ÁBACO contribuye con este número monográfico a visualizar y ofrecer un compendio de cosas y casos acerca de ciudades que buscan su lugar en el mundo. Se trata de identificar una dinámica que parte de la gestión de las diferencias, que en ocasiones deviene como resultado un paisaje común y en otros casos adquiere singularidad, siempre merecedoras del análisis y debate.
En octubre del 2008 se celebró en Rosario (Argentina) un congreso internacional sobre marketing de ciudades y gestión urbana, dedicado principalmente a conocer estrategias de posicionamiento en el marco de la economía, el comercio y el turismo. Algunos de los ponentes están presentes en los artículos que se exponen a continuación en la revista; la agudización de la crisis económica provocó drásticas reducciones en los recursos, alteración de las visiones, nuevas acciones y políticas en el entorno urbano, que nos llevaron a invitar a diferentes especialistas a publicar sus trabajos dentro de la nueva tesitura, completando un amplio compendio de experiencias empíricas y prácticas, sitas en lugares de diferentes continentes.
España aporta los casos de Barcelona, Bilbao y Avilés. En Europa tratamos de Estocolmo, entre otras; de América salen a colación Nueva York, Buenos Aires, Montevideo, Guayaquil, Manizales; de Oriente Medio y Asia, los Emiratos Árabes, Dubai y Kuala Lumpur, aparte de temas transversales como el papel de la plaza, el lugar público por excelencia en la historia y vida ciudadana, o la participación y el compromiso ciudadano en la construcción de la imagen de las ciudades. El orden visual -que normalmente se toma como algo dado y conocido- se plantea de esta forma como una dinámica compleja.
En el año 2009 más del 50% de la población mundial vive en los cascos urbanos. La revolución urbana, de mantenerse el ritmo actual, podría establecer el hito de alcanzar el 60% en el año 2030 según el World Population Prospect de la ONU.
Los efectos de la urbanización se han manifestado por tres vías, principalmente. La más evidente, la migración desde las zonas rurales hacia las zonas urbanas. El ejemplo más plausible es China. Y también la traslación masiva de población desde los países pobres a los más desarrollados (como vemos en los casos más cercanos de Europa y África). Por otra parte, se produce un aumento «natural» de la población urbana, que la ONU cifra en el 60% del crecimiento urbano actual; de igual modo, los efectos del urbanismo y la política de ordenación del territorio hacen que el crecimiento demográfico reclasifique áreas de suburbio y rurales en otras urbanas. La globalización, los negocios inmobiliarios y la transformación urbana han ido parejos. Este proceso ha sido desigual. Aunque el 84% de la población urbana mundial vive en ciudades de tamaño mediano o pequeño, el resto vive en ciudades grandes o megaciudades (más de diez millones de habitantes), que no llegan al 5% de la población mundial. Sin embargo, el crecimiento de las megaciudades durante los próximos años va a ser espectacular. Tokio llega ya a 35 millones de habitantes, y Bombay, São Paulo y México D. F. van en ese camino.
La búsqueda de empleo y de mayor y mejor posición salarial, la mejor calidad de vida en salud y educación, la diversidad en cuanto a ocio y estilos de vida, el impacto mediático de la vida urbana en los medios de comunicación o la relativa subida en la escala social de antiguos emigrantes en las ciudades, familiares o amigos de angustiados habitantes de zonas más pobres, soncparte del «efecto llamada». Europa, América, África, Asia se han convulsionado por los impresionantes efectos emigratorios, que han cambiado las formas de vivir, ver y entender la vida de millones de personas.
La necesidad de infraestructuras sanitarias, de transporte, de nuevas políticas sociales y de empleo van parejas a estos procesos de urbanización, y por supuesto ello conlleva cambios profundos a nivel nacional e internacional, apareciendo lo «glocal», esa combinación de factores específicos locales en el contexto globalizador, que lleva también a que se concentren las inversiones públicas y las multinacionales en las zonas urbanas y aparezcan procesos sociales como la disminución de la natalidad y el aumento de la población de mayores.
Este periodo de complejidad y de cambio de paradigma invita a reflexionar sobre las perspectivas actuales y futuras de la vida y trabajo en ciudades y regiones, mucho más en las actuales circunstancias, cuando la crisis económica representa el final de un ciclo de crecimiento y el momento de hacer balance de los resultados de las políticas que lo han acompañado e impulsado. Al mismo tiempo, las ciudades compiten entre ellas por atraer inversiones y visitantes.
