Scherzo

La musicología. Razones para el optimismo

por Paulino Capdepón Verdú

Scherzo nº 203, diciembre 2005

Expondré a continuación una breve visión sobre la evolución de la musicología española entre 1985 y 2005. El balance general no puede ser más que optimista, si comparamos la situación actual con el estado de la musicología en nuestro país hace veinte años.

Sin embargo, aquel año de 1985 supuso, en mi opinión, un antes y un después para nuestra musicología. Se conmemoraba el Año Europeo de la Música y como culminación de los actos programados tenía lugar un acontecimiento digno de mención, que iniciaría una revitalización de la investigación musical española: la celebración del Congreso Internacional España en la Música de Occidente , que se desarrolló en Salamanca entre el 29 de octubre y el 5 de noviembre de 1985, bajo la dirección de José López-Calo, Ismael Fernández de la Cuesta y Emilio Casares. Por otra parte, 1985 contemplaba el regreso de la musicología a la Universidad con la implantación de la primera Especialidad de Musicología en la Universidad de Oviedo. Asimismo, el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, bajo la dirección de Antonio Martín Moreno, dedicaba un apartado especial a la recuperación de la música histórica española, y así por ejemplo se reestrenaban a nivel mundial dos óperas barrocas fundamentales en la historia de la música española: La guerra de los gigantes , de Sebastián Durón, y Los elementos, de Antonio Literes.

También en 1985 se publicaba el libro Historia de la música española. Siglo XVIII, cuyo autor fue el citado profesor de la Universidad de Granada, Antonio Martín Moreno (con el cual se completaba los siete volúmenes de la citada Historia editada por Alianza): se trataba del primer intento de recopilar todo lo que se conocía hasta el momento sobre la música española dieciochesca, una época de extraordinaria creatividad musical. Las opiniones del autor sobre la necesidad de investigar y dar a conocer la producción musical de una parte significativa de los compositores españoles de aquel siglo siguen plenamente en vigor hoy día, pese a los veinte años transcurridos desde entonces.

Por último, en 1985 se fundaba una nueva revista de musicología que venía a completar el parco panorama español en este campo: Nassarre. Revista aragonesa de Musicología .

La enseñanza de la musicología

En España son dos las instituciones que contemplan la musicología como titulación independiente: el conservatorio superior de música y la universidad. La musicología podía cursarse en el conservatorio como titulación superior desde 1966. Sin embargo, fue en los últimos años cuando tuvieron lugar dos hechos de gran relevancia para las aspiraciones de los estudios superiores de musicología en el conservatorio: por una parte, la equivalencia del título superior de conservatorio con el de licenciado universitario “a todos los efectos”, una reivindicación que otorgaba por fin el reconocimiento académico y social largamente esperado a los estudios musicales, abriendo con ello la posibilidad de que el titulado superior en musicología pudiera acceder al doctorado; en segundo lugar, la implantación de la LOGSE en el año 2000 (de manera experimental se aplicó la nueva titulación de musicología en el Conservatorio Superior de Salamanca en 1999) significó afianzar y consolidar definitivamente los estudios musicológicos, después de años de retraso en la entrada en vigor de dicha ley. Esta titulación, puede cursarse en los Conservatorios Superiores de Madrid, Salamanca, Murcia, Zaragoza y Sevilla, y está dividida en cuatro cursos, durante los cuales se estudian en calidad de “conocimiento central de la especialidad” cuatro asignaturas de Historia de la Música y otras cuatro de Análisis, correspondientes a los diferentes períodos históricos; como conocimientos comunes a otras especialidades se deben superar materias como Acústica, Armonía, Contrapunto, Estética musical u Organología, Coro/orquesta, entre otras; en tercer lugar, un grupo de asignaturas específicas de la especialidad como Archivística, Canto gregoriano, Notación, Metodología de la investigación, Piano complementario o segundo instrumento así como asignaturas etnomusicológicas (Fundamentos de etnomusicología y Música de tradición oral); por último, 33 créditos de asignaturas optativas y 20 de libre elección completan los 230 créditos en total que incluye la especialidad de musicología. La segunda especialidad de etnomusicología sólo puede cursarse en la actualidad en los conservatorios de Salamanca y Zaragoza. Uno de los retos aún pendientes y por resolver, contemplado asimismo en la LOGSE, es la realización del tercer ciclo de musicología en el propio conservatorio, para lo cual sería necesario establecer un acuerdo con una universidad que otorgara carta de naturaleza a los títulos de doctorado.

