes a varias escuelas: francesa, alemana, americana… Lucette Descaves sí era completamente francesa, pertenecía estrictamente a esta escuela. Pero después he tenido otros profesores completamente diferentes.

El conocimiento sobre la interpretación de la música francesa lo recibí principalmente de Madame Descaves. Ella había conocido a Ravel, a Marguerite Long y a otros tantos personajes de la vida musical de esa época. Por tanto, su testimonio fue muy interesante para mí y ha sido muy importante en mi formación.

Pero actualmente parece que estas escuelas nacionales se estén difuminando.

Sí, apenas queda nada de estas tradiciones, el mundo se está internacionalizando. Aun así, todavía quedan algunos rastros. Los grandes profesores, los grandes representantes de estas escuelas, han desaparecido, pero todavía queda gente que fue testigo de ellas. Por ello creo que es importante que yo transmita todo lo que he recibido de esta época. Para el futuro es muy importante que se perpetúen estas escuelas.

¿Es, por tanto, partidario de impartir ´masterclasses´ ?

Sí, lo hago con bastante frecuencia. No ocupo ningún puesto fijo de enseñanza, pero me gusta dar clases magistrales siempre que puedo, y que tengo tiempo. Hace poco estuve en Nueva York, pero también las doy en Europa: en Santa Cecilia de Roma, en Ámsterdam, en París…

¿En qué consiste exactamente la herencia francesa que adquirió de Lucette Descaves?

Por ejemplo, ella sabía decirme exactamente que quería Ravel en determinado fragmento, era como conocer al mismo compositor. Por otra parte, ella siempre insistía en la limpieza y claridad del sonido, en no utilizar demasiado pedal, especialmente con Ravel; no tanto con Debussy, que permite un uso del pedal más amplio. Este uso del pedal es único en la música francesa. Otro aspecto muy importante es respetar el texto; hay que tener en cuenta cada indicación, no se puede cambiar nada. Estos aspectos eran los más relevantes. También la amplia paleta de colores, la calidad del sonido.

Muchas veces no se tienen en cuenta las indicaciones del autor.

Si, hay muchos músicos que no respetan lo que está escrito. Los compositores han sido muy precisos, han escrito muchos pequeños detalles a los que hay que atender. Después de horas y horas de trabajo con los Preludios , aún sigo estudiando la partitura y encuentro nuevas cosas que no había descubierto antes. Es una partitura increíblemente rica.

Sin embargo, los pedales no figuran señalados en la partitura. ¿Qué uso hace de este recurso?

No, alguna vez aparecen indicaciones de pedal, pero sólo raramente: hay que encontrarlos por uno mismo, pero de forma que se respete lo que está escrito. Hay ocasiones en que de la escritura trasluce claramente la intención del compositor respecto a las notas que deben quedarse sonando, de modo que se puede recuperar su pensamiento al respecto.

En Valencia ya le escuchamos interpretar el segundo libro de Preludios en 1999. La comparación de sus interpretaciones en directo con la del disco revela ciertas diferencias.

Sí, esta grabación tiene más de diez años; es una obra que he interpretado mucho y ha evolucionado mucho. Madura como lo haría un vino; no sé si se vuelve mejor, pero sí diferente. Por ejemplo, creo que entonces escogía tempos más ligeros para los preludios rápidos. Así, el primero ( Brouillards ) lo tocaba más rápido y ahora tiendo a interpretarlo más lento porque en la partitura está escrito “Modéré” Es también el caso del último preludio ( Feux d´artifice ), que ahora toco más lento, ya que en el texto aparece indicado “Modérément animé”. Antes tomaba un tempo más rápido, al menos en los conciertos: ahora intento controlar más la velocidad.

¿Qué opina de la música contemporánea?

Apenas toco música contemporánea, no es una de mis prioridades por el momento, pero sí tengo algunos proyectos al respecto para las próximas temporadas. Me parece una experiencia muy interesante, pero sólo me gusta llevarla a cabo si conozco al compositor, me gusta su música y se establece una relación con él, de forma que componga para mí. Varios compositores están escribiendo para mí en este momento, un compositor francés y otro americano, en concreto; uno de estos proyectos ya está casi terminado, la première será en junio en América. Componen conociéndome a la perfección, saben exactamente qué puedo hacer; podría considerarse casi una colaboración.

Ha colaborado con cantantes como Cecilia Bartoli, Renée Fleming, Angelika Kirkschlager o Brigitte Faesbaender. ¿Qué ha extraído de estas experiencias?

Me encanta tocar con cantantes, es una experiencia extraordinaria. Musicalmente, es la experiencia más gratificante para un pianista, proporciona gran placer. La voz es un instrumento maravilloso, del que se puede aprender mucho sobre música: sobre legato y sobre fraseo. La mejor lección de un pianista es tocar con un cantante, creo que debería considerarse este aspecto dentro del currículo de estudios.

También ha hecho música de cámara con instrumentistas de cuerda, como el violinista Joshua Bell, el violista Yuri Bashmet o el cellista Truls Mork.

Es cierto, he hecho mucha música de cámara, aunque actualmente no hago tanta por falta de tiempo. Sólo sigo tocando este repertorio en festivales de verano.

Recientemente ha establecido colaboraciones con la industria cinematográfica. ¿Cómo describiría estos proyectos?

Sí, vivo en Los Ángeles y últimamente me estoy involucrando en proyectos de música de películas. Me gusta mucho esta experiencia, es un mundo completamente diferente. Las dos últimas películas han tenido un gran éxito. Pride and Prejudice (“Orgullo y Prejuicio”) es una película muy buena y fue nominada para el Oscar (en 2006) a la mejor banda sonora (de Dario Marianelli). Este año acaba de salir la película Atonement (“Expiación”, también con música de Marianelli), que recientemente ha sido nominada para el Oscar (del que finalmente resultó ganadora en la gala celebrada el 24 de febrero) y con la que ya hemos recibido el Globo de Oro.

Fuera del repertorio clásico, ha hecho incursiones en el mundo del jazz.

Fue una experiencia única la grabación de los dos discos, sobre Duke Ellington y Bill Evans, y puede ser que la repita alguna vez. Los traté como autores clásicos porque me resulta muy difícil improvisar; requiere unas capacidades específicas. Si que había algunas partes improvisadas, más con Duke Ellington que con Bill Evans, pero al fin y al cabo era música arreglada para mí. De todas formas, hay pianistas de jazz fantásticos y aunque no se me puede considerar uno de ellos, disfruté mucho con esta música.

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