En este sentido, el papel de la cultura en la transformación urbana, de las estrategias de posicionamiento, del place branding, de la marca-ciudad, han adquirido un rol relevante. Nos encontramos con una fuerte presencia de economías de servicios avanzados, desde el turismo global a la cada vez mayor importancia de las economías de la cultura y el fuerte desarrollo de los servicios profesionales en la renovación del territorio.
Las políticas de gestión en las ciudades y regiones en estos tiempos han conformado diversidad de trayectorias; de cualquier manera, es notable el énfasis e importancia mayor de las economías de servicios. En ocasiones, la percepción visual nos hace llegar a creer que las ciudades se orientan y caminan con políticas y acciones de sus gobernantes basadas en repeticiones mecánicas de gestos y acciones. La similitud hace que la percepción sea de uniformidad y falta de creatividad, aunque se adorne con cuantiosas inversiones en publicidad y marketing. La frase al conocer una ciudad de que «esto ya lo he visto» o «es parecido» provoca la llamada macdonalización y sensación de estar en una ciudad global, obviando lo singular de la historia e identidad locales. La repetición de planes, grandes proyectos urbanos, la festivalización del urbanismo, la aparición de arquitectos estrella con obras clónicas urbi et orbe... La conclusión puede ser posiblemente falsa, como comenta la profesora de la Universidad de Chicago Saskia Sassen: «los paisajes visuales similares surgen de la convergencia económica porque las economías terciarias son iguales».
Posiblemente, el apoyo financiero y político a proyectos arriesgados para construir nuevas centralidades y «nuevas identidades» en la ciudad ha pillado con el paso cambiado a alcaldes, concejales, inversores institucionales y privados. Hoy se vive esta tesitura en la que parece que muere de éxito lo que hasta hace muy poco parecía espejo de un mundo mágico, pleno de modernidad y lujuria futurista. Las dificultades de Dubai y los países del petrodólar son espejo donde se reflejan muchas de las contradicciones de esta aventura.
La identidad, el marketing de ciudades, el branding de competencia metropolitana han adquirido una dimensión estratégica que, en este entorno de complejidad, incertidumbre y dificultad en la vida económica y social, lleva a incentivar la innovación del cambio y evaluar así el papel de los gestores en esta nueva ola.
Se nos plantea este paisaje donde, a pesar de que la aspiración es la búsqueda de lo singular y de lo distinto, lo común es la tónica que refleja la realidad, que puede ser el resultado de una «adecuada» gestión de las «diferencias» a través de centros comerciales, aeropuertos, edificios de oficinas, museos, palacios de música, auditorios, espectáculos y cultura promovida, utilización de cierto tipo de iluminación y diseño de espacios públicos, plazas, puentes o avenidas. Todo ello nos visualiza un aspecto similar que observamos en número creciente de ciudades. Siempre conviviendo con «la otra ciudad», la de unos barrios marginales y carenciados, de la inseguridad creciente, que hace más ostensible la desigualdad y disparidad de los mundos que se viven en la ciudad, reflejo del propio orden y la organización planetaria.
«Las diferencias existen, pero hay un nivel intermedio -un orden visual de la arquitectura y del urbanismo- que opera con el fin de hacerlas comparables e igualarlas.» Estos son los paisajes comunes y lugares globales, la denominada urbanalización, acertada expresión y concepto del geógrafo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc Muñoz.
Se dan también relaciones subyacentes entre paisajes urbanos que pueden parecer inconexos: los centros financieros renovados de Shangai, Londres, París o Nueva York y los barrios de emigrantes, donde viven los trabajadores con los salarios más bajos. Saskia Sassen postula que los actuales paisajes homogeneizados actúan, en realidad, como infraestructuras de las economías urbanas avanzadas.
En esta situación aparece el patrimonio como un recurso económico y un objeto de gran consumo a partir de valores como el pasado, la autenticidad o el conocimiento científico, en nuestra opinión un potencial de gran futuro en el citymarketing, en la gestión del desarrollo urbano y en la revalorización del paisaje y el desarrollo sostenible.
No existe un modelo dominante de ciudad en el siglo XXI. Museos emblemáticos, obras artísticas, arquitectura espectacular, diseño urbano notable, todo ello combinado con tejidos urbanos heredados y reconvertidos en nuevas actividades y funciones. La gestión de las diferencias en las políticas de las ciudades parece obligada para asentar su posición en este escenario global donde se venden y proyectan. Esperamos que esta publicación de la revista ÁBACO ofrezca al lector un panorama útil y riguroso de ese estado de la cuestión.