Por lo que se refiere a la musicología en la universidad, desde mediados del siglo XIX, cuando fue suprimida por real decreto la cátedra de música que regentaba Manuel José Doyagüe en la Universidad de Salamanca a la muerte de éste en 1842, la enseñanza de la música había estado ausente de nuestra universidad. Si bien a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se fundaron cátedras y aulas de música con el objetivo de difundir la cultura musical entre el estudiantado, no es hasta 1985, tal como mencionaba en la introducción de este artículo, cuando la enseñanza musicológica regresó a la universidad española. Ello generó una serie de controversias con el conservatorio, que por fortuna desde hace bastantes años están totalmente superadas, como lo prueba la composición de la actual junta directiva de la Sociedad Española de Musicología, donde están presentes tanto profesores del conservatorio como de la universidad. Si en 1985 los estudios de musicología en la universidad ofrecían el carácter de “Especialidad” en dos años, es a partir de 1995 cuando se reconoció por el Gobierno (Orden del Ministerio de Educación del 21 de septiembre de 1995, publicado en el BOE nº 232 de 28 de septiembre de 1995) el carácter de licenciatura de segundo ciclo dividida en dos cursos bajo la denominación de Historia y Ciencias de la Música : el actual título contempla asignaturas troncales tales como Historia de la Música (cuatro cursos), Notación musical (dos cursos), Etnomusicología, Tecnología musical, Historia del Pensamiento Musical, Métodos y Técnicas de investigación musicales, y Patrimonio Musical español e iberoamericano, así como asignaturas obligatorias y optativas que varían según la universidad pero todas incorporan el análisis musical. La carga total lectiva de esta licenciatura se eleva a 127, 5 créditos, que algunos docentes universitarios consideran insuficiente. Las universidades que en la actualidad ofrecen el título de Historia y Ciencias de la Música son Oviedo, Salamanca, Granada, Valladolid, Autónoma de Barcelona, La Rioja, Complutense de Madrid, Autónoma de Madrid y San Vicente mártir de Valencia. Sí quisiera hacer una mención especial a la novedad que representó la implantación de la carrera de Historia y Ciencias de la Música en 1999 en la Universidad de La Rioja por su carácter no presencial. En efecto, los alumnos siguen los estudios utilizando los medios que posibilitan las nuevas tecnologías y sólo tienen que desplazarse a Logroño para examinarse. Del éxito de esta iniciativa da cuenta el actual número de alumnos que están matriculados en los dos cursos: en torno a los 750, procedentes de toda España.

Sin embargo, una gran preocupación se ha cernido entre los profesionales de la musicología en la Universidad. Cuando se creía que después de diez años de aplicación el título de Historia y Ciencias de la Música estaba plenamente consolidado, la aplicación del Convenio de Bolonia ha suscitado la intranquilidad debido a la posibilidad de que los títulos de segundo ciclo se reconviertan en masters , con lo que la duración y la carga lectiva se reducirían.

Una tercera vía de enseñanza musicológica viene dada por la reciente creación de la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), si bien más cercana en sus planteamientos y en la duración de la carrera de musicología (cuatro años) al Conservatorio que a la Universidad. Presenta un plan de estudios muy atractivo que lo acerca a los grandes centros de estudio europeos y norteamericanos y sobre todo, la posibilidad de llevar a cabo prácticas externas en un organismo durante los dos últimos cursos (radio, estudio de grabación, monasterio, archivo, biblioteca, etc.). Su carga lectiva total asciende a 325 créditos y puede cursarse tanto la especialidad de Musicología histórica como la de Etnomusicología. La implantación por primera vez en un centro español de un departamento de música antigua, donde pueden estudiarse la totalidad de los instrumentos históricos, supone asimismo una novedad significativa por sus implicaciones con la musicología.

La investigación musicológica española

Durante estos últimos veinte años es indudable que ha aumentado el apoyo de entidades públicas y privadas a la recuperación, edición y grabación del patrimonio musical hispano, que Higinio Anglés no dudó en calificar de “glorioso”. Sin embargo, tal apoyo se ha revelado totalmente insuficiente por parte de los organismos oficiales y no se ha podido traducir en la urgente recuperación de la música española histórica, aunque en estos últimos años se ha avanzado notablemente, sobre todo gracias a la labor de la Sociedad Española de Musicología (Sedem), el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, la sección de música antigua de la Institución Fernando el Católico, la Fundación Caja Madrid, el Centro de Documentación Musical de Andalucía, la Fundación Juan March, etc.

En un esclarecedor artículo publicado en la Revista de Musicología en 1995 ( Teoría, análisis, crítica: reflexiones en torno a ciertas lagunas en la musicología española ), Miguel Ángel Roig Francolí afirmaba que la investigación española se caracterizaba por un exceso de positivismo, basado en la acumulación, presentación y observación de textos y datos, al margen de su interpretación crítica, centrándose en esquemas cronológicos evolutivos y lineales. Un modelo que ha sido cuestionado —Joseph Kerman ha sido uno de los autores que más ha discutido los problemas y limitaciones de este método— y que ha caído en desprestigio. Aludía Roig Francolí a la falta de interés por cuestiones analíticas que sufre la musicología hispana y abogaba para que se otorgara mayor atención al análisis musical en la enseñanza de la musicología. Aunque todavía se publican trabajos de esta naturaleza (un reciente ejemplo lo encontramos en un libro de 600 páginas sobre la capilla de música en la Catedral de Toledo entre 1700 y 1760, que no contiene ¡ni una sola nota musical!), lo cierto es que se está imponiendo cada vez más enfoques que optan por una visión crítica y analítica de nuestra historia musical, encuadrando el fenómeno musical en su contexto histórico, compositivo e intelectual. Nadie duda de la necesidad de seguir recopilando datos o transcribiendo las partituras de los diferentes maestros de capilla y compositores españoles pero sin olvidar que ello no constituye el objetivo final sino el medio para llegar a conclusiones que nos permitan un mejor conocimiento y profundización en un estilo y período musical concreto.

Como tareas pendientes de la investigación musicológica española cito las siguientes:

1) Completar la catalogación de los fondos musicales de archivos, bibliotecas, colecciones particulares, etc. que se encuentran aún inéditos. Sin esta labor previa, la transcripción, estudio, análisis, interpretación y grabación del inmenso repertorio musical que todavía está por recuperar se revela imposible. A este respecto, sí quisiera citar la magna labor llevada a cabo por el padre José López-Calo, pionero en la difícil pero necesaria tarea de catalogación de los fondos musicales de nuestras catedrales: gracias al decidido apoyo de la Fundación Juan March, el padre López-Calo pudo finalizar la catalogación de las obras musicales así como la transcripción de las actas capitulares conservadas en los archivos catedralicios de Castilla-León. Ello ha permitido la realización de numerosos trabajos de investigación y tesis doctorales.

2) Transcribir y publicar la opera omnia de los principales compositores españoles. Es sintomático que de ningún maestro de la Real Capilla de Madrid entre el siglo XVI y XX se hayan publicado sus obras completas.

3) Establecer una mayor relación entre musicólogos e intérpretes. El trabajo de investigación del musicólogo español debería tener una mayor aplicación práctica. Ello se debe a la falta de acuerdos con las agrupaciones musicales y entidades (auditorios y teatros) de nuestro país y a la falta de interés de éstas por recuperar un patrimonio que quizá no sea tan popular o conocido como el repertorio tradicional. En este sentido, constituye una excepción y un ejemplo a imitar que buena parte de las zarzuelas y óperas españolas editadas por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales sean representadas en el Teatro de la Zarzuela.

4) Dedicar mayor atención a la música española del siglo XX. El conocimiento y evaluación de la música contemporánea de nuestro país —viable mediante la interpretación y el estudio analítico— está aún por realizar, pese a los meritorios esfuerzos que hasta el momento se han llevado a cabo.

5) Concienciar a la sociedad española y a las principales instituciones públicas y privadas (fundamentalmente las fundaciones de carácter cultural) para que apoyen decididamente la recuperación y difusión del patrimonio musical de España mediante una labor de mecenazgo.

Pese a estas carencias, es indudable que la investigación musicológica en España ha dado un giro radical en los últimos veinte años. Baste como botón de muestra que en 1985 la lectura de una tesis doctoral sobre música en cualquier universidad española constituía todo un acontecimiento académico por lo inusual, pero veinte años después se ha elevado a la categoría de normal el hecho de defender una tesis doctoral de temática musical en cualquier facultad española.

Por otra parte, no se puede olvidar al estímulo que para la investigación musical española supuso la fundación en 1977 de la Sociedad Española de Musicología (Sedem), compuesta en la actualidad por 800 socios. Esta asociación científica y cultural aglutina a la mayoría de los musicólogos españoles y ha llevado a cabo una labor esencial para fomentar y divulgar la musicología española. Los diferentes presidentes de la Sedem (Samuel Rubio, Ismael Fernández de la Cuesta, Dionisio Preciado y, en la actualidad, Rosario Alvárez) han desarrollado una labor ingente a favor de nuestra musicología que se ha traducido en publicaciones, la edición de una revista, la organización de congresos y encuentros, la convocatoria de un concurso de investigación, y la más reciente novedad de la Sedem, consistente en una interesantísima serie de grabaciones de discos ( El patrimonio musical hispano ) relativos a la música española, gracias a la cual se han dado a conocer obras fundamentales de nuestra historia, tales como los cuartetos de Canales, misas de José de Torres, obras de José de Nebra y Carlos Patiño, etc. Por otra parte, la Sedem ha organizado varios congresos con gran afluencia de asistentes, cuyas actas han sido asimismo publicadas, y fue la anfitriona del XV Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, celebrado en Madrid en 1992. Asimismo ha organizado simposios y encuentros sobre temas concretos (Alfonso X el Sabio y la Música, La música para teatro en España, Musicología y Música contemporánea, o el más reciente sobre Luigi Boccherini, que se habrá celebrado cuando estas páginas salgan a la luz). Es lamentable que el apoyo institucional y económico a la Sedem nunca se ha correspondido con la ingente labor realizada desde 1977. En mi opinión, nunca se ha realizado tanto con tan pocos medios. Siempre gozó la Sedem del apoyo económico del Ministerio de Cultura pero tal apoyo ha sido y es sencillamente raquítico.

Uno de los hitos más relevantes de la investigación musical española fue la publicación entre 1999 y 2002 de los diez volúmenes del Diccionario de la música española e hispanoamericana , quizá la aportación más ambiciosa y significativa de la musicología española en los últimos tiempos: dicha obra constituye el fruto del trabajo científico de más de 600 musicólogos procedentes de todo el mundo que, bajo la dirección y coordinación de Emilio Casares, redactaron los diferentes artículos a lo largo de once años.

La edición musicológica en España

La primera impresión que se tiene en la actualidad del estado de la edición musical en nuestro país no puede ser sino optimista. Son numerosas las instituciones tanto públicas como privadas que se han mostrado interesadas en apoyar las diferentes propuestas de la investigación musical española. Varios problemas sin embargo impiden que las aportaciones de los musicólogos españoles y de los hispanistas tenga una mayor repercusión y proyección internacional:

1) La distribución, quizá el mayor reto al que se enfrenta la edición musical española y que todavía no se ha solventado; creo que es significativo de lo que estoy afirmando que la principal distribuidora de libros musicales españoles ni siquiera tenga una página web propia, lo cual limita la difusión y conocimiento a nivel internacional de nuestra música.

2) La escasa presencia editorial española en las diferentes ferias musicales internacionales, si la comparamos con otros países de nuestro entorno.

3) La escasa tirada y la mínima propaganda de algunas publicaciones musicológicas, cuya difusión se limita al ámbito geográfico en el que está situada la editorial o institución que patrocina dichas publicaciones.

En los años de la postguerra española, la única iniciativa editorial relevante de la musicología española estaba protagonizada por los excelentes Monumentos de la música española , publicados por el Instituto de Musicología (CSIC), fundado por Higinio Anglés en Barcelona. Sin embargo, el panorama de la edición musical española en estos últimos veinte años se ha transformado de manera radical pues, como dije anteriormente, son numerosos los organismos públicos y entidades privadas que se han sumado a la recuperación de nuestro patrimonio.

Necesitaría varias páginas para poder glosar las realizaciones que han llevado a cabo diversas entidades como es el caso de la citada Sociedad Española de Musicología, con varias series de publicaciones de primera línea, gracias a las cuales se ha recuperado la obra de compositores esenciales de nuestra historia musical (Sebastián López de Velasco, Francisco de Peñalosa, Antonio Soler, Carlos Baguer, José de Torres, etc.), a la cual se añade la ya citada serie de grabaciones: creo que se trata esta última de una iniciativa digna de todo elogio, pues en algunas ocasiones las ediciones musicales en nuestro país tienen una repercusión muy limitada al circunscribirse a la propia edición en papel.

No quisiera dejar de citar, aunque sea brevemente, la labor realizada por la sección de música antigua de la Institución Fernando el Católico, la cual ha desempeñado un papel preponderante en la difusión y conocimiento de la producción musical de los compositores aragoneses. Por su parte, el impresionante catálogo de obras publicadas por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales ha significado la recuperación y la reposición de un gran número de zarzuelas y óperas entre los siglos XVII y XX, sin olvidar las reducciones para voz y piano, la música instrumental, estudios y manuales de gran utilidad, reedición de obras clásicas de nuestra musicología, etc. Asimismo, la Fundación Caja Madrid viene desarrollando un ambicioso plan de publicaciones bajo el título de Patrimonio musical español : la música en los monasterios reales de Madrid, el Códice de Madrid , el Códice de las Huelgas o la música inédita de Cristóbal de Morales, son sólo un ejemplo de sus realizaciones, algunas de las cuales han visto asimismo la luz pública gracias a su grabación sonora.

Las revistas musicológicas

La revista decana es Anuario Musical , órgano de la Unidad Estructural de Investigación-Musicología del CSIC, con sede en Barcelona. Durante muchos años el Anuario Musical fue la única voz de la musicología hispana, por lo que su labor fue fundamental en una época sumamente difícil, dado el escaso apoyo e interés que suscitaba la investigación musical española. Gracias a la tenaz labor de Higinio Anglés, Anuario Musical se convirtió en el único medio que aglutinaba las escasas investigaciones que sobre nuestra música se desarrollaban en nuestro país.

Afortunadamente, en estos últimos veinte años el panorama de las revistas musicológicas españolas ha variado notablemente. Creada en 1978, de la Revista de Musicología , órgano científico de la Sociedad Española de Musicología, se han editado hasta el momento 27 volúmenes. El buen estado de salud de nuestra musicología queda patente por el prestigio alcanzado por esta revista, en la que colaboran reconocidos musicólogos españoles y extranjeros. Además de los propios artículos científicos, cuenta con secciones fijas dedicadas a textos históricos, catalogación de fondos musicales, reseñas, tesis doctorales, bibliografía y noticias.

Ya cité en la introducción que la fundación de la revista Nassarre en Zaragoza, en 1985, supuso, entre otros factores, un despegue decisivo para nuestra musicología. Publicada por la Institución Fernando el Católico, a pesar de tratarse de una Revista aragonesa de musicología , ha sabido convertirse en un eficaz y prestigioso medio para el mejor conocimiento y divulgación de la historia musical española.

Diez años después, alumbraron tres revistas. Por una parte, la revista Música , editada por el Real Conservatorio Superior de Música, y más concretamente su Departamento de Musicología, de la cual se han editado hasta el presente seis volúmenes; una de las cualidades de esta revista es la incorporación de partituras inéditas. Asimismo, en 1995 nació la revista Quodlibet , publicada por el Aula de Música de la Universidad de Alcalá de Henares: aunque incide en temas pedagógicos, no excluye artículos de contenido musicológico e incluso ofrece traducciones al español de artículos publicados originalmente en otras revistas, como la inglesa Early Music . Por último, la revista Cuadernos de música iberoamericana , publicada por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, ha editado hasta el momento nueve volúmenes y plantea un amplio marco de investigación al abarcar la tantas veces olvidada música de los países de Hispanoamérica.

No quisiera finalizar esta breve reseña sobre las publicaciones periódicas sin dejar de citar otras revistas, que sin ser musicológicas, han aportado su grano de arena a la notable mejoría de nuestra investigación musical: me estoy refiriendo en concreto a los dosieres de la revista SCHERZO , algunos de los cuales ofrecen un alto nivel de especialización (temas dedicados por ejemplo a Antonio de Cabezón, a las capillas reales, a la tonadilla, al teatro musical hispano del barroco, a la música hispanoamericana, a Ramón Carnicer, a Boccherini, etc.). Por último, el éxito internacional de la revista especializada en música antigua Goldberg —con ediciones en español, inglés y francés— demuestra que las iniciativas editoriales que parten de España pueden tener una gran aceptación cuando se llevan a cabo desde la seriedad.